El protocolo sanitario para prevenir los contagios por COVID -19 en el sector textil -y con ello reiniciar actividades-, fue uno de los primeros publicados por el Gobierno, de manera que este rubro formó parte de la Fase 1 de la reactivación económica, en el mes de mayo.
Sin embargo, a agosto de este año, el panorama de reactivación no ha sido el esperado. En diálogo con Gestión.pe, el presidente del Comité Textil de la Sociedad Nacional de Industrias (SNI), Raúl Ortíz de Zevallos, señala que si bien los trámites con el Gobierno así como el contacto con ellos fue permanente, ahora relucen dificultades en el mercado.
Según explica, la industria textil depende de dos mercados, el nacional y el internacional. En el caso del nacional, indica que se basan en la demanda del mercado interno que incluyen las tiendas y los comercios, sin embargo, todo ello está paralizado.
“Basta darse una vuelta por las calles de la avenida Larco, en Gamarra (La Victoria) y por los centros comerciales y uno se da cuenta que los que están operando, lo están haciendo al mínimo”, dijo.
En este punto, es importante indicar que la presidenta de la Coordinadora de Empresarios de Gamarra, Susana Saldaña, alertó recientemente que el emporio se encuentra en su peor momento en plena crisis del COVID-19 a pesar de su reapertura (desde el 15 de junio), en tanto si la situación continúa, existe el alto riesgo de que se pierda para fines de año más del 50% de su masa empresarial y laboral.
En cuanto al mercado internacional, indica que las exportaciones textiles tampoco marchan bien. Indicó que el principal mercado de envíos textiles peruanos es Estados Unidos, sin embargo, solo tienen la posibilidad de exportar a un ritmo normal aquellos que exportan las prendas de vestir por catálogo mediante internet (E-commerce).
“Pero los que dependen de los centros comerciales en Estados Unidos, de las tiendas, de los grandes almacenes, están igualmente paralizados. La pandemia los ha afectado tanto o igual que nosotros, de modo que por más esfuerzos que estamos haciendo lamentablemente la actividad económica dentro del sector textil y confecciones no ha reiniciado en los niveles que hubiéramos querido”, dijo.
Nuevos costos y pérdida de empleo
A estos problemas de mercado, Ortíz de Zevallos señala que se suman los costos laborales que vienen asumiendo las empresas textiles.
Explicó que para reiniciar operaciones se deben cumplir con los protocolos sanitarios, lo que implica la compra de los implementos de seguridad como los termómetros, ropa especial y mascarillas, lo que se traduce en costos que deben ser asumidos por la empresa, y que con la situación que atraviesan, es difícil continuar. Ante ello, consideró que desde el Gobierno se deben dictar medidas para compartir dichos costos.
“Hoy día tenemos que en las planillas de las empresas tenemos un importante porcentaje de trabajadores que por cuestiones de edad, de salud, sobrepeso o hipertensión están en sus casas y lógicamente no pueden venir a trabajar, pero hay que pagarles. ¿ese costo quien lo asume? Las empresas. Entonces de todas maneras tenemos que sentarnos a conversar con las autoridades”, dijo.
De igual manera, indicó que desde el lado financiero, el programa Reactiva II no ha tenido los mismos resultados que el Reactiva I, por lo que no se ha podido pagar a los trabajadores de las empresas del sector textil.
En tal sentido, dijo que también se ha empezado a ver una pérdida de empleo en este sector que alcanza a unos 600 mil trabajadores.
“Ante la crisis, la principal inquietud y preocupación es salvar el empleo. No va a ver renta y tampoco va a ver ni utilidades para los dueños de las empresas, de modo que nuestra inquietud más importante es proteger y salvar el empleo de calidad, que da todos los beneficios al trabajador”, dijo.