El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, autorizó este domingo la liberación de materias primas de sus reservas nacionales para hacer frente a una posible escasez por culpa de la crisis actual en la cadena de suministro.
Esto lo hizo Biden en una orden ejecutiva mediante la cual aprobó el acceso a material “estratégico y crítico” del Centro de la Reserva de la Defensa Nacional (DNSC, en sus siglas en inglés) con el objetivo de asegurarse de tener a mano “cantidades adecuadas” de equipamiento necesario para la seguridad nacional del país.
Esta reserva, que es una rama de la Agencia de Logística de Defensa de EE.UU., tiene el propósito de almacenar, proteger y vender materias primas como óxido de aluminio, berilio, cromo, cobalto, diamantes, estaño y zinc, entre otros.
La DNSC también cuenta con ferrocromo, ferromanganeso, yodo, iridio, mica, niobio, talco, tantalio, torio y tungsteno, de acuerdo a su sitio web.
En ese sentido, Biden explicó que uno de los componentes más importantes para salvaguardar la resiliencia de la cadena de suministro y la salud de la base industrial de EE.UU. “es garantizar que tanto el Gobierno federal como el sector privado mantengan cantidades adecuadas de suministros, equipos o materias primas disponibles para evitar una posible escasez y dependencia de las importaciones”.
Por ello, Biden aprobó que el Departamento de Seguridad Nacional acceda a equipamiento de sus reservas “para uso, venta u otra disposición solo cuando sea necesario para uso, fabricación o producción con fines de defensa nacional”.
“No se autoriza ninguna liberación con fines económicos o presupuestarios”, aclara el documento ejecutivo.
Esta orden ejecutiva forma parte de una revisión lanzada por Biden en febrero de la estrategia nacional de suministro en sectores clave, como los microchips, para no depender de la producción e importaciones de “rivales extranjeros”, en referencia a China.
Estados Unidos no quiere que se repitan casos como la escasez de mascarillas que vivió al inicio de la pandemia o la posterior carencia de microchips, que obligó a parar la producción en varias plantas automotrices de Ford y GM.