
El mercado global de agroquímicos —que avanza al ritmo del crecimiento demográfico y de la agricultura comercial— registró en el 2024 US$ 79.3 billones, de acuerdo con Cultivida. ¿Qué participación tuvo Perú y cómo va su demanda en los primeros ocho meses del año?
Durante la charla “La innovación agrícola es esencial para el desarrollo sostenible”, el gremio destacó que proteger a los cultivos de plagas y malezas de cara al 2030 exige una mayor conciencia en el uso de biopesticidas. Por ello, a nivel nacional se ha fijado la meta —bajo el mismo plazo— de capacitar a un millón de personas.
La expectativa se “siembra”, a la vez, con un componente de innovación vinculado a la Inteligencia Artificial (IA), el mismo que llevará a los agricultores a tomar decisiones más oportunas en el rendimiento de cada metro de campo.
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Importación de insumos agrícolas en Perú
Rubén Carrasco, CEO de Cultivida, presentó la data acerca de la demanda de Perú con respecto a cuatro insumos agrícolas: fertisuelo, bioestimulante con componentes orgánicos; agroquímicos; semillas y foliar, nutrientes exclusivos para las hojas.
En detalle, comparó los millones de dólares en importación del periodo de enero a agosto de 2024 con el de 2025. Así, el fertisuelo sufrió un descenso de 8,7%: US$ 451,62 millones pasados frente a los US$ 412,22 millones actuales.
Los agroquímicos presentaron una reducción incluso más aguda, de 10%. Es decir, pasaron de US$ 217,33 millones a los US$ 195,8 millones.
Leandro Stella, presidente del Consejo Directivo de Cultivida, aclaró la causa: “Básicamente, la baja de fertilizante y de los productos de protección de cultivo es por temas de valor de dólar de la misma unidad. Entonces, Perú sigue importando el mismo volumen, pero como tiene un precio menor, se baja en dólar. Pero en cantidad, en algunos cultivos, incluso se incrementó la utilización”.
Carrasco reforzó la premisa con un ejemplo: “Durante el conflicto entre Ucrania y Rusia, los precios de los fertilizantes al final se dispararon. [...] El valor en esa oportunidad, que era más o menos US$ 1 millón de importación al año, bajó a US$ 600. La caída fue casi de un 40%”.
Por su parte, semillas consiguió un aumento monetario de 1,4%: pasó de US$ 50,17 millones en 2024 a US$ 50,89 millones en 2025. La misma suerte la experimentó foliar, con un repunte de 17,4%: de US$ 47,38 millones en 2024 a US$ 55,62 millones hasta agosto de este año.

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¿Competitividad según la moneda?
Stella explicó el protagonismo del tipo de cambio en el sector agroindustrial: “Puedes tener un producto que llega en dólares, pero con un valor monetario en soles mejor para la empresa nacional. [...] Cuando el dólar baja, es más competitivo exportar”.
Asimismo, consideró el factor de la mano de obra: “El principal detalle para la agroindustria empresarial es el tema de la mano de obra, que es el gran costo hoy. Entonces, a ellos les torna mucho más rentable el negocio porque pagan la mano de obra en soles”.
Y agregó: “Es un cuchillo de doble filo. Muchas veces tú quieres exportar con un dólar caro que te favorece para pagar a tu empleado, pero a la hora de comprar te cuesta más. Felizmente, en el Perú tenemos la menor tasa de inflación de Latinoamérica y eso es muy bueno”.

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Cultivos: distribución de los insumos agrícolas
Stella precisó que algunos de los productos que integran el top en la canasta agroexportadora requieren más defensivos agrícolas (agroquímicos y foliares):
“La uva de mesa hoy es el cultivo por unidad de área que usa más defensivo agrícola. Pero de ese defensivo agrícola, la mayor parte es de productos biológicos, productos verdes, sanos. La uva de mesa hoy tiene un costo de entre US$ 4,000 a US$ 4,500 por hectárea de inversión en defensivo agrícola”.
Se refirió también al arándano, que oscila los US$ 2,000; el cítrico, entre US$ 2,000 y US$ 3,000. “En palta varía. La palta de exportación está entre US$ 650 y US$ 700; mientras que la palta de la agricultura tradicional está en US$ 200″, adicionó.
Analizó, en ese sentido, que la variabilidad según territorio de siembra ocasiona que “el Perú sea tan potente ante los ojos del mundo”. “Este país sobresale en momentos en que nadie más produce, tenemos una calidad y podemos hacer volumen. Perú hoy usa solo entre 19 y 20% del área agrícola. Debemos expandirnos. Debemos destrabar los proyectos de irrigación que llevan paralizados 15 o 20 años”, acotó.

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Riego tecnificado: la clave
Al comentario de Stella se sumó Oscar Rodríguez, country manager de FMC Corporation y socio de Cultivida: “Son 250,000 hectáreas con sistema de riego tecnificado aquí en Perú. Eso es sinónimo de mayor inversión, mayor tecnología; pero para agroindustria hay destinadas solo 3 millones de hectáreas. O sea, todo el otro porcentaje se enfoca en la agricultura tradicional. En suma, agroindustria, pocas hectáreas; masivo, muchísimas hectáreas”.
Ante esta distribución, argumentó otro dato: “En lo que respecta a inversión agroquímica, las pocas hectáreas destinadas a la agroindustria de alto nivel tecnológico tienen en una parte, casi la mitad del mercado agroquímico, fertilizantes”.
Esta dinámica se debe a que el Perú presenta una rica diversificación de cultivos en costa, sierra y selva: “Es tan diferente el norte del sur que eso es lo poderoso de nuestro país. Podemos atender diferentes cultivos bajo diferentes realidades, dos campañas al año cuando otros países ven la uva en el norte y dicen: ‘¿Cómo hacen esto los peruanos?’. Bueno, tenemos el factor clima, el factor innovación".
Desde su perspectiva, la fórmula I+D+i —investigación, desarrollo e innovación— debería ser la médula que posibilite cumplir los objetivos que el sector ha planteado para el 2030.
El dato:
- Los expositores observaron que el recambio generacional en el agro se presenta como un podio conveniente para que los agricultores emergentes conecten la tecnología con el cuidado y aprovechamiento de la tierra.

Redactora de Economía en diario Gestión. Periodista piurana con seis años de experiencia profesional en el rubro.