
La revolución digital, la automatización y la transición hacia una economía baja en carbono están transformando el mercado laboral global. Carreras como inteligencia artificial, ciberseguridad, análisis de datos, robótica, telemedicina o marketing digital se consolidan en 2025 como opciones de alta empleabilidad. Sin embargo, en medio de este cambio, especialistas advierten que una de las profesiones más estratégicas para el futuro del planeta —y con gran proyección en el Perú— es la Ingeniería de la Energía y las energías renovables.
La urgencia por migrar de un modelo basado en combustibles fósiles a uno impulsado por fuentes limpias ya no es solo una meta ambiental: es una necesidad económica y de seguridad energética. “La transición energética se ha convertido en una de las metas más cruciales a nivel global. Todas las economías del mundo están, en mayor o menor medida, adaptándose a esta nueva revolución industrial”, afirma Eunice Villicaña, directora del Departamento de Ingeniería de la Energía de la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC).
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Esta transición abarca objetivos como la descarbonización, la reducción de la pobreza energética y la creación de políticas que promuevan la sostenibilidad. Para Villicaña, el Perú tiene un gran potencial para avanzar hacia un modelo más seguro y limpio, pero requiere ingenieros capaces de abordar el sector desde perspectivas técnicas, económicas, ambientales y políticas.
Edwin Quintanilla, director de la Maestría en Gestión de la Energía de ESAN, coincide en que la magnitud del cambio obliga a una mirada global. “Es necesario reconocer que la transición energética es la mayor transformación global que enfrenta la humanidad… la industria se transformará y quienes se preparen en estos campos deben entender bien por qué se da la transición global y cuál es el impacto en el Perú”, sostiene.
Competencias que van más allá de lo técnico
La Ingeniería de la Energía exige una sólida base en física, química, matemáticas y ciencias aplicadas. Pero, según Villicaña, lo que distingue a un buen profesional es su capacidad de adaptación.
“Un ingeniero en energía debe ser sensible al entorno, observador, tener un buen sentido de escucha y un deseo de transformar y mejorar la calidad de vida… Estas competencias y habilidades no son innatas; se desarrollan y potencian a lo largo de su carrera”, asegura.
Quintanilla añade que los perfiles más demandados combinan conocimientos técnicos y de gestión. “Se necesita gente que pueda instalar, gestionar y elegir bien las inversiones… y añadiría un concepto que está muy de moda, el ASG (ambiental, social y gobernanza), que es clave para adaptar esto con una visión global”.

Retos técnicos y sociales
El avance hacia un sistema energético más limpio enfrenta desafíos tanto tecnológicos como de aceptación social. Desde el plano técnico, Villicaña destaca que los futuros ingenieros deben dominar áreas como sistemas eléctricos de potencia, gestión energética, energías renovables y eficiencia energética. Estas especialidades serán incorporadas en la nueva malla curricular de UTEC en 2026.
Quintanilla, en tanto, subraya la importancia de la pertinencia tecnológica. “La energía mareomotriz, por ejemplo, es viable, pero sus costos son altísimos comparados con otras alternativas”, explica.
En el plano humano, el reto pasa por lograr que las comunidades acepten proyectos de energías renovables, evitando impactos negativos como la ocupación de tierras agrícolas.
Alta empleabilidad y alcance internacional
La demanda laboral en el sector es creciente. En UTEC, señala Villicaña, más del 96% de los egresados logra empleo en los primeros seis meses; muchos de ellos cursan posgrados en el extranjero. “Perú necesitará especialistas en energía en los próximos años… comprender el sector requiere un amplio conocimiento que integre mecánica, eléctrica, electrónica, mecatrónica, economía, política y medio ambiente”, enfatiza.
En ESAN, la Maestría en Gestión de la Energía —con 16 años de trayectoria— apuesta por una formación con visión internacional. “Este problema no es local, sino global… hay muchísimos empleos y oportunidades que surgen en función al conocimiento y el contacto que uno llega a tener con la industria”, afirma Quintanilla. Parte del programa incluye experiencias en Europa, donde las políticas de sostenibilidad son más estrictas y ofrecen modelos replicables.
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Un campo estratégico para el siglo XXI
La ingeniería de la energía se posiciona junto a otras disciplinas de alto crecimiento como una de las profesiones que marcarán el rumbo de la próxima década. Su aporte no se limita a mejorar la eficiencia energética o reducir emisiones, sino que resulta esencial para sostener todo el aparato productivo, incluidas las tecnologías más disruptivas. Como resume Villicaña: “Una computadora, un robot, un vehículo, un edificio: nada de esto podría existir sin energía. Incluso la inteligencia artificial necesita, entre otras cosas, agua y energía para operar”.
El reto para el Perú será alinear su formación profesional, inversión e innovación con la velocidad de la transición global. En un contexto donde las decisiones energéticas definen la competitividad y la sostenibilidad, formar más ingenieros en energías renovables no es solo una opción académica: es una estrategia de país.

Licenciado en Ciencias de la Comunicación, con especialidad en Periodismo, por la Universidad Tecnológica del Perú, con más de 12 años de experiencia en medios de comunicación. Actualmente escribo sobre política, economía y actualidad.