
Agua, fuego, tierra y aire reconfiguran insumos hasta elevarlos a preparaciones culinarias o artesanías con prestigio. En Perú, detrás de estas herencias artísticas hay también un factor cultural hambriento de preservación. Para ello, y al estilo de los cuatro elementos, existen cuatro signos oficiales que facilitan el reconocimiento de calidad.
La marca colectiva, la denominación de origen (DO), la indicación geográfica (IG) y la especialidad tradicional garantizada (ETG) —sellos avalados por el Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual (Indecopi)— cuentan desde julio de 2025 con una representación visual. Logotipos y consumidores conectan con la riqueza del mercado nacional y contribuyen a su competitividad.

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Cambio de “chip”: más conciencia
Las cuatro herramientas de propiedad intelectual son planteamientos antiguos con objetivos frescos. De ahí la novedad. “Durante los años previos, los esfuerzos en materia de sensibilización estuvieron dirigidos a un solo actor de la cadena, el productor; es decir, agricultores, horticultores y artesanos. A mediados del año pasado, entendimos que es importante en la ecuación el papel de los consumidores, que ellos comprendan que en un producto confluyen, seguramente, naturaleza y factor humano, un saber hacer”, sostiene Sergio Chuez, director de Signos Distintivos de Indecopi.
Ese “salto” ensancha la dinamización de las economías locales, explica Sandro Navarro, profesor del Departamento de Economía de la Universidad de Piura (Udep).
“Un ejemplo es la marca colectiva Ecochira, otorgada a productores de banano orgánico, que beneficia a más de 560 familias de Sullana y ha abierto las puertas de mercados europeos, donde la trazabilidad y sostenibilidad son requisitos indispensables. [...] Por otro lado, tenemos a la cerámica de Chulucanas, reconocida como denominación de origen (DO). Este sello ha revalorizado el trabajo artesanal y potenciado el turismo cultural en la zona", comenta.
Los únicos dos productos con el aval de la especialidad tradicional garantizada (ETG) —el pan de anís de Concepción y la papa a la huancaína— ya generan conciencia. Huancahuasi, elegido como el mejor restaurante de comida andina por los Premios Somos 2023, describe cómo se ha desplegado su demanda bajo la etiqueta y cómo lo hará ahora, con cartas que lucen el sticker oficial.
“A partir de ello [reconocimiento de la papa a la huancaína como ETG], ha habido un involucramiento mayor del consumidor de vivir la experiencia completa y de valorar la procedencia de cada ingrediente. [...] Como restaurante, nos convierte en guardianes de una técnica ancestral”, cuenta Paola Palacios, chef ejecutiva de Huancahuasi.
Observa también una participación democrática en toda la cadena productiva: son protagonistas el microempresario que comercializa el queso y los artesanos del batán. Sin ellos, el negocio no registraría ese aumento del 20% o 25% en la demanda del último mes. “Va a ser muy gratificante que seamos más los que nos unamos para revalorar las tradiciones del Perú”, acota.
Hoy en Piura se impulsa la verificación oficial del seco de Chavelo, el copús de Tambogrande , la malarrabia de Catacaos, la sopa de novios de Curamori, la chicha de jora de Tallán y la torta de canela de las Lomas como alimentos tradicionales, advierte Navarro. “Esto permitiría impulsar la reactivación económica de las regiones mediante el turismo gastronómico”, apunta.

