
El binomio investigación y desarrollo (I+D) apunta a conseguir conocimientos científicos y técnicos capaces de otorgarles ventajas de competitividad a las empresas. Aunque la propuesta es provechosa, de los países que conforman la Alianza del Pacífico (AP), Perú es uno de los que menos invierte en ella.
Christian Mesía Montenegro, director de Investigación, Innovación y Responsabilidad Social de la Universidad Privada del Norte (UPN), detalla los motivos que impulsarían a los sectores productivos más dinámicos de la nación a fijarse en la exploración científica.
Subraya, en esa línea, que la contribución a la economía “es evidencia, no retórica”.
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Sectores productivos con investigación en auge
—Del bloque económico de la AP, Perú es el país que menos recursos destina a la investigación científica, ¿en qué aspectos cree que se reflejan las consecuencias de este descuido?
En las desigualdades económicas, sociales, culturales. No existe una mejora en progresión geométrica de las condiciones de vida justamente por esta despriorización de la ciencia. Si vemos a nuestros vecinos de Sudamérica, podemos notar un desfase.
A menor inversión en ciencia, menor calidad de vida. Y no es retórica, son números puros y duros. [...] Al no tener como país una visión de mediano o largo plazo, no se prevén soluciones sostenibles. La ciencia no funciona a corto plazo, menos en un contexto de continua inestabilidad.
—¿Qué estrategia alienta un pacto entre las empresas y la academia para trabajar en favor de la investigación?
Orientar los esfuerzos de investigación hacia los sectores productivos que generan mayor Producto Bruto Interno (PBI) en el país. Ahí nosotros vamos a poder medir el impacto que tenemos en la industria. [...] Nos permite poner el foco en la investigación aplicada, pero sin descuidar la investigación básica.
Y, otra cosa, mirar también a aquellas empresas que están orientadas a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
—¿Qué sectores económicos poseen mejores condiciones para sumarse a la investigación académica?
En nuestra experiencia, el sector que más nos ha permitido aproximarnos, y de modo muy eficiente, ha sido el agroindustrial, en la optimización de procesos. Aquí tenemos un win to win porque la agroindustria aporta muchísimo al PBI y está alineada con los ODS.
Entonces, en este sector, trabajamos mucho en la reducción de mermas, en la elaboración de productos desde los desechos, bioplásticos, nanopartículas. En suma, trabajamos en la economía circular.
Igualmente, en este momento estamos ingresando al campo de la investigación en salud, con bioingeniería. También hemos tenido mucha apertura.
—¿A qué sectores les resulta más complejo establecer un camino de apoyo mutuo?
Nos gustaría trabajar de manera más cercana con el sector minero. Además del sector agroindustrial, hemos observado mayor interés del sector ganadero e, incluso, del sector metalmecánico. [...] Luego de ellos, servicios y salud.

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La triple hélice
—¿Qué programas tiene la UPN para movilizar la investigación en el Perú?
Tenemos un Centro de Apoyo a la Tecnología e Innovación (CATI), que es el centro a partir del cual se genera la mayor cantidad de patentes a nivel nacional.
Sostenemos acuerdos con algunas empresas para trabajar conjuntamente. No se trata solo de decir “Necesito tu dinero para escalar una innovación”, sino de que las compañías nos digan “Necesito tu conocimiento y vamos juntos a buscar dinero”. Es algo sumamente equitativo, con responsabilidades compartidas.
Entiendo que el contexto nacional obliga a las organizaciones a ser cautelosas con los modos de inversión.
—¿Cuál es el potencial de retorno que podrían contemplar las empresas al invertir en investigación y desarrollo (I+D)?
Más allá del beneficio propio empresarial, que es indudable, hay una mejora en los territorios en los cuales operan las compañías, en las condiciones de las personas que laboran, en la calidad de vida de quienes consumen los productos de las empresas.
