Los europeos acordaron eliminar la dependencia del gas ruso en respuesta a la invasión rusa de Ucrania y presionados por Estados Unidos, que impuso un embargo sobre las importaciones de petróleo y gas rusos. (Foto: FinancialTribune).
Los europeos acordaron eliminar la dependencia del gas ruso en respuesta a la invasión rusa de Ucrania y presionados por Estados Unidos, que impuso un embargo sobre las importaciones de petróleo y gas rusos. (Foto: FinancialTribune).

La se comprometió este viernes en una cumbre en Versalles (Francia) a reducir su dependencia del , pero cerrar el grifo representa un quebradero de cabeza para un bloque con realidades diferentes.

“Hemos acordado eliminar nuestra dependencia de las importaciones de gas, petróleo y carbón rusos lo antes posible”, reza la Declaración de Versalles, adoptada por los líderes de los 27 países de la UE.

Los europeos tomaron esa decisión en respuesta a la invasión rusa de Ucrania y presionados por Estados Unidos, que impuso un embargo sobre las importaciones de petróleo y gas rusos. El Reino Unido anunció que lo hará a finales del 2022.

Sin embargo, las realidades son diferentes. Rusia suministra el 40% de las necesidades de gas de la UE y alrededor del 25% de crudo. Estados Unidos, por su parte, importa solo el 8% de petróleo de Rusia y nada de gas.

En la UE, los países que comparten frontera con Rusia, como bálticos y nórdicos, presionan para romper los vínculos energéticos con el vecino, ante las reticencias de naciones industriales como Italia, Alemania y otras de Europa central.

El impacto de las sanciones sobre los europeos debe ser el “mínimo posible”, reiteró al llegar a la cumbre el jefe del gobierno alemán, Olaf Scholz, cuyo país importa de Rusia el 55% de su gas y el 42% de su petróleo y carbón.

“Tenemos que deshacernos de los combustibles fósiles rusos lo antes posible”, ya que, con su compra, “estamos de hecho financiando la guerra rusa”, estimó por su parte la primera ministra finlandesa, Sanna Marin.

“Errores de cálculo”

En su estrategia para alcanzar la neutralidad carbono en el 2050, la Comisión Europea presentó esta semana su plan para independizarse de los hidrocarburos antes del 2030. Los líderes le urgieron este viernes a que sea para el 2027.

La coyuntura económica tampoco ayuda. La guerra en Ucrania disparó los precios del petróleo y del gas y se multiplican los llamados a los europeos a que reduzcan su consumo energético, en pleno invierno boreal.

El Banco Central Europeo (BCE) estimó además que el crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) de la eurozona será de 3.7% en el 2022, medio punto menos que la anterior proyección, y que la inflación se disparará a 5.1% por los precios de la energía.

El ministro francés de Economía, Bruno Le Maire, cuyo país ejerce la presidencia pro témpore de la UE, llegó incluso a comparar la situación actual “en intensidad y brutalidad con la crisis del petróleo de 1973″.

En un contexto de preocupación en Europa por el poder adquisitivo, el presidente ruso, Vladimir Putin, aseguró que no es responsable del alza de precios en el mundo, que atribuyó en cambio a los “errores de cálculo” de los occidentales.

La titular de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, avanzó que presentará antes de fines de marzo un plan para evitar el “efecto contagio” del alza de los precios del gas en la factura eléctrica de los hogares.

“Isla energética”

En Versalles, los líderes europeos abogaron así por diversificar sus suministros y rutas, incluyendo el uso de gas natural licuado (GNL); impulsar las renovables; mejorar la eficiencia energética y los planes de contingencia.

Bruselas propuso, por ejemplo, triplicar el objetivo de capacidad de almacenamiento en la UE a finales de setiembre de 30% a 90%, de cara a enfrentar el otoño e invierno boreales y eventuales choques en el mercado y suministro.

Otra de las promesas de los líderes es mejorar la interconexión de las redes europeas de gas y electricidad, un tradicional llamado de España, cuyo presidente del gobierno, Pedro Sánchez, reiteró a su llegada a la cumbre.

“No es de recibo que la península ibérica sea una isla energética”, dijo Sánchez, defendiendo que la capacidad de regasificación y de energía renovable de España pueden “contribuir” a la “autonomía estratégica” de Europa.

España dispone por ejemplo de varios terminales de GNL, pero sus capacidades para distribuirlo más allá de los Pirineos hacia el resto del continente son limitadas por la falta de interconexiones.