La caída del peso chileno está alcanzando proporciones de crisis, dañando la reputación de una nación que alguna vez se promocionó como un faro de luz en medio de mercados emergentes turbios.
Desde principios de junio, el peso ha perdido más de una quinta parte de su valor, alcanzando mínimos históricos, bajo el peso de la fortaleza de la moneda estadounidense, el debilitamiento de los precios del cobre y las preocupaciones por la redacción de la nueva Constitución. La moneda cayó un 4% este jueves, un día después de que el banco central elevara la tasa de interés al nivel más alto desde 1998.
“Chile atraviesa una crisis monetaria en toda regla”, dijo Álvaro Vivanco, director de estrategia de mercados emergentes de NatWest Markets. “El banco central estaba preocupado por el crecimiento, una crisis cambiaria es lo peor para el crecimiento”.
Sin embargo, el banco central se mantiene al margen, al menos por ahora. Dos veces esta semana dijo que la caída del peso no está afectando a otros mercados y que la liquidez sigue siendo suficiente, lo que indica que no tiene planes de intervenir. El Ministerio de Hacienda, por el contrario, está vendiendo US$ 5,000 millones en el mercado, sin un impacto perceptible en el tipo de cambio.
“El banco central dice que la liquidez y las condiciones del mercado, a pesar de la rápida y significativa depreciación, han sido normales, por lo que no ve evidencia de que esto pueda ser una crisis”, dijo Felipe Hernández de Bloomberg Economics. “Gran venta masiva, colapso del mercado cambiario sin precedentes, pero tal vez no una crisis”.
Los responsables de política monetaria chilenos comenzaron a subir las tasas antes que la mayoría de las demás naciones, elevando los costos de endeudamiento en 9.25 puntos porcentuales en el último año. El miércoles, subieron la tasa en 75 puntos básicos y advirtieron sobre futuros aumentos, descartando los comentarios sobre la desaceleración del ritmo del ajuste monetario.
“No solo no pudieron reducir el ritmo de las alzas, sino que también tuvieron que enviar una señal de que elevarían más”, dijo. Erick Martinez, estratega de Barclays, que recientemente publicó un estudio que señala que el amplio déficit de cuenta corriente de Chile lo deja en la peor posición entre los mercados emergentes para soportar importantes salidas de cartera. “Al final, ya ha tenido un impacto en la política monetaria”.
A medida que sube la tasa de interés, la inflación ha seguido acelerándose, alcanzando el 12.5% en junio, su ritmo más rápido desde 1994, y sin signos de desaceleración al objetivo del 3% en el corto plazo.
Los inversionistas también están siguiendo de cerca el referéndum del 4 de setiembre en el que los chilenos votarán una nueva Constitución que, de aprobarse, plantea “riesgos sustanciales para la economía, incluidos riesgos de inversión, instituciones más débiles y un papel más importante del Estado en la economía, de acuerdo con Bank of America.
“Parte de la presión sobre el mercado de divisas se deriva de los altos niveles de incertidumbre política, y contra eso no hay mucho que el banco central pueda hacer”, dijo Alberto Ramos, economista jefe para América Latina de Goldman Sachs, quien agregó que la reciente caída del peso no es una crisis monetaria.
Lo mismo opina Phillip Torres, inversionista de Aegeon Asset Management. En episodios recientes en Argentina y Turquía , por ejemplo, los bancos centrales se han quedado sin dinero para apuntalar sus monedas, dijo. Las reservas internacionales de Chile han caído a US$ 45,800 millones desde un máximo de US$ 55,000 millones en octubre, pero siguen siendo sólidas.
“El banco central está diciendo que no debería intervenir porque la caída del peso se debe en gran medida a factores externos”, dijo. “Su falta de acción está pensada, no es por omisión”.