
La pobreza, además de representar escasez de ingresos, representa exclusión en dimensiones clave: educación, salud y vivienda. Si bien todo el Perú registra porcentajes en contra, Lima ‘goza’ de indicadores menos adversos en algunos escenarios. ¿A qué se debe?
ComexPerú reunió en un informe los resultados del 2024. En detalle, en la capital, las tasas de privación en educación —con 38.5%— y vivienda —12.5%— son las más bajas del país.
Pero la pobreza monetaria —insuficiencia de recursos económicos para adquirir una canasta básica de bienes y servicio— no registra la misma tendencia: con 27.7%, Lima ocupa el décimo lugar en la lista. Por encina se ubican Cajamarca, Loreto, Puno, Pasco, Huánuco, Huancavelica, Ayacucho, Piura y La Libertad.

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La pobreza y el aspecto demográfico
Daniel Najarro, analista de estudios económicos de ComexPerú, especifica que ambos tipos de pobreza no están directamente relacionados.
“La monetaria involucra un mercado laboral en el que crezcan los salarios y la formalidad. La multidimensional toma en cuenta la cobertura de servicios fundamentales que, muchas veces, provee el Estado”, determina.
Coincide Claudia Sícoli, directora de Economía y Negocios Internacionales de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC): “Si bien la salida de la pobreza monetaria ayuda a disminuir los niveles de pobreza multidimensional, la correlación inversa no necesariamente es así”.
Es decir, incluso con privaciones, un ciudadano puede encontrarse “más o menos estable” porque cuenta con el SIS o con el acceso a educación pública.
Sin embargo, Najarro explica que Lima sí posee un “patrón diferente al resto del país”. Remarca el aspecto demográfico y su protagonismo en los resultados de la pobreza multidimensional.
“A nivel nacional, cerca del 80% de la población vive en zonas urbanas. En Lima, la cifra de población que vive en zonas urbanas es del 98.8%, casi 99%. Ese escenario ocasiona una gran diferencia en los costos y en la accesibilidad de los servicios públicos”, detalla.
Se refiere a que instalar conexiones de agua y de electricidad dentro de una ciudad como la capital resulta más sencillo que en otras zonas “más alejadas”.
“En Lima, como todo es más cercano, los tiempos de emplazamiento son menores en comparación con lo que ocurre al interior del país. Ese es un primer alcance de por qué Lima progresa más en temas multidimensionales que en lo monetario”, manifiesta.
En esa línea, el especialista recuerda que la inflación se mueve de manera diferente en Lima. Lo hace, sobre todo, desde la pandemia a causa de la covid-19.
“Las cifras del INEI nos reportan que el gasto real per cápita (a nivel nacional) es cerca de un 9.6% menos (desde el 2020). Pero en Lima Metropolitana es de un 17.2% menos en comparación con el 2019. [...] La pobreza monetaria se mide en términos per cápita”, puntualiza.
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Tamaño de la familia en Lima
Otro agente importante que Najarro identifica en la dinámica de pobreza es el tamaño de la familia.
“En Lima, en promedio, el hogar tiene 3.4 miembros del hogar, y muchas veces se habla de hasta 4 [...]. Sin embargo, en Moquegua, los miembros del hogar en promedio son 2.7, un poco más bajo. El estándar a nivel nacional es cerca de 2.3″, precisa.
Ante dicho escenario, si dos personas adquieren ingresos, su desempeño monetario será desigual si deben cubrir los gastos de tres o de cuatro integrantes.
“El requerimiento de mayores ingresos en una familia mucho más grande es más difícil de cumplir en la capital”, resume.

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El tráfico en Lima
Además del encarecimiento de los alimentos a nivel nacional, Najarro resalta la trascendencia del tráfico en el bolsillo y en el bienestar social.
“El transporte no solo abarca el 8% del total de la canasta básica de consumo, sino que en Lima se registran las mayores pérdidas de competitividad vía tráfico. Mejor dicho, en Lima es mucho más difícil movilizarse y eso genera pérdidas en bienestar”, afirma.
Pese a las mejorías en conectividad e infraestructura, el tráfico trastoca la calidad de vida más allá del costo monetario.
Al respecto, el Índice de Competitividad Regional del 2024, a cargo del Instituto Peruano de Economía (IPE), arroja que Lima ocupa el segundo lugar, con un puntaje de 7,5 (en una escala del 0 al 10).
No obstante, el año previo, en el 2023, ocupó el primer lugar. Había sostenido esta propensión de liderazgo desde el 2013.
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Educación y vivienda, pero no salud
De acuerdo con los datos de Comex, en el 2024, el aspecto salud no contó con la misma ‘suerte’ de educación y vivienda: Lima posee un 30.1% de tasa de privación y, con ello, ocupa el noveno lugar a nivel nacional. Por encima están Puno, Ucayali, Tacna, Arequipa, Ica, Madre de Dios, La Libertad y Loreto.
“Lima no se encuentra atrasada en el mercado (salud) como tal, pero se ha estancado en el progreso. No ha logrado conectar con esa fracción de personas que todavía están en las zonas más remotas de la capital. Muchos componentes se han encarecido”, advierte Najarro.
El aspecto multidimensional de vivienda, por su parte, sí presenta resultados más favorables. El experto de Comex aclara por qué.
“En Lima es mucho más sencillo crear concesiones para agua, luz, vivienda. También, como Lima se ha desarrollado más como ciudad, es más probable reemplazar los combustibles dañinos o inocuos, como el carbón. Lo mismo ocurre con el tema de los pisos: frente a una mayor proporción de urbanidad, es menos común encontrar pisos de tierra, los cuales no son los adecuados para una familia”, sostiene.
En cuanto al aspecto de educación, el vocero recalca que la mejora no está vinculada con el desempeño, sino con la cobertura pertinente: “En Lima resulta más fácil encontrar un centro educativo cercano porque hay mayor proporción de escuelas. Es distinto en las zonas rurales del país”.
En suma, desde la mirada de Najarro, la proximidad y la centralización en la cobertura de servicios son condiciones que explican las mejorías multidimensionales en Lima.

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Pobreza multidimensional y monetaria: punto de encuentro
Sícoli, la voz académica, observa en la convergencia de ambos tipos de pobreza un posible curso de acción.
“Garantizar un nivel de salud, empleo, educación, vivienda, acceso a servicios públicos, etc. (enfoque multidimensional) podría ayudar a que las personas tengan mejores condiciones para encontrar mayores niveles de empleo y, por lo tanto, reducir los niveles de pobreza monetaria”.
Alude, así, al panorama de Huancavelica.
“En los últimos 20 años, se ha pasado de una pobreza multidimensional de 93.8% (en el 2004) a 37.3% (en el 2024); y de 92.8% de pobreza monetaria al 33.4% en el 2024. Esto, por ejemplo, va en línea con el registro de la Encuesta Permanente de Empleo Nacional (EPEN), en la cual se describe a Huancavelica como una de las regiones que tuvo el mayor incremento de empleo, con una tasa superior al 15%”, pormenoriza.
Retrocede, asimismo, en la variación de Lima. Observa que, en el 2014, la pobreza monetaria era solo del 12%.
“Lo que se ve es que la oscilación en la pobreza monetaria es más marcada y está mucho más relacionada con la oscilación del ciclo económico que con la pobreza multidimensional, que tiene una tendencia decreciente en todo el país desde el año 2004″, finiquita.

Redactora de Economía en diario Gestión. Periodista piurana con seis años de experiencia profesional en el rubro.