En el país se siembran 240,000 hectáreas de maíz amarillo duro al año, lo que solo alcanza para atender como máximo la cuarta parte de la demanda del país. Es decir que solo en el Perú hay un gran mercado potencial, ¿qué hace falta para aprovecharlo?
Cerca del 90% del área del MAD está destinada a la producción de grano, que se utiliza para alimentar a los pollos y, en menor medida, a cerdos y vacunos, según la Cámara de Comercio de Lima (CCL). Puesto que estas carnes son las más consumidas por los peruanos, el grano de maíz es un insumo fundamental para garantizar su alimentación. El otro 10% del MAD en el Perú se destina a la producción de forraje para alimentar al ganado lechero.
Al menos el 70% del maíz amarillo duro (MAD) que se consume en el país proviene del exterior (en el 2020 se importó US$ 740 millones), principalmente de Argentina, país con el cual deben competir los productores nacionales, señala Carlos Posada, director ejecutivo del Instituto de Investigación y Desarrollo de Comercio Exterior de la CCL (Idexcam). Los precios de dicho país suelen ser muy bajos debido a los grandes volúmenes que producen los argentinos, además de que cuentan con canales de comercialización adecuados y una eficiente logística de exportación.
Desde el punto de vista de Posada, impulsar la producción nacional de MAD no necesariamente debe apuntar a desplazar toda la oferta extranjera. Sin embargo, considera que el desarrollo de este sector sí debe orientarse a incrementar los volúmenes de su oferta y la calidad, para abastecer así a una mayor parte del mercado nacional y potenciar las exportaciones (en el 2019 sumaron apenas US$ 337 mil).
Posada estima que la producción nacional podría atender entre el 35% o 40% de la demanda interna, si se mejora la calidad, la productividad y se reducen los sobrecostos logísticos. Todo ello la haría más competitiva.
Con respecto a la calidad del producto peruano, cabe señalar que el Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA) presentó el año pasado el Maíz Amarillo Duro INIA 624 – KILLU SUK. Según indicó el INIA a gestion.pe, esta semilla cuenta con “buena capacidad defensiva, buen potencial productivo y efectiva respuesta a la fertilización”. Precisó que se adapta a suelos de selva alta y baja, es tolerante a enfermedades foliares y ofrece granos de buena calidad, ideales para la industria avícola y porcícola.
Posada Ugaz señala que las nuevas semillas desarrolladas por el INIA pueden representar un paso importante para impulsar este sector, si se logra que los productores la empleen a gran escala y se fomenta la asociatividad entre ellos, pues en su mayoría son pequeños agricultores. De acuerdo con información de las CCL, 82,000 familias dependen directamente del cultivo de maíz amarillo duro y el maíz amiláceo.
“Lo importante es que esta tecnología pueda utilizarse en cantidades importantes y que los granos sean homogéneos. Todos los productos que llegan a despegar en la exportación han logrado la homogeneidad”, señaló. Para ello, consideró, el INIA debe trabajar de forma conjunta con el Ministerio de la Producción, de modo que los productores obtengan el know how y sean integrados a una cadena productiva.