
A pocos días del mensaje presidencial en Perú, cabe recordar que la inversión privada ha sido un motor de crecimiento clave para generar empleos de calidad y reducir la pobreza. Entre 2004 y 2013, cuando la pobreza se redujo casi 4% por año, la inversión privada creció 13.8% en promedio. Sin embargo, en los últimos cinco años, esta inversión solo se ha incrementado 1.9% por año, insuficiente para disminuir sostenidamente la pobreza.
El ritmo de crecimiento de la inversión privada es mayor durante el 2025, pero la incertidumbre electoral frenaría este impulso. Para superar dicha coyuntura, se requiere, entre otros, aprovechar el potencial de las carteras minera y de ProInversión, y evitar la aprobación de iniciativas legislativas que desincentiven a la actividad privada.
El actuar del Poder Ejecutivo y el Congreso de la República en el último año de sus mandatos debería enfocarse en impulsar estos objetivos.
LEA TAMBIÉN: Más de 12 mil obras en Perú son más caras que lo previsto al inicio: preocupación sobre la inversión
Inversión en positivo en 2025
Según el Instituto Peruano de Economía (IPE), la inversión privada se habría incrementado 7.5% en el segundo trimestre del 2025, acumulando seis trimestres consecutivos de crecimiento. Con ello, crecería 8.1% en la primera mitad del año, la tasa más alta en un semestre desde el 2013, sin considerar la recuperación económica tras la pandemia.

Esta estimación se sustenta en indicadores de frecuencia mensual que reflejan el comportamiento de la inversión privada.
A pesar de haber disminuido ligeramente en abril, el consumo de cemento habría crecido 4.6% en el segundo trimestre, su ritmo más alto en casi 4 años. Por otra parte, el volumen de las importaciones de bienes de capital, luego de haber crecido 20.8% en el primer trimestre del año, mantuvieron un alto dinamismo en el segundo trimestre (14.5%). Con ello, estas importaciones habrían crecido a doble dígito (17.6%) en un semestre por primera vez desde el 2012, excluyendo el rebote postpandemia.
Al analizar la inversión privada según sus componentes, el crecimiento en el presente año responde principalmente a la inversión no minera, donde destacan las obras de infraestructura de transporte como el Metro de Lima, cuya ejecución, según cifras de Organismo Supervisor de la Inversión en Infraestructura de Transporte de Uso Público (Ositrán), se incrementó 25.7% en el primer semestre respecto del mismo periodo del 2024.
Además, según cifras del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), el componente residencial se incrementó 2.8% en el primer trimestre del 2025, creciendo por primera vez después de diez trimestres consecutivos de caída. Esta mejora se explica por una mayor autoconstrucción, en un contexto de mejora de la capacidad adquisitiva de los hogares.

LEA TAMBIÉN: Mineras top en Perú en azul, pero con riesgo de “quedarse atrás” frente a tendencias globales
Elecciones e incertidumbre en el Perú
Para el resto del año, la inversión privada continuaría expandiéndose, aunque a un ritmo más moderado. Por un lado, el desempeño en la segunda mitad del año seguiría estando impulsado, en parte, por la recuperación de la inversión residencial. Además de la reactivación de la autoconstrucción, la mayor capacidad de compra de los hogares también apunta a un panorama favorable para el despliegue de inversiones en el sector inmobiliario.
Ello se refleja, por ejemplo, en la reducción del ratio entre el precio promedio de departamentos y los ingresos formales en Lima Metropolitana, que en el primer trimestre del 2025 se ubicó en su nivel más bajo en 11 años. Este escenario también se ve favorecido por las menores tasas de crédito hipotecario, las cuales se han reducido continuamente desde el pico alcanzado en 2022.

Sin embargo, la incertidumbre electoral permanece como el principal factor que frenaría la inversión privada desde fines del 2025. En episodios anteriores, la confianza empresarial suele deteriorarse durante los meses previos a las elecciones, lo cual impacta en el dinamismo de la inversión privada.
En esa línea, si bien en junio las expectativas empresariales sobre la economía a 3 meses acumularon 13 meses consecutivos en terreno optimista, dicho índice se ha moderado desde el pico alcanzado a inicios de año, lo que apunta a cierta cautela del sector privado a medida que se acercan las elecciones.

El contexto de incertidumbre también se ve reforzado por el elevado número de candidatos potenciales y escasas alianzas.

En ese contexto, el IPE estima que la inversión privada cerraría el 2025 con un crecimiento de 6%, el más alto en doce años excluyendo el rebote postpandemia. No obstante, se registraría un retroceso de 1.4% en 2026.
LEA TAMBIÉN: La joya petroquímica de China que tiene como socio al gigante saudi Aramco interesada en Perú
Oportunidades y riesgos
Para contrarrestar el impacto de la incertidumbre electoral, el mensaje presidencial debería priorizar el viabilizar las inversiones multianuales de gran envergadura que sean capaces de trascender el vaivén político.
Primero, debe aprovecharse el potencial de la cartera minera, sobre todo dado un contexto internacional favorable: al segundo trimestre del año, los precios de los metales eran 41% mayores al pico del anterior gran ciclo de altos precios en 2011.
Pese a los precios récord, la inversión minera en Perú se ha mantenido estancada en alrededor de 2% del PBI desde el 2020, menos de la mitad de lo alcanzado hace más de una década, cuando su participación superaba el 4%; y menos de lo registrado por Chile, nuestro principal competidor en el sector.

La cartera de proyectos de ProInversión es también una oportunidad para asegurar inversiones durante los próximos años. Luego de haber adjudicado 8 APP y proyectos en activos por cerca de US$ 9 mil millones en 2024, dicha agencia espera este año adjudicar 34 proyectos por más de US$ 8 mil millones.
A la fecha se había otorgado la buena pro a dos proyectos por una inversión total menor a US$ 400 millones, es decir un 5% de su meta de este año: en enero se adjudicó PTAR Chincha por cerca de US$ 100 millones y el último lunes se sumó la adjudicación de la Operación y Mantenimiento del Hospital de Emergencias de Villa El Salvador por US$ 284 millones.
Ahora, se acaba de adjudicar la Longitudinal de la Sierra Tramo 4, por US$ 1,582 millones, con los que el avance a julio sería de más US$ 1,900 millones.
Aún así, la adjudicación de más de 30 proyectos por año representa una alta complejidad. De otro lado, además de las adjudicaciones, se requiere iniciar la ejecución de la obra para lo cual es necesario que los sectores aprueben oportunamente los expedientes técnicos.

Por otra parte, existe el riesgo de que se presenten iniciativas legislativas que afecten el entorno de negocios o generen mayores rigidices en el mercado laboral. Un ejemplo reciente fue la presentación de un proyecto de ley que limitaba la participación privada en los terminales portuarios.
Ello también da pie a advertir que propuestas similares aparecerían durante la campaña electoral, afectando las expectativas y las decisiones de inversión y, de implementarse, erosionando la competitividad del Perú en el largo plazo.
“No puede desaprovechar la oportunidad”
Por Paola Herrera, economista senior del IPE
El mensaje del 28 de julio de la presidente Boluarte no debe desaprovechar la oportunidad de enviar una señal clara de respaldo a la inversión privada. Resulta clave anunciar medidas que mejoren las condiciones para la ejecución de proyectos, enfrenten el avance de las economías ilegales, y muestren una postura firme frente a iniciativas legislativas antitécnicas.
Solo así se podrá sostener la recuperación de la inversión, generar más y mejores empleos, y acercar al país a una senda de reducción de la pobreza que el próximo gobierno deberá retomar.
