
McKinsey Global Institute (MGI) detectó que la inversión extranjera directa (IED) está atravesando un cambio estructural que podría redefinir la economía mundial en la próxima década.
Según revela en su último informe, titulado The FDI Shake-Up: How foreign direct investment today may shape industry and trade tomorrow, los proyectos greenfield recientes se concentran en sectores estratégicos y de alto impacto, mientras que las economías emergentes, incluida América Latina, enfrentan una contracción sin precedentes en la captación de capital.
¿A qué se debe?
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Latam: así va la IED
En detalle, en América Latina, la energía —sobre todo proyectos fósiles financiados por capital europeo y de Medio Oriente— ha sido históricamente el principal imán para la inversión extranjera y, desde 2022, ha concentrado más del 80% del crecimiento de los proyectos respecto a los niveles de 2015-2019.
Por ello, iniciativas en Argentina, Guyana y México han cobrado relevancia estratégica al diversificar el suministro y reducir la dependencia de rutas vulnerables como el Canal de Suez y el Estrecho de Ormuz.
No obstante, entre enero y mayo de 2025, los proyectos de IED en la región cayeron de manera significativa, llevando los flujos a mínimos de las últimas dos décadas. Este retroceso coincide con la tendencia general de las economías emergentes —incluyendo Medio Oriente, África y Asia emergente—, en las cuales los proyectos, calculados en términos anuales, se redujeron en torno al 50% respecto al período 2022-2024.
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El reflector sobre nuevos sectores
Pero las expectativas se han movido hacia otros sectores: entre 2022 y 2024 la región mostró señales de diversificación con un aumento del 23% en los proyectos de inversión en comunicaciones, software y manufactura avanzada frente a sus niveles pre-COVID-19.
Este dinamismo incipiente podría convertirse en una vía para reposicionar a Latinoamérica en cadenas globales de valor, aunque dependerá de su capacidad para sostener y concretar dichos proyectos en un entorno cada vez más competitivo.

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Mirada global de la IED
El análisis de McKinsey Global Institute (MGI), basado en cerca de 200,000 proyectos de IED —realizados entre 2015 y mayo de 2025 en más de 190 economías—, evidencia que desde 2022 alrededor del 75% de los proyectos transfronterizos se han destinado a industrias del futuro.
¿Cuáles? Semiconductores, baterías, inteligencia artificial y centros de datos, además de energía y minería.
Antes de 2020, esa proporción era de aproximadamente la mitad. En términos de valor, el flujo anualizado de IED creció de US$1,137 mil millones en 2015-2019 a US$1,407 mil millones en el período de 2022 a mayo de 2025.
En tanto, Estados Unidos se consolida como el gran destino de la IED estratégica: concentra cerca del 90% de los proyectos globales en semiconductores en 2025 y aumentó su participación en centros de datos hasta el 20% del total mundial, frente a menos del 10% en el trienio 2022-2024.
Así, esta dinámica refleja el rol central de EE. UU. en la reconfiguración de industrias clave como la inteligencia artificial, la microelectrónica y la infraestructura digital.
