Si usted sabe manejar, recordará seguramente cómo aprendió a hacerlo. En mi caso, fui a una escuela de conductores por un período de tres meses y luego la práctica constante ha sido el complemento imprescindible. Pero este es un tipo de aprendizaje individual. ¿Sabía usted que también las organizaciones son conglomerados donde se aprende? Existe también el aprendizaje organizacional, es decir, la adquisición de conocimientos por parte ya no de un individuo, sino de un conjunto de ellos, que poseen características, formación y aspiraciones comunes.
El aprendizaje organizacional es un proceso que permite mejorar las acciones de la organización a través del desarrollo de nuevos conocimientos y capacidades. La cultura desarrollada en una organización puede facilitar u obstruir el aprendizaje organizacional. Así, hay empresas que están en constante crecimiento y ello se debe a que son organizaciones que aprenden permanentemente. En cambio las empresas que quiebran son aquellas que no han sabido desarrollar una cultura de aprendizaje.
Hace algunos años, investigué cómo aprendían dos organizaciones, en este caso dos estudios de abogados. Los resultados fueron que el aprendizaje se adquiría y desarrollaba mediante seis procedimientos. Primero, los abogados aprenden reflexionando sobre casos concretos, es decir, analizando situaciones que forman parte de su competencia profesional. Para ello los abogados, los asistentes y los practicantes dialogan y analizan de manera informal un proceso legal en el que el estudio esté inmerso.
En segundo lugar, los abogados aprenden mediante la revisión de la doctrina, esto es, adquiriendo el conocimiento legal en las bases de datos correspondientes. Por ejemplo, es fácil encontrar a un buen abogado consultando todos los días El Peruano, diferentes códigos, normas legales y software especializado.
Asimismo, los abogados aprenden mediante un procedimiento universal que es el ensayo y el error. Muchos de ellos solo al equivocarse interiorizan un sinnúmero de conceptos y de habilidades que los prepararán para futuras jornadas. Ningún abogado, por muy experto que sea, es ajeno a un nuevo aprendizaje a partir de incurrir en error debido a una situación inédita.
Por otro lado, mi investigación arrojó que los abogados también aprenden mediante el monitoreo. Este consiste en que un profesional experimentado acompaña el aprendizaje del novato. El experimentado cumple el rol de monitor, mientras que el pupilo aprovecha la experiencia del primero.
El monitor se convierte por mucho tiempo en modelo y objeto de admiración incluso del pupilo, hasta que este deja de serlo y adquiere autonomía como aprendiz. Un quinto procedimiento de aprendizaje entre los abogados es la difusión del conocimiento.
Este es compartido entre los integrantes del estudio y ese proceso se suele valorar como más importante incluso que el aprendizaje formal de la universidad. De esta forma, practicantes, asistentes y abogados junior adquieren en gran proporción conocimientos que solo están al alcance de la experiencia inmediata.
Finalmente, un sexto procedimiento de aprendizaje es el espíritu de cuerpo. Se puede definir como la predisposición para cooperar solamente entre los profesionales que tienen un mismo origen académico y experiencias sociales similares. En el caso de los estudios de abogados examinados, se encontró que todos los integrantes procedían de una misma universidad.
En síntesis, al igual que los individuos, las organizaciones profesionales aprenden siguiendo patrones o mecanismos específicos. En mi investigación realizada sobre dos estudios de abogados, los seis procedimientos reseñados en este artículo constituyen los caminos que adoptaron esos abogados para adquirir y desarrollar su aprendizaje profesional. Esos seis mecanismos les permitieron aprender con facilidad y eficacia una cantidad de conocimientos que habría sido imposible que cada uno de ellos aprendiera por sí solo.
(Lýdia Arbaiza, directora de Programas Institucionales de ESAN)