Cuando se trata de aumentar las tasas de interés para controlar la inflación pandémica, los bancos centrales de América Latina han estado entre los primeros a nivel mundial. También se encuentran entre los con menos herramientas para dicha tarea.
Media docena de países de la región, incluidas sus economías más grandes, Brasil y México, han aumentado los costos de endeudamiento desde marzo. Ha habido más restricciones monetarias que en la mayoría de las regiones del mundo porque el aumento de los precios, un problema en casi todas partes en este momento, es especialmente agudo aquí.
Pero los economistas dicen que lo que pueden lograr los aumentos de tasas tiene un límite, debido a un trasfondo que hace de América Latina un lugar excepcionalmente desfavorable para utilizar la política monetaria como herramienta para combatir la inflación.
Algunos sectores de su economía son informales, con bajos niveles de préstamos y muchas personas que ni siquiera tienen cuentas bancarias, por lo que aumentar el costo del crédito tiene un efecto menos moderador sobre la demanda. La política tiende a ser volátil y sus dramas a menudo eclipsan los ajustes de las políticas de los bancos centrales a los ojos de los mercados.
Mala historia
Además, a menudo los países tienen una historia bastante reciente de alta inflación que hace que los inversionistas y la población siempre muestren cautela ante el alza de los precios, especialmente cuando los Gobiernos aumentan el gasto, como lo ha hecho la mayoría de América Latina durante la pandemia.
A veces, los banqueros centrales tienen que frenar con más fuerza de lo que desearían cuando las políticas fiscales van en la dirección opuesta, y algunas autoridades monetarias latinoamericanas tienen un largo camino por recorrer para convencer a los inversionistas de que son autónomos de los políticos.
En cualquier caso, gran parte de la actual ola inflacionaria está impulsada por causas que están más allá del control de los bancos centrales, como las interrupciones a las cadenas de suministro causadas por la pandemia o el aumento de los precios de las materias primas.
‘No es tan relevante’
Todas las autoridades monetarias de la región enfrentan alguna combinación de estos problemas.
En México, el Gobierno se ha apegado a su plan de austeridad durante la pandemia y la política es bastante estable. La inflación se ha disparado de todos modos, empujando al banco central a realizar dos alzas de tasas este año. No espera alcanzar el objetivo del 3% hasta principios de 2023, y la gran economía informal del país puede ser una de las razones.
Menos del 40% de los mexicanos tiene acceso a cuentas bancarias, por debajo de una tasa general del 55% para la región, que en sí misma es baja para los estándares mundiales. El crédito a hogares y empresas representa el 45% del PBI de México, mientras que en Tailandia, donde los ingresos per cápita son similares, la cifra es del 131%.
“Cuando se trabaja de manera informal, no se compran casas a diestra y siniestra”, dijo Enrique Cárdenas, historiador económico de la Universidad Iberoamericana de Puebla. “Las modificaciones a la tasa de referencia no afectan tanto. No son tan relevantes”.
Con un poder limitado para influir en la economía a través del crédito, los banqueros centrales de América Latina a menudo tienen que depender de los tipos de cambio. Las tasas de interés más altas atraen a los inversionistas extranjeros, apuntalando las monedas y abaratando las importaciones. Eso no funciona tan bien cuando las tensiones políticas o el gasto fiscal eclipsan todo lo demás.
En Brasil, la divisa se fortaleció después del sorpresivo aumento de tasas de 75 puntos del banco central en marzo. Pero desde junio ha vuelto a debilitarse a pesar de que el banco siguió elevando la tasa de política monetaria. Los inversionistas siguen preocupados por una posible violación a las reglas de gasto, al tiempo que el presidente, Jair Bolsonaro, evalúa ampliar los programas sociales.
Y las tensiones solo se han intensificado esta semana, en medio de manifestaciones callejeras orquestadas por Bolsonaro y una pelea sobre las atribuciones de la Corte Suprema.
“El ruido político y las amenazas de quebrar el techo de gasto fiscal están impidiendo el fortalecimiento del real”, dijo José Julio Senna, exbanquero central que ahora está a cargo de estudios monetarios en el Instituto de Economía Brasileña. “Entonces la política monetaria pierde un canal de transmisión muy importante”.
Perú es otro ejemplo. Durante años ha sido uno de los pocos países de la región que tienen créditos con grado de inversión. Pero el país ha atravesado semanas de agitación después de unas disputadas elecciones en las que triunfó un candidato desconocido de izquierda. El sol se ha desplomado, conduciendo la inflación a un máximo de 12 años, y los analistas esperan que el primer aumento de tasas del banco central en cinco años no sea el último.
‘No es obvio’
Chile, el país más rico de América del Sur y generalmente uno de los más tranquilos, ha sido golpeado por protestas callejeras en los últimos dos años. También ha gastado relativamente mucho durante la pandemia, y el Congreso ha intentado otra forma de estímulo al permitir que la gente retire anticipadamente sus fondos de pensiones.
Lo anterior está incrementando los riesgos inflacionarios, advierte el presidente del banco central, Mario Marcel, que sorprendió a los mercados la semana pasada con un aumento de la tasa de interés mayor a lo esperado. Los precios al consumidor han superado las previsiones de los últimos dos meses.
Muchos de estos problemas son anteriores a la pandemia, que afectó a la región con más fuerza que a la mayoría del mundo. Es solo que han empeorado. Y dejan a los encargados de las políticas monetarias sobre un terreno especialmente precario. Hay presión desde arriba, desde los mercados financieros, para mantener las finanzas sólidas, y desde abajo para remediar las profundas brechas sociales.
“Cuando las instituciones y los fundamentos económicos no son sólidos, los bancos centrales se ven obligados a subir las tasas de interés antes de tiempo, como está sucediendo hoy”, dijo Ernesto Revilla, economista jefe para América Latina de Citigroup Inc.
”Hemos llamado a esto el dilema latinoamericano”, dijo. “No es obvio cómo se resolverá”.