
Las ganancias monetarias y los efectos sociales son objetivos armónicos si es que la empresa aplica “inversiones de impacto”. Se trata de una herramienta que facilita, a través de un financiamiento con enfoque, resultados económicos y, por ejemplo, ambientales. ¿Cómo se ha desenvuelto esta dinámica en Perú?
Tres líderes del sector privado —Gianfranco Ferrari, CEO de Credicorp; Álvaro Correa, CEO de Alicorp; y Rosanna Ramos, presidenta de Caja Los Andes— compartieron sus perspectivas durante la II Cumbre Peruana de Inversión de Impacto, a cargo de Aliados de Impacto. Gestión reunió los tres ejes en los que coincidieron.
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Rol del corporativo peruano
La posible vinculación del empresariado nacional con un objetivo social además de económico, de acuerdo con los expertos, depende del tamaño de la organización.
“El corporativo, primero que nada, debe identificar el tamaño de la empresa. Algunas tienen la posibilidad de contar con equipos internos que se dedican a ver de qué manera no se pierde el foco en el impacto positivo. Entonces, existen presupuestos destinados a programas de filantropía, de los cuales no se espera un retorno. [...] Pero, por otro lado, las empresas cada vez más tienen programas de sostenibilidad que integran una mejor manera de hacer las cosas”, sostuvo Correa.
Se refirió así a que en los procesos productivos han insertado un presupuesto direccionado a la responsabilidad social.
Ferrari apoyó la idea: “Estoy convencido de que las iniciativas de impacto tienen que ser sostenibles por sí solas; de lo contrario, es filantropía, que no tiene nada de malo; pero para que sean duraderas en el tiempo, deben ser rentables en algún momento”.
Citó, en esa línea, la aplicación Yape, que al día de hoy cuenta con 16 millones de usuarios, y casi 6 millones de ellos han ingresado por primera vez al sistema financiero: “Lo hicimos con la visión de negocio, pero también con la de cambiar la vida de las personas”.
“El otro frente que es superimportante es cómo nos relacionamos con toda nuestra cadena de stakeholders, como proveedores o clientes. [...] Segmentarlos, entender cuáles son sus necesidades, permite atender tanto la parte financiera como el aspecto de satisfacción”, añadió.
Ramos, por su parte, narró su experiencia al trabajar de manera cercana a Muhammad Yunus, quien en el 2006, junto con el Banco Grameen, recibió el Premio Nobel de la Paz por su labor para generar desarrollo económico y social desde abajo.
“US$7 prestaba, en ese entonces, a grupos de 10 o 14 mujeres [en Bangladesh], y miren los retornos. [...] Tenemos que apostar, tenemos que crear estos modelos, aunque sean pequeñitos, pero tienen que ser rentables, tienen que empezar con la visión de tener una entidad que también dé utilidad, que esté bajo las normas de la SBS y cumpla todas sus labores y responsabilidades”, dijo.

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Factor confianza + perdurabilidad
Aunque las iniciativas de las corporativas sean óptimas, hay un elemento que podría doblegarlas, indicó Ferrari.
“No podemos ser empresas exitosas en un entorno mediocre. Lamentablemente, en el Perú, nadie cree en nadie, hemos perdido la confianza. En el estudio reciente de Edelman, la confianza en los líderes en general es negativa, y el único segmento de liderazgo que se salva, pero pasando ni siquiera con 11, sino con 10.6, es el sector empresarial”, recordó.
Por ello, elevó un pedido: “Todos en el sector privado tenemos la presión de cómo hacer para que el entorno mejore. [...] Tenemos una responsabilidad y esa es la parte social; si vamos a la parte económica, Perú está caminando bien, entonces ahí hay un nexo, un encadenamiento que no está funcionando. Siendo el sector privado el único que tiene un poquito más de credibilidad, tenemos una responsabilidad de liderarlo y de tratar de articular ese ecosistema”.
Ramos coincidió con la premisa: “Me encanta ese ángulo. [...] El sector privado está llamado y más en un país como el nuestro, donde partimos de brechas estructurales no resueltas y que tampoco se van a resolver solas. El Estado solo no tiene la capacidad para hacerlo”.
El aliento de modernidad en la erradicación de dichas brechas, aseguró, es un paso pendiente: “Estamos tratando la pobreza en el Perú como lo hacíamos hace años, en vez de utilizar nuevas tecnologías, de entender que la pobreza en el Perú ha cambiado [...]. En Caja Los Andes seguimos viendo mucha oportunidad en la inclusión financiera, inclusión social de impacto. Le agregamos valor a la señora que tiene su ganadito, la familia que tiene dos vaquitas y de ahí produce leche. ¿Cómo ayudamos para que tenga eventualmente su bodeguita?“.
Correa intervino desde su experiencia con Alicorp: “Nosotros trabajamos con las bodegas. ¿Qué tenemos que hacer como empresa? Ayudarlos a que tenga un negocio sostenible, darles información, darles herramientas, darles buen producto, darles facilidades para el pago. [...] El capital no es necesariamente el problema, sino cómo lo uso. Puede haber financiamiento, puede haber intermediario, pero para mí lo clave son las incubadoras y las aceleradoras, porque ese capital destinado a un modelo que no funciona, se va a perder".

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Análisis sectorial para la inversión de impacto
Para aumentar la apuesta por inversión de impacto, Correa señaló a la educación como una osamenta en todo proyecto: “En el frente de educación hay mucho que podemos hacer. Por ejemplo, el programa de las ollas (comunes) puede ser complementado con herramientas de educación para que las madres alimenten mejor a sus hijos”.
Ferrari colocó sobre la mesa el potencial de la IA y su vínculo con el cobre: “Yo soy superpositivo acerca de lo que puede pasar en el Perú en los siguientes 10 o 15 años. Dos razones. Primero, la inteligencia artificial es básicamente consumo de data, que significa consumo de energía, y esa energía se transporta hasta ahora por cobre, la inversión en data centers en los siguientes 5 o 10 años va a ser brutal. [...] Lo otro es que todavía estamos viviendo un momento demográfico en Perú. Entonces, hay gente en edad de trabajar. Los indicadores macroeconómicos de Perú son espectaculares. Tenemos todo para hacer algo realmente diferenciador y regresar a crecer 5, 6 o 7% (PBI), como crecíamos hace algunos años”.
Ramos reforzó la mención: “Nuestros fundamentos macro, todos los drivers que tenemos, sobre todo en la gran industria de minería, de consumo y de banca, nos da un panorama muy positivo. Yo también creo que con ese cambio podemos llegar a los niveles de 7 u 8% de PBI”.
Incluso consideró un aspecto emocional: “Es un buen momento para explorar cómo trabajar juntos, porque nosotros no tenemos ese conocimiento, por ejemplo, en salud mental, que es un pilar básico si queremos solucionar problemas estructurales. No solo son las microfinanzas o la inclusión financiera”, concluyó.

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Redactora de Economía en diario Gestión. Periodista piurana con seis años de experiencia profesional en el rubro.