Cada vez más gente se remite a las enseñanzas de Séneca o Marco Aurelio como fuente de bienestar. Esta antigua doctrina filosófica —llamada estoicismo— se caracteriza por su uso práctico en la vida diaria. “Hay cosas que uno puede controlar y otras que no. Entonces, nos enfocamos en aquellas que sí están bajo nuestro control y tratamos de hacer lo mejor que podamos en cada situación”, explica Jonas Salzgeber, autor de “El pequeño libro del estoicismo”. En pocas palabras: aceptar las cosas como son. ¿Se puede?
Sí, pero depende de hasta qué punto (“lo constato en mi propia vida, pero llegar a ser Buda y siempre estar en paz con uno mismo quizá no es alcanzable para la mayoría”). “Hacer cosas que uno considera correctas con más frecuencia es ciertamente posible”, afirma Salzgeber. Esto requiere de entrenamiento: mucha práctica de consciencia, de estar en el aquí y ahora.
¿Qué es el estoicismo?
El estoicismo se basa en los pensamientos conscientes y la acción consciente. “El objetivo es vivir en armonía con nuestro ‘yo’ más elevado”, explica Salzgeber. Para algunos, esto es el alma; para otros, es el ideal de cada persona.
Llegar a ese nivel requiere atención plena —es decir, estar en el momento presente— para observar cómo reaccionamos, a veces de forma automática, ante una determinada situación. Aquí un ejemplo simple que pone el escritor suizo: un padre podría gritarle a sus hijos porque está molesto, pero si practica y tiene un cierto nivel de consciencia, será capaz de hacer una pausa y preguntarse: ¿esta reacción está realmente en armonía con mi ‘yo’ más elevado?
El estoicismo no niega las emociones, pero cuestiona si queremos desenvolvernos en base a una reacción externa o más bien tomar una pausa, observar nuestras emociones y elegir responder de una mejor manera. “La cólera causa ciertos comportamientos, como gritarle a alguien o golpear la mesa. Uno puede sentir rabia, pero realmente quiere actuar en base a ese sentimiento?”, se pregunta Salzgeber.
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¿Cómo se practica y qué se obtiene?
Los estoicos resumen todo esto en autorreflexión. Por ejemplo, antes de dormir, en la cama y junto a su esposa, Séneca repasaba sus acciones, las cosas que le habían ocurrido durante el día. Se preguntaba qué tal lo había hecho e intentaba asegurarse de realizar mejor aquello que no había sido tan bueno la próxima vez.
“Los ejercicios de autorreflexión funcionan como magia para mí”, asevera Salzgeber. Dice que si durante algunos meses repasamos las cosas que durante la jornada hicimos bien y las que podríamos mejorar —como ser impuntuales o antipáticos con alguien—, seremos más conscientes de nuestro comportamiento a lo largo del día y nos daremos cuenta de cada momento sobre el que reflexionaremos más tarde.
Marco Aurelio tenía otra práctica que Salzgeber llama en su libro “el juego de la ecuanimidad”. Se trata de, ante desafíos menores, intentar volver al equilibrio cuando uno ve que lo ha perdido por sentir ira o frustración. “Con la práctica, se podrá volver al equilibrio de forma rápida y eficiente a lo largo del día”.
No hay una fórmula que funcione a todos. Al final se trata de conocerse a uno mismo e identificar los momentos más retadores para cada uno.
Para quienes encuentren beneficiosa esta práctica (que también es difícil), el escritor apunta que, al igual que él, pueden conseguir calma y autoconfianza. “Al centrarse en lo que uno puede controlar, uno es consciente de que está haciendo lo mejor que puede y eso es suficiente. Uno se centra en el proceso”, sostiene.
Hay algo que se llama el arquero estoico, quien con su flecha busca dar en el blanco. Pero en el momento que suelta la flecha y esta está en el aire, también lo está el resultado. Puede acertar o fallar, y el arquero está dispuesto a aceptar la consecuencia con ecuanimidad porque es consciente de que ya está fuera de su control.
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Estoicismo en los negocios
Para Salzgeber, los hombres de negocios que practiquen el estoicismo podrán aceptar de mejor manera la forma en la que enfrentan distintas circunstancias porque entenderán que no pueden controlarlo todo y ajustarán sus expectativas.
Una práctica útil para los CEO es el “replanteamiento”, que también existe en psicología. Consiste en cambiar la forma de ver una determinada situación, tener otra perspectiva que sea más beneficiosa. Los estoicos lo hacían con Hércules. Decían que él obtenía su fuerza gracias a los desafíos que afrontaba. “Podemos aplicar esto en nuestras vidas. Cuando estamos frente a un reto podemos decir: ‘esto es un problema y me molesta’ o ‘esto es algo que me permitirá crecer’. Esta mirada nos ayuda a tener una actitud más positiva”, propone Salzgeber.
“Si realmente miramos dentro de nosotros mismos, veremos cambios positivos y tendremos mejores empresas porque tomaremos mejores decisiones”, enfatiza.
Según el autor, al observarse a uno mismo, el estoicismo ayuda a gerenciar empresas más éticas y a tener un mejor liderazgo. Por ejemplo, no hay lugar para el ego en esta filosofía. “Si hoy las grandes empresas la aplicaran, probablemente no harían muchos negocios porque no siempre tienen un comportamiento ético”, opina. Y sentencia: “Probablemente los negocios más grandes no puedan usar el estoicismo. En este sistema, siempre se puede hacer un poco más de dinero si se mira para el otro lado”.
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