La inteligencia artificial en el ámbito educativo se perfila como aliada. Bajo un uso correcto, es una herramienta clave para garantizar que sus beneficios lleguen de manera inclusiva a las aulas de formación básica y superior. Así lo estima María Beúnza, CEO de Human AI, un asistente digital que analiza instantáneamente las competencias socioemocionales a partir de textos en lenguaje natural.
La también pedagoga conversa con Gestión y esboza el principal impacto de engranar la IA con la dinámica de instrucción académica. En esa línea y pese al debate profundo en torno a la explotación de este campo de la informática, es enfática al recordar que existe un compromiso de responsabilidad de por medio.
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Enseñanza personalizada: la novedad
La especialista detalla que la inteligencia artificial se ha convertido en un motor de personalización educativa. “En el 2025, la IA ya no solo facilita el acceso al contenido educativo, sino que permite adaptar la enseñanza a las necesidades individuales de cada estudiante, incluso del propio profesorado”, sostiene.
Es decir, como los modelos avanzados de IA pueden evaluar las competencias socioemocionales y las cognitivas en tiempo real, les da espacio a los docentes para ajustar sus metodologías según los requerimientos de sus oyentes.
Y, aunque inicialmente podría parecer que esta soltura colocaría en riesgo el trabajo de los maestros, ensancharía más bien su misión y, por tanto, su papel esencial en el mundo. “El rol del docente no es únicamente la instrucción: enseñar y trasladar contenidos. La IA no le sustituye, sino que les brinda herramientas para hacer su trabajo de una manera eficiente y mucho más personalizada”, resume.
Por ello, en lugar de reemplazar la enseñanza, la IA da pie a que los profesores se enfoquen en tareas que requieren más inteligencia emocional, más creatividad. Recalca que “un liderazgo pedagógico es importante porque ayuda a identificar fortalezas, áreas de mejora y faculta hacer acompañamiento”.
Refiere al respecto, que el factor de educación personalizada siempre ha estado mapeado en el esquema, pero recién, con la celeridad que permite la herramienta digital, se desplegaría en armonía.
Incluso aborda la característica de la presencialidad y advierte que la IA no la anularía. “La IA transforma el aprendizaje en entornos digitales, sin duda, pero la presencialidad sigue siendo insustituible en muchos aspectos: la interacción humana es clave, el aprendizaje colaborativo, la creatividad, la construcción de identidad”, dice. Apuesta, sobre todo, por la predominancia de una fórmula híbrida.
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Ética en la IA
Beúnza resalta en amarillo el marco ético que protege el uso de la IA. En el caso de Human AI, existe, por ejemplo, un código de conducta ética digital entre quienes la desarrollan, diseñan, implementan y utilizan, lo cual le permite superar con éxito los mecanismos de auditorías enfocados en detectar sesgos en los algoritmos.
Sin embargo, reafirma su posición de que hay una “cuestión de voluntad” en la relación humano-digital. Alude a que entrenar una IA es algo que ya existe desde hace mucho. “No es un trabajo nuevo. Como usuarios y clientes lo llevamos haciendo hace bastante tiempo, cada vez que damos un like en una red social, cada vez que decimos que nos gusta o no una película en Netflix y hay infinitos ejemplos”, argumenta.
¿Un camino facilista?
El punto anterior lleva a la experta a reflexionar sobre el debate, casi temor, con que avanza la IA en el rubro educativo. Ante el panorama, recapitula que la alarma de someter a los estudiantes a una vía de información “más accesible” y, con ello, “de menos esfuerzo”, es antigua.
“Esta corriente también las vivimos con Google en el momento en que se pudo buscar toda la información. Puede ser facilista. El que quiere hacer trampa y no quiere trabajar encontrará siempre la forma; pero lo cierto es que en la medida en que estemos bien preparados, tantos los profesores como el alumnado, para emplearlo a nuestro favor, va a aportar mucho más de lo que se temía”, precisa.
Cuestiona, entonces, el sistema educativo que se sostiene en una repetición memorística. Sugiere que, a pesar de que la IA arroje conceptos y resuelva dudas de inmediato, el pensamiento crítico siempre tendrá la puerta abierta para ser explorado. Aplaude a aquellos docentes que usan la IA y luego les solicitan a los alumnos aplicar la respuesta en un contexto propio y brindar su opinión.
“Suministrar la información y hacer que los estudiantes trabajen con esa data que ya ha sido curada”, remarca. Sintetiza con una certeza: “La IA personaliza la educación, pero capacidad de motivar no la tiene. [...] Gracias a la IA por fin hablamos de la ética humana”.
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Beúnza formará parte de la cartera de expositores que protagonizarán el Congreso Internacional de Educadores (CIE) 2025, un evento anual organizado por la Universidad Peruana de ciencias Aplicadas (UPC) que tiene como objetico reunir a expertos nacionales e internacionales en la materia. El evento se desarrollará el 4 de febrero.
Redactora de Economía en diario Gestión. Periodista piurana con seis años de experiencia profesional en el rubro.
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