
En julio de 2023, se anunció en Perú la Ley 31814, que promueve el uso de la inteligencia artificial (IA) para el desarrollo económico y social del país. Sin embargo, el proceso de reglamentación ha caminado a destiempo: inicialmente, el estatuto se publicaba en junio; pero han pasado dos meses más para que al fin se asomen las novedades.
Óscar Montezuma, fundador y CEO de Niubox, comentó que este ordenamiento saldría a la luz en las próximas semanas, de acuerdo con la información de la Secretaría de Gobierno y Transformación Digital de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM).
Así lo refirió en una conversación previa al foro “Avance de la Inteligencia Artificial en Perú”, que organizan la Universidad Privada del Norte (UPN) y Gestión y cuya cita se desplegará el 3 de septiembre.
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Equilibrio en la regulación de la IA
Montezuma destacó la importancia de un marco que brinde detalles sobre la normativa.
“La ley es bien escueta. Es una ley que, en el mundo legal, llamamos declarativa. Hay leyes que sí son un poco más amplias desde su origen, esta no, y más bien todo el grueso de la regulación va a estar en el reglamento”, analizó.
Lo que incluiría esta iniciativa se asemeja a la perspectiva que recoge la Unión Europea (UE) en sus documentos oficiales.
“La comunidad europea establece una categoría de riesgos altos, medios, bajos y actividades prohibidas relacionadas con el uso. Por ejemplo, utilizar sistemas de inteligencia artificial para discriminar a la población. Lo importante, y eso todavía lo sabremos cuando se publique el reglamento, es que estos riesgos estén bien sustentados”, indicó.
Hizo hincapié en la sustentación porque, sin una adecuación a la realidad peruana, el reglamento podría resultar restrictivo más que beneficioso: “El problema de no ser muy específicos en estos temas es que se puede generar una serie de barreras en el uso de la tecnología, y lo que menos queremos es desincentivar la innovación por parte de las empresas, del Estado y de los usuarios en general. Hay que hilar muy fino”.
Recordó, así, que en una de las versiones preliminares del reglamento se establecía como riesgo alto la identificación biométrica, una emulación de la construcción europea que no encaja con la nacional.
“Nosotros no somos un país exportador de IA. En Europa el reglamento es bastante exhaustivo porque regula toda una cadena de intermediarios que participan en el desarrollo, la elaboración, la comercialización, la distribución, y cada tipo de categoría tiene una serie grande de obligaciones que cumplir. Nosotros no estamos en ese momento”, aclaró.

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IA en Perú: puntos obligatorios
No obstante, el especialista sí enlistó dos consideraciones que deben protagonizar el ya cercano reglamento.
“Todas aquellas prácticas que, por ejemplo, impliquen manipulación o explotación de vulnerabilidades de personas o colectivos, por edad, discapacidad o situación económica. En suma, una clasificación social discriminatoria”, observó.
Contempló también un discernimiento oportuno en las especificaciones.
“Uno de los peligros cuando se regula algo que tiene un impacto tan transversal como la inteligencia artificial es que no todo va a poder encajar en una sola ley. Hay un tema muy grande ahora en discusión, que es el de derechos de autor; pero Perú tiene una ley de derechos de autor, que es el decreto legislativo 822. De repente, ese es el espacio más adecuado para poder regularlo”.

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Triple hélice: énfasis en la academia
La triple hélice —Estado, empresariado y academia— actúa como una fuerza imperativa en el binomio de la investigación y desarrollo (I+D). Esta potestad no se altera, sino más bien se refuerza, cuando se incluye a la IA, afirmó Montezuma.
“[La IA] es un tema multiestamentario. No puede ser abordado de una manera aislada porque hay muchos puentes que comunican esto para construir un ecosistema que despegue. Para seguir promoviendo la adopción y el uso eficiente de las tecnologías emergentes es necesaria la colaboración de esos tres pilares”.
Enfatizó, incluso, el rol de la academia: “Las tecnologías nuevas tienen que ser enseñadas desde la forma a la organización. Es clave que la academia empiece a formar efectivamente a los profesionales del futuro; de lo contrario la inversión va a ser en vano porque van a salir formados [los alumnos] para el siglo pasado. Por ello, considero que la academia debe involucrarse también en discusiones públicas, como la regulación de la IA”, concluyó.

Redactora de Economía en diario Gestión. Periodista piurana con seis años de experiencia profesional en el rubro.