Por Sarah Green Carmichael
Los empleados más comprometidos son aquellos que trabajan presencialmente en la oficina, declaró la semana pasada Sandeep Mathrani, director ejecutivo de WeWork, mientras que “los que están menos comprometidos se sienten muy cómodos trabajando desde casa”. Esto viene de un hombre cuyo sustento depende de la rentabilidad de los bienes raíces comerciales. Es como si el director ejecutivo de Staples dijera que los trabajadores más comprometidos son los que usan más post-it.
Sin embargo, muchos jefes seguramente comparten la opinión de Mathrani y muchos empleados temen que los suyos también consideren el tiempo cara a cara como un referente de compromiso o valor. Tal ansiedad ha ayudado a empujar a los trabajadores a dedicar más horas mientras trabajan de forma remota durante la pandemia: 2,5 horas adicionales al día en Estados Unidos.
Que algunos jefes piensen de esta manera es suficiente para fomentar los hábitos de adicción al trabajo, incluso si no está claro si un jefe en particular está de acuerdo con ella. “Creamos historias sobre las expectativas que creemos que nuestro jefe tiene de nosotros”, dice Melody Wilding, autora de “Trust Yourself: Stop Overthinking and Channel Your Emotions for Success at Work” (en español, algo como confía en ti mismo: deja de pensar demasiado y canaliza tus emociones para el éxito en el trabajo). Eso es aún más común cuando las personas trabajan de forma remota, dice, “porque nos faltan pistas que nos digan si estamos bien considerados”.
Si bien algunos han anunciado el regreso a la oficina como una oportunidad para terminar con los hábitos de trabajo poco saludables, no estoy segura de que ocurra eso. La tecnología hace mucho tiempo que empañó la separación entre la oficina y el hogar, y ahora podemos estar a punto de experimentar lo peor de ambos mundos: sentir la necesidad de pasar tiempo en la oficina, a pesar de las ganancias en productividad que tiene trabajar desde casa, pero sin tener la opción de no estar conectado digitalmente al trabajo durante las noches y los fines de semana. Es decir, podemos estar a punto de convertirnos en adictos al trabajo.
El truco para evitar esta trampa es recordar quién tiene el control. “Usted tiene una opción en términos de cómo está interpretando esta situación, cómo está interpretando cuando debe hacerse lo que su jefe le pide en un correo electrónico, por ejemplo”, dice Wilding. “Darse cuenta de que en realidad puede ser cómplice en la creación de algunas de las condiciones con las que no está satisfecho es algo difícil de asumir. Pero también es empoderador, porque puede cambiarlo”.
Para aquellos que han estado trabajando demasiado duro en casa, las reaperturas de las oficinas brindan la oportunidad de un nuevo inicio. Comience por darse cuenta de lo que despierta resentimiento, sugiere Wilding, tal vez un proyecto que se suponía que demoraría cuatro semanas, pero que tardó cuatro meses. “Es una emoción muy reveladora que haya dejado que una situación dure tanto tiempo”, dice.
La solución es establecer límites, escribe Nedra Glover Tawwab en “Set Boundaries, Find Peace” (establecer límites, encontrar la paz). La gente teme a las reacciones adversas indeseadas de sus gerentes, pero a menudo es una preocupación poco realista. Los límites simplemente enseñan a las personas a respetar su tiempo.
Establecerlos significa comprometerse a reglas como terminar el trabajo en un momento determinado o no aceptar proyectos que no se pueden completar de manera realista.
En campos que demandan mucho tiempo y que están orientados al cliente, como el derecho y las finanzas, los trabajadores que logran evitar el agotamiento son los que se convierten en personas que saben priorizar de forma inflexible, dice Wilding. “Sí, si un compañero te llama, es posible que tengas que dejar todo y pasar la noche trabajando en algo. Pero esa debería ser la excepción, no la norma”, explica. Es un error sucumbir al perfeccionismo. “Hay que ser muy experto en cambiar el foco para decir: ‘Está bien, necesito priorizar este proyecto, ¿a qué hay que bajarle prioridad debido a esto?’”.
Muchas personas meticulosas quieren pedir permiso antes de establecer un límite, pero esto puede enviar una señal de que están abrumadas o no totalmente comprometidas. “Yo me equivocaría actuando primero y luego lidiaría con las consecuencias cuando lleguen”, dice Wilding. Recuerde que la mayoría de las personas no piensan tanto en nosotros como nosotros pensamos en nosotros mismos. Es posible establecer gradualmente un horario más sensato sin que nadie lo note, ni siquiera el jefe.
Reequilibrar el trabajo y la vida no solo significa limitar el trabajo, sino que también replantear la “vida”. El ciclo de exceso de trabajo y recuperación en el que las personas enfrentan la vida como un simple momento para descansar de las presiones de sus trabajos puede convertirse en una trampa, escriben Stephanie J. Creary de Wharton School y Karen Locke de Mason School of Business en una nueva investigación.
También puede ser un error aplicar la actitud ambiciosa de los adictos al trabajo para fines de recreación, participando en triatlones, por ejemplo, o bailes de salón competitivos. La solución es encontrar pasatiempos significativos que enfaticen la conexión con otras personas en lugar de la relajación o la competencia.
En última instancia, lo más saludable puede ser encontrar un nuevo trabajo, aunque, tal vez, no una carrera completamente nueva. Fantasear con un cambio muy drástico, convertirse en, por ejemplo, un paisajista o un novelista de misterio, es un síntoma de agotamiento.
Es más realista, y menos riesgoso financieramente, considerar las opciones dentro del propio campo. Las firmas boutique pueden ofrecer más autonomía que las grandes. Las compañías locales o regionales pueden requerir menos viajes que las nacionales o globales.
Tales opciones pueden conllevar un costo financiero, pero, a menudo, el mayor obstáculo es hacer las paces con una pérdida de prestigio. Las personas que trabajan en firmas grandes y bien consideradas tienden a sentir cierto orgullo al decirles a las personas dónde trabajan. Decir “trabajo en Goldman Sachs” se siente diferente que decir “trabajo en Midsize Bank Company”.
Lo mismo ocurre con la adaptación a un mejor equilibrio entre la vida laboral y la personal, porque sentirse ocupado, y hablar sobre el ajetreo personal, es una forma de sentirse valioso e importante. Retirarse a menudo es parte de un importante cambio de identidad.
La adicción al trabajo frecuentemente se siente como que fuera impuesta por fuerzas externas. Pero crear una vida más sensata se trata de afrontar al adicto al trabajo que se lleva adentro.