Pero, eso sí, debe haber un marco cooperativo muy fuerte entre lo que se denomina la triple hélice: el Estado, la universidad y la empresa privada.
—¿Cómo se consigue una convergencia exitosa entre estos tres elementos?
Primero, necesitamos un marco regulatorio que nos permita trabajar conjuntamente. Luego, las universidades tienen la responsabilidad de realizar investigaciones de calidad con investigadores serios. Uno de los pilares de este campo es la competencia y la rigurosidad.
[...] Se trata de una dinámica de preguntas: ¿Qué problemas tienes tú? Y Yo te busco las soluciones. Todo con acuerdos de respeto, propiedad intelectual, delimitados y por escrito.
—A propósito de competencia y rigurosidad, el último informe de Edelman Trust Barometer 2025 arrojó que en el Perú la ciudadanía confía más en la figura del docente y del científico que en la del Estado, prensa y empresariado. ¿Cómo se podría aprovechar esta concepción para fortalecer la triple hélice?
No me sorprende que el científico tenga este rol, la ciencia no es conocimiento arcano ni magia negra. Es un proceso riguroso que se aprende a través de la universidad, en el laboratorio y en la práctica.
[Sería ideal] Que los científicos tengan una participación en la elaboración de políticas públicas, que la ciencia tenga un asiento. [...] La población lo que necesita ahora es confiar.
—Necesita una figura de agente de cambio...
El científico puede hacerlo hasta cierto nivel, pero el rol que nos compete es generar soluciones rigurosamente testeadas.
En el evento del 11 de junio, en el foro Investigación Aplicada para el Desarrollo del País, deseamos tender puentes de diálogo y poner este tema en la agenda. Aquí están las universidades, aquí están las empresas, aquí estamos todos para trabajar juntos. [...] No somos enemigos, somos aliados. Cada uno tiene su rol.

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El factor tiempo en la investigación
—¿Qué deben reajustar las universidades para que sus investigaciones resulten más atractivas a las empresas?
Un tema que debemos trabajar fuertemente como universidad es el tiempo. Los tiempos de una empresa no son los mismos que los de una universidad. No hablo de la investigación; este paso sí tiene su temporalidad, me refiero a los procesos.
[...] Felizmente, las universidades han adquirido agilidad en los últimos años. Caminar aceleradamente se expresa en el desarrollo de la investigación en el país, en el crecimiento de los artículos científicos, en el crecimiento de las patentes.
Las universidades están aprendiendo a ser ágiles para responder a los requerimientos de las empresas.
—¿Cuáles son los factores que han permitido que esa celeridad sea posible?
Un marco legal interno adecuado. Muchas veces las cosas se estancan documentariamente o por temas burocráticos. Entonces, nosotros somos ágiles en ese sentido. Buscamos el resultado y la optimización de nuestros procesos con eficiencia operativa.
—La IA contribuye con la eficiencia operativa...
Sí, la IA acelera los procesos, pero no se equipara con el funcionamiento de un microprocesador como el que tenemos en la cabeza. Es una herramienta muy importante que nos ayuda a cortar brechas. [...] Los investigadores estamos retando constantemente a la inteligencia artificial para poder ver sus límites.
—¿Y qué reta a los investigadores al momento de cumplir con su tarea?
Para la investigación, los fondos no abundan, claro que en el Perú ocurre una situación extrema, pero nosotros tenemos un equipo de científicos competentes que gana fondos concursables. Las empresas y los científicos vamos conjuntamente a buscar fondos, pero es un proceso que toma tiempo, quisiéramos ser más rápidos, pero no podemos.
En el Perú existe, además, un déficit de laboratorios de alto nivel. Los concursos de equipamiento son escasos. El sistema no prioriza la ciencia.
Un tercer problema es la fuga de talento. [...] Muchas veces, quienes se doctoran en el extranjero regresan bajo contratos de recibos por honorarios. No tienen estabilidad, por ello prefieren buscar una plaza allá.