Es común imaginar que las ponencias en las escuelas de negocios cuentan con estudiantes mirando pantallas llenas de ecuaciones y acrónimos. Lo que quizás no espere ver es a un grupo de coristas intentando cantar “O aplaudan sus manos”, un himno de ocho partes compuesto por Orlando Gibbons y tocado por primera vez en 1622. Pero durante una reciente visita a Oxford, este columnista disfrutó de esta y otras experiencias que suelen vivir los estudiantes de MBA en el Saïd Business School de la universidad británica.
Hay un detalle. Algunos de los estudiantes tuvieron que intentar dirigir el coro. El primero en aceptar el desafío fue un joven estadounidense bastante seguro de sí mismo. No tardó mucho en equivocarse. Su error más obvio fue comenzar a dirigir sin preguntar a los cantantes cómo les gustaría ser dirigidos, siendo ellos los experimentados y él un completo amateur.
La experiencia fue sin duda rigurosa, pero también instructiva. La sesión, organizada por Pegram Harrison, un experto en emprendimientos, permitió a los estudiantes asimilar algunas lecciones importantes de liderazgo. Por ejemplo, los líderes deben escuchar a sus equipos, especialmente cuando sus colegas tienen conocimientos especializados. Todo lo que necesitan hacer, como directores, es establecer el ritmo y luego dar un paso atrás y dejar que el grupo se gobierne a sí mismo.
También era evidente que el coro se las arreglaba bastante bien, incluso si los directores simplemente agitaban sus bastones de manera indeterminada. La lección allí, dijo Harrison, fue que hay límites para lo que pueden hacer los líderes, siempre que no intenten controlar cada paso del proceso. Todo el ejercicio demostró que es posible que una lección sea instructiva y entretenida a la vez.
Otras escuelas de negocios también se han dado cuenta de que sus estudiantes pueden aprender a través del arte. En la Universidad Carnegie Mellon en Pittsburgh, Leanne Meyer ha lanzado un programa de capacitación en liderazgo que incluye poesía, muestras de arte y un club de lectura. La participación en tales actividades puede ayudar a desarrollar empatía en futuros líderes, Meyer opina; por ejemplo, leer una novela ayuda a los estudiantes a meterse en la mente de un personaje. Ella también cree que el programa beneficia a los estudiantes respecto al hecho de crecer en sí mismos como reclutadores.
No es sorprendente que los programas basados en arte sean populares. Proporcionan una agradable distracción del contenido pesado que caracteriza a la mayoría de los cursos de MBA. ¿Pero son realmente útiles? Curiosamente, hay indicios de que las empresas exitosas están incorporando las artes en su formación. AQR, un grupo de gestión de fondos mejor conocido por sus habilidades para calcular números, ha comenzado un programa de crecimiento profesional y personal llamado la academia Quanta; que incluye un club de lectura cuyos miembros han leído "Destinado para la guerra", un libro sobre las relaciones chino-estadounidenses de Graham Allison.
En lugar de pasar las páginas, algunos empresarios pisan las tablas. La Real Academia de Arte Dramático (RADA) ha entrenado a muchos grandes actores, como Sir Anthony Hopkins, Alan Rickman y Phoebe Waller-Bridge. También ofrece cursos de capacitación para ejecutivos, que van desde medio día hasta seis días.
"Actuar se trata de encontrar la verdad en el personaje y en ti mismo", dice Charlie Walker-Wise, uno de los tutores de RADA. “Ayudamos a las personas a ser más conscientes de sus hábitos; lo que hacen sin darse cuenta. Cómo las personas manejan su fisicalidad: su aliento, su voz. No muchas personas son conscientes de cómo se encuentran”.
Puede parecer extraño vincular la administración de un negocio con una profesión que va desde Laurence Olivier proclamando el soliloquio de Hamlet hasta Robert de Niro entrenando como boxeador para interpretar el papel principal en "Toro salvaje". Pero Walker-Wise dice que los gerentes intermedios a menudo pronuncian discursos que no son suyos (porque fueron diseñados por la oficina central) o intentan inspirar al personal para que cumpla un objetivo establecido por otra persona. "La lección de la actuación es cómo me conecto a este mensaje sin traicionar mi propia personalidad", argumenta.
Ser gerente implica mucho más que solo establecer objetivos e ingresar números en una hoja de cálculo. Requiere empatía y una comprensión de la naturaleza humana. Tiene sentido que la educación artística pueda ayudar a desarrollar esas cualidades. Sobre todo, los estudiantes en el curso de Harrison en la escuela Saïd estaban experimentando algo que este columnista nunca esperó ver entre los asistentes a una conferencia de MBA: se estaban divirtiendo.