Los operadores brasileños saben de inflación. Después de décadas de lidiar con fuertes crisis a causa de ella, se consideran expertos en el tema. Sus contrapartes estadounidenses, dicen, se volvieron complacientes.
A juicio de los brasileños, años de inflación moderada en Estados Unidos los han adormecido con una falsa sensación de seguridad. A su vez, según el argumento, llevó a las mesas de negociación de bonos a interpretar mal el aumento de precios que comenzó el año pasado y a aceptar la visión de la Reserva Federal de que el episodio no sería más que un problema transitorio.
Hay algo de alegría por la desgracia ajena en todo esto: “miren a esos genios de Wall Street” y, sin duda, ha habido momentos en las últimas dos décadas en los que la hipersensibilidad de los operadores brasileños a la inflación los ha llevado a apuestas erróneas en los mercados estadounidenses. Pero en este momento, están arrasando.
Muchos de los mejores fondos de cobertura de Brasil se adelantaron este año al aumento en los rendimientos de los bonos estadounidenses, apostando correctamente a que la Fed se daría cuenta tardíamente de que necesita aumentar fuertemente las tasas de referencia para sofocar la inflación que ha alcanzado un máximo de cuatro décadas.
“No puedes seguir contando con los bancos centrales, porque pueden dejarte con las manos vacías”, dijo Bernardo Meres, socio de SPX Capital, que administra alrededor de 64,000 millones de reales (US$ 14,000 millones). El fondo Nimitz de la empresa superó al 99% de sus pares en marzo, ganando un 7.3% en un avance mensual récord y elevando el retorno del primer trimestre al 13.2%.
Los fondos de cobertura como SPX, Legacy Capital e Itaú Optimus han visto aumentar los retornos a medida que se disparan las tasas. Después de que el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, finalmente señalara el mes pasado que estaba dispuesto a intensificar la lucha contra la inflación —que alcanza un 8.5% anual— los bonos del Gobierno de Estados Unidos registraron la mayor pérdida mensual en casi dos décadas, coronando la caída trimestral más pronunciada de la era moderna y sorprendiendo a todos menos a una pequeña minoría de inversionistas estadounidenses.
En Brasil, sin embargo, una canasta de fondos de cobertura aumentó un 6,1% en el primer trimestre, superando la tasa local de depósitos interbancarios —la referencia que utiliza la industria para medir el desempeño— en casi cuatro puntos porcentuales. En comparación, el índice Bloomberg All Hedge Fund cayó un 1,1% en el mismo período.
Meres, de 39 años, es el típico administrador de dinero brasileño. Formado en Río de Janeiro, sede de algunos de los fondos con más historia del país, construyó su carrera a partir de las tasas de negociación. A diferencia de Estados Unidos, donde la inflación no ha sido un problema durante décadas y los fondos de cobertura macro se han convertido en una especie en peligro de extinción, en Brasil el comercio de tendencias macro es la norma.
La economía más grande de América Latina registró aumentos de precios de dos dígitos en el 2021, 2015 y 2002, después de un episodio de hiperinflación que duró hasta principios de la década de 1990.
Si bien los administradores de fondos como Meres eran demasiado jóvenes para operar durante el auge inflacionario de Brasil, fueron asesorados por colegas que sí debieron enfrentarse a lo peor.
Meres comenzó a apostar por un aumento en las tasas globales alrededor del último trimestre del 2020, cuando el progreso en las vacunas alimentó las esperanzas de que la economía global se recuperaría de la pandemia de coronavirus. En ese momento, las tasas bajas abundaban y las autoridades habían estado repartiendo cantidades sin precedentes de estímulo en todo el mundo. Pero Meres creía que pronto llegaría la inflación y que los bancos centrales tendrían que abandonar sus posturas expansivas.
Pablo Salgado, operador de Río de Janeiro de 43 años que dirige la mesa de tasas globales en Itaú Optimus —que administra cerca de 31,000 millones de reales—, tenía ideas similares. Pasó los últimos cuatro meses alejándose de las operaciones que se beneficiaron de un aumento en las tasas brasileñas para tomar posiciones similares en todo el mundo. El fondo Itaú Optimus Extreme es uno de los de mejor desempeño de la nación este año, con un avance del 4.9% el mes pasado y cuyo retorno del primer trimestre fue de 9%.
“Los inversionistas en los mercados desarrollados tienden a aceptar la narrativa de los encargados de formular la política monetaria”, dijo Salgado. “Pero cuando operas en mercados emergentes, especialmente en Brasil, identificas mejor los impactos transformadores”.
El fondo de cobertura de Legacy Capital avanzó un récord del 5% el mes pasado al apostar contra los bonos del Gobierno de Estados Unidos con posiciones en diferentes partes de la curva de futuros de bonos del Tesoro y a través de futuros en eurodólares, que reflejan la perspectiva de las tasas de Estados Unidos en ciertos períodos.
Ahora, también apuesta por aumentos de tasas más pronunciados de lo esperado en todo el mundo. La teoría es que los bancos centrales se verán obligados a ponerse al día después de incumplir sistemáticamente los objetivos de inflación, un patrón que se ha observado a lo largo de los años en Brasil.
“Definitivamente hay mucha indulgencia con la inflación que se observa en todo el mundo”, dijo Felipe Guerra, director de inversiones de 44 años de Legacy Capital, que administra 21,000 millones de reales. “Lo hemos visto suceder varias veces: las expectativas se salen de control, la inflación se extiende y el banco central se ve obligado a perseguir su cola”.
En medio de todas las palmadas en la espalda y choque de manos en los círculos de fondos de cobertura de Río, hay una advertencia que debe señalarse. Si los gestores de fondos hubieran utilizado su experiencia para apostar por el giro en el mercado de valores nacional, en general les habría ido mucho mejor.
El índice bursátil Ibovespa se ha disparado un 11% este año, uno de los mayores avances en el mundo y casi el doble del retorno promedio de los fondos de cobertura.