Los sectores inmobiliario y de construcción, afectados por la desocupación de propiedades comerciales y por inmuebles residenciales sin vender, tienen alrededor de US$ 650,000 millones en préstamos y bonos a nivel mundial que vencen el próximo año.
Casi la mitad de la cifra proviene de Asia-Pacífico, donde los desarrolladores inmobiliarios están tratando de extender los pagos de deuda, y donde los problemas han perjudicado la perspectiva crediticia de China.
En Europa, empresas como Vonovia SE enfrentan desafíos de financiación y están tratando de recaudar dinero a través de la venta de activos.
Preocupación por China
Moody’s Investors Service rebajó su perspectiva para los bonos soberanos de China de estable a negativa, lo que pone de relieve la creciente preocupación global sobre el nivel de deuda en la segunda mayor economía del mundo. Además, mantuvo una calificación a largo plazo A1 para los bonos soberanos del país, según un comunicado.
El uso de estímulos fiscales por parte de China para apoyar a los gobiernos locales y su creciente crisis inmobiliaria plantea riesgos para la economía del país, afirmó la calificadora.
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El Gobierno expresó su desacuerdo poco después de que se anunciara el cambio de perspectiva, y dijo que estaba “decepcionado” con la decisión de Moody’s, que la economía del país será muy resiliente y que tiene un gran potencial. El impacto de la crisis inmobiliaria está bajo control, señaló el Ministerio de Finanzas en un comunicado.
El cambio de opinión de Moody’s se produce en un momento en que la agudización de la crisis inmobiliaria en China desencadena un cambio hacia un estímulo fiscal: el país ha aumentado su endeudamiento como principal medida para impulsar su economía. Esto ha generado preocupaciones en torno a los niveles de deuda del país, ya que Pekín va camino de una emisión récord de bonos este año.
“Estas rebajas de calificaciones o cambios a una perspectiva negativa a menudo marcan el punto más bajo en términos de malas noticias y liquidaciones en el mercado. No creo que este sea el caso en dos o tres meses”, dijo Viraj Patel, estratega macro global de Vanda Research. “Es difícil que las cosas empeoren más que las actuales expectativas bajistas”.
La economía de China ha tenido dificultades para ganar terreno este año luego de que la recuperación tras las restrictivas políticas de la iniciativa Covid Zero resultara ser más débil de lo esperado y la crisis inmobiliaria se profundizara. Datos publicados la semana pasada mostraron que tanto las actividades manufactureras como las de servicios se contrajeron en noviembre, lo que reafirmó la idea de que se necesitan más medidas del Gobierno para respaldar una tambaleante recuperación.
En octubre, el presidente chino, Xi Jinping, señaló que no se tolerará una fuerte desaceleración del crecimiento ni riesgos deflacionarios, mientras el Gobierno aumentaba su déficit presupuestario general al nivel más alto en tres décadas. La relación déficit/PIB, que se ubica en un 3.8% en 2023, está muy por encima del límite de 3% que se ha mantenido desde hace mucho tiempo.
La última vez que Moody’s rebajó su calificación crediticia para China fue en 2017, de Aa3 a A1, ante la probabilidad de un aumento material en la deuda de toda la economía y el impacto que eso tendría en las finanzas estatales. Esa fue la primera rebaja de calificación de deuda de China desde 1989.
Este año, Fitch Ratings Ltd. dijo en una entrevista con Bloomberg Television que podría reevaluar la calificación de crédito soberano A+ de China. La firma confirmó recientemente dicha calificación con perspectiva estable.
Por su parte, S&P Global Ratings ha mantenido las calificaciones de China en A+ con perspectiva estable desde su última rebaja, en 2017, que siguió a una medida similar por parte de Moody’s.
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