El “quiet quitting” (QQ), un fenómeno que en inglés significa “renuncia silenciosa”, está ganando visibilidad en el mercado laboral peruano. Este término describe la decisión de un colaborador de renunciar a su empleo sin previo aviso aparente, tras haber aceptado una oferta laboral en condiciones más favorables. Según Héctor Bustamante, Associate Manager de Michael Page, el quiet quitting refleja una desconexión emocional del empleado con su empresa, algo que tiene profundas implicancias para las organizaciones.
“El quiet quitting implica que los colaboradores decidan abandonar su puesto, generalmente después de recibir una oferta concreta, sin que existan señales claras de insatisfacción previa”, explica Bustamante. Esto ocurre por razones como la falta de reconocimiento, un paquete de beneficios limitado, o la búsqueda de esquemas de trabajo que prioricen el equilibrio entre la vida personal y profesional.
En Perú, este fenómeno está relacionado con una tendencia global donde los empleados cumplen solo con el mínimo indispensable en sus funciones, sin comprometerse emocionalmente ni destacar dentro de la organización. Según datos de Michael Page, el 70 % de los peruanos son buscadores de empleo activos y otro 28 % está dispuesto a escuchar propuestas laborales, lo que sugiere una fuerza laboral altamente receptiva al cambio.
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Impacto en las posiciones intermedias
Bustamante destaca que las posiciones intermedias o “middle positions” son las más afectadas por el QQ. “Estas posiciones cumplen roles de bisagra entre los niveles tácticos y estratégicos, enfrentando alta carga laboral y presión por resultados”, señala. Además, suelen estar asociadas a responsabilidades técnicas, salarios bajos y limitada proyección, lo que contribuye a que los colaboradores no se sientan valorados o conectados con el propósito de la organización.
El quiet quitting puede tener consecuencias graves para las compañías, desde el deterioro del clima laboral hasta un aumento en la rotación del personal. “El mensaje detrás de este fenómeno es claro: no existe una conexión emocional entre el empleado y el empleador. Esto afecta la productividad y los resultados, generando costos adicionales para reemplazar y capacitar talento en un mercado competitivo”, explica Bustamante.
¿Cómo prevenir el quiet quitting?
Para mitigar este problema, Bustamante recomienda que las empresas tomen medidas concretas:
- Cultura de reconocimiento: Priorizar el propósito y los valores corporativos, y asegurarse de que los empleados se sientan valorados.
- Políticas salariales claras: Establecer beneficios competitivos que incluyan esquemas flexibles de trabajo.
- Oportunidades de desarrollo: Ofrecer líneas de carrera claras y programas de capacitación que permitan a los empleados visualizar su crecimiento dentro de la organización.
- Conexión con el propósito: Ayudar a los colaboradores a entender cómo sus funciones impactan en los resultados de la empresa y cómo forman parte de un objetivo mayor.
“Es fundamental que las organizaciones sinceren su situación actual y definan qué áreas y colaboradores son clave para el futuro. Una cultura que fomente la conexión emocional y el bienestar del equipo será la base para evitar el quiet quitting”, concluye Bustamante.
Este fenómeno, aunque silencioso, es una llamada de atención para las empresas que buscan retener talento en un mercado laboral cada vez más dinámico y competitivo.
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