El rendimiento del bono del Tesoro a 10 años subió 33 pbs. en febrero, la mayor subida mensual desde fines de 2016. En los últimos diez años solo se han visto incrementos de similar o mayor magnitud en dos ocasiones: en mayo de 2013, luego de que el presidente de la Reserva Federal —Benjamin Bernanke por aquellos años— anunciara que se iba a comenzar a reducir las compras de activos financieros (tapering); y en noviembre de 2016, un mes antes de que la Fed subiera su tasa de referencia por segunda vez.
Hoy, a diferencia de las anteriores ocasiones, el banco central ha mencionado que la política monetaria se mantendrá muy expansiva por un periodo prolongado. Pero, también a diferencia de episodios pasados, las expectativas de inflación se encuentran hoy en máximos multianuales.
“Así, el empinamiento que viene experimentando la curva de Tesoros nos indica que los agentes del mercado apuestan a que la Fed tendrá que elevar su tasa de referencia más rápido de lo que la misma autoridad anticipa. Por ello, la inflación observada en los meses siguientes será gravitante pues, justamente, en los años posteriores a la crisis financiera de 2008, las presiones inflacionarias han sido la variable ausente. Su llegada supondría un reacomodo de expectativas respecto al curso que seguirían tanto la política fiscal como la monetaria”, afirma Alejandro Castillo, analista de estrategia de Intéligo SAB.
¿En qué se sustenta esta expectativa de inflación? Castillo da tres razones. En primer lugar, se espera que la economía estadounidense crezca este año alrededor de 6%. “La mejor situación de la pandemia en el país junto con el elevado número de vacunas contra la Covid-19 administradas diariamente —alrededor de 1.6 millones— genera la expectativa de que las actividades puedan pronto retornar a la normalidad. Además, el recientemente aprobado plan de estímulo fiscal por US$ 1.9 billones podría acelerar el ritmo de recuperación y presionar los precios hacia el alza”, explica.
En segundo lugar, los precios del petróleo han avanzado más de 27% durante el año, en línea con la esperada mayor demanda por energía mientras se levantan las restricciones a nivel mundial. El precio del petróleo se ha visto impulsado por las temperaturas inusualmente bajas en Estados Unidos que han restringido la oferta en Texas, y por la decisión de la OPEP de mantener reducida su producción diaria de crudo.
Por último, el cambio de régimen de la política monetaria también ha alimentado las expectativas de inflación. En agosto del año pasado, Jerome Powell mencionó que el objetivo de inflación de la Fed pasaría de una de 2% a una de 2% “en promedio”, con lo cual se permitiría que la inflación se ubique en niveles relativamente elevados sin mayores ajustes de política.
“En este escenario, los precios de los activos financieros a lo largo de las distintas clases registraron correcciones. Esto porque las mayores tasas de los bonos del Tesoro han tenido y deberían tener un impacto directo en activos considerados seguros, como la renta fija gubernamental, por el aumento de la tasa base en un contexto de mayor duración, y los metales preciosos, ante la ausencia de generación de un flujo de caja por invertir en ellos”, dice el analista de Intéligo SAB.
La renta variable también mostró una caída en tanto las expectativas de recuperación de este año se han venido incorporando en sus precios desde hace meses elevando su valorización. El efecto de encarecimiento del costo de la deuda a través de la mayor expectativa de tasas futuras es el efecto que ha resultado predominante en las acciones en los últimos días.
¿Qué esperar? “En escenarios de inicio de recuperación económica, si bien los ajustes esperados en tasas de interés suelen ser fuentes de volatilidad, en los meses siguientes suele ser el fundamento lo que predomina en el desempeño de los activos, siendo los más beneficiados los activos de riesgo”, asegura Castillo.