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Alcance global del producto peruano
Juan Acosta, docente de la carrera de Administración y Negocios Internacionales de la UPC, se suma a la perspectiva económica detrás de los sellos y hace hincapié en la ventana que abren entre la demanda extranjera.
“El peruano sabe lo que tiene, pero lo importante es que refuerce la historia específica [del producto con signo]. Además, la identificación no está dirigida solo al consumidor local, sino también al consumidor internacional; así que hay una doble estrategia”.
Coincide Chuez: “A nivel global, el consumidor está predispuesto a pagar un poco más por productos que tienen características especiales; entonces la intención es poder ayudar a identificarlos”.
No obstante, para que el interés sea “el equipaje de mano” del turista, queda pendiente una campaña de comunicación. “Es un reto que el consumidor identifique, valore y pague. [...] Según cifras oficiales, tenemos alrededor de tres millones de turistas internacionales”, formula Acosta.
Al respecto, el vocero de Indecopi admite la trascendencia de una circulación informativa efectiva: “Tiene que ir de la mano de una labor de promoción y de concientización en el consumidor. Entonces, sí se está desarrollando, con la oficina de promoción y difusión del Indecopi, una estrategia para difundir con mayor intensidad el uso de estos sellos”.
Recalca que los aspectos que conforman el plan saldrán a la luz pronto. “La estrategia todavía está diseñándose y seguramente la vamos a tener en breve”. Mientras tanto, recuerda que, con la oficialización, el Perú está tratando de alinearse con iniciativas que otros países ya dominan.
“Existen otras experiencias en otras latitudes sobre el tema. En la Unión Europea manejan sellos para indicaciones geográficas (IG), denominaciones de origen (DO) y también especialidades tradicionales garantizadas (ETG) desde hace varios años. A nivel regional, Colombia, Chile y Brasil tienen sellos de naturaleza similar”.

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En búsqueda de la formalización
Los sellos oficiales también abrazan una forma de hacer patria: el fortalecimiento de la identidad comercial en la calzada de la formalización.
Acosta profundiza en la idea: “Con esta iniciativa se busca desarrollar cada una de estas asociaciones que, al final del día, están conformadas por pequeños productores, quienes son empujados hacia la formalización. [...] En el último APEC, se firmaron varios acuerdos para el acceso directo [al crédito] a pequeños agricultores que, justamente, podrían estar bajo el sello de marcas colectivas, sobre todo en el tema de castañas, paltas, arándanos, mangos y más”.
Insiste, así, que “la formalización significa acceso al crédito, capacitación, generación de ingresos y exportación”.
Con estos primeros pasos resueltos, empieza la carrera. Navarro recaba datos para exponer el provecho: “Por ejemplo, los productores de hongos comestibles de la marca colectiva Inka Wasi lograron incrementar en casi 300% el precio de sus productos gracias a la confianza que transmite la marca registrada. [...] Por otro lado, las ETG otorgan un valor cultural y gastronómico, tal como el pan de anís de Concepción que, desde su reconocimiento como especialidad tradicional garantizada, incrementó sus ventas en un 40% aproximadamente, y en 2024 estuvo presente en al menos 10 ferias gastronómicas”.
“Un producto con sello compite por calidad, reputación e historia, lo cual le da una posición mucho más sólida en el mercado”, remarca.

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“Revalorizar”, el ingrediente principal
Entre sellos, ajíes y un repaso de cifras favorables, se cuela constantemente un verbo: revalorizar. En suma, y de acuerdo con la RAE, equivale a devolver a algo el valor o estimación que había perdido.
Palacios tiene experiencia en los fogones de Huancahuasi, pero también en la fase de indagación que le permitió a la papa a la huancaína obtener la ETG: “A partir de toda la investigación, la recopilación de datos y el proceso que se vivió con todas las entidades y las personas empresarias, nació una revaloración hacia nuestra gastronomía, hacia un plato que es tan tradicional”.
Navarro esclarece el peso de la palabra: “La revalorización es clave porque convierte a los productos locales en activos culturales y económicos, capaces de generar orgullo e ingresos para la comunidad. [...] El maíz blanco gigante del Cusco es un cultivo, pero también un emblema de la identidad andina; y el café de Villa Rica es ahora un producto bandera de exportación”.
“En definitiva, es lo que asegura que los sellos oficiales no sean un simple registro, sino una herramienta para generar desarrollo sostenible”, concluye.

Redactora de Economía en diario Gestión. Periodista piurana con seis años de experiencia profesional en el rubro.