
La R4T es la última variante del hongo Fusarium y llegó a Piura, la región líder en la producción y exportación del banano orgánico, en 2021. Desde entonces, el norte vive en constante alarma porque, una vez que la enfermedad causa la marchitez de la planta, ya no hay forma de salvar el ejemplar. ¿Cuál es el estrago económico que se genera?
El director regional de Agricultura de Piura (DRAP), Antonio Valdiviezo, compartió con Gestión las cifras que evidencian el problema.
“Tenemos más de 10,000 hectáreas de banano orgánico en nuestra región. Hasta la fecha, hay entre 500 y 700 hectáreas que están perdidas totalmente. Y afectadas, unas 1,400 a 1,500 hectáreas. Esa es la realidad”, sostuvo.
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Invasión del Fusarium en Piura
Solo en el Chira, en Sullana, se han registrado 300 hectáreas de banano orgánico listas para desechar. Es decir, el cultivo atravesó una muerte regresiva —ramas y brotes se vuelven amarillos desde la punta hacia el interior del árbol—. Por ello, los agricultores de la zona, recientemente, le han exigido al Gobierno de Perú una declaratoria de emergencia.
“Este hongo no tiene cura, pero podemos frenarlo para que no contamine a otros sectores que están sanos, o que no se expanda a otras regiones de nuestro país”, precisó Valdiviezo.
En esa línea, enlistó qué partes del territorio piurano ha invadido el Fusarium: Querecotillo, Salitral, Poechos Pelados, La Peña, La Huaca y Pueblo Nuevo de Colán.
“En Piura, todavía hay algunos sectores que están sin presencia de este hongo. Por ejemplo, en el Medio Piura y Alto Piura no tenemos registro hasta el momento. Hasta donde tengo entendido, tampoco hay expansión en otras regiones”, acotó.

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Banano orgánico: ¿exportación en riesgo?
La campaña de banano orgánico del 2024 estuvo marcada por problemas logísticos que redujeron el 10% de sus exportaciones, según informó Fresh Plaza. Este año, además, se suma el protagonismo del hongo Fusarium.
“El banano orgánico es una cadena productiva que nació en 1998, con 248 hectáreas. Luego hemos alcanzado hasta más de 10,000 hectáreas. En un año normal, antes del Fusarium, generábamos US$ 150 millones o US$ 160 millones por campaña; pero, a raíz de esta enfermedad, ha bajado hasta US$ 100 millones o US$ 110 millones”, especificó Valdiviezo.
En detalle, en 2024 se envió al exterior US$ 115 millones por banano orgánico, un aumento de 6.4% comparado con 2023. En el 2025, al primer semestre, se exportó US$ 60 millones, esta vez, una caída de 2.7%.
Las estimaciones para el cierre del actual periodo bordean la cifra: “Creo que [va a cerrar] entre US$ 100 millones y US$ 110 millones, pero si unimos esfuerzos, podemos vencer la expansión de esta enfermedad. Invocamos a todos los involucrados de esta cadena productiva a sumarse a los esfuerzos [para contraatacar el Fusarium], sobre todo al sector privado: exportadoras e importadores. Es una tarea de todos”.
El especialista también resaltó el aspecto laboral que queda desprotegido ante el eco del Fusarium: “Son alrededor de cinco millones de jornales de mano de obra no calificada que genera esta cadena productiva en nuestra región”.

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Contraataque al hongo del banano orgánico
De manera articulada con el Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA), el Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa), la Junta Nacional de Banano (Junaba) y la academia —en este caso, la Universidad Nacional de Piura (UNP)—, se han instalado parcelas de investigación con la variedad Formosana 218, un banano tolerante al Fusarium.
“Es una variedad procedente de Taiwán que se viene probando en ocho parcelas demostrativas para ver la resistencia de este hongo y su comportamiento a las condiciones ambientales de nuestra región”, refirió Valdiviezo.
“En paralelo, hay también seis variedades procedentes de Francia que están cumpliendo cuarentena para luego, en octubre, llevarlas a parcelas demostrativas y ver la resistencia contra el hongo”, adicionó. Incluso, se ha considerado el uso de los Trichodermas, controladores biológicos.
Todas estas medidas se alejan, por supuesto, de la intervención química.
“No podemos aplicar ningún plaguicida porque ya no estaríamos hablando de una fruta orgánica, sino de una fruta convencional. Lo orgánico no permite aplicación de plaguicida, pero podemos controlar plagas con bioles, que son abonos preparados con productos vegetales; así como incorporar materia orgánica o microorganismos al suelo”, dijo el director de la DRAP.

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Bioseguridad, una arista pendiente
Adicional a las respuestas agrarias, hay una iniciativa vinculada con la bioseguridad que la DRAP lanzará en octubre, también en coordinación con las entidades interesadas.
“El proyecto contempla todo el tema de bioseguridad, para que todas las cuadrillas que cortan plátano convencional y plátano orgánico tengan sus guantes, sus botas desinfectadas y toda la indumentaria correcta”, adelantó Valdiviezo.
Argumentó que este eslabón es importante para combatir la propagación del hongo Fusarium, la cual se caracteriza por la circulación mediante partículas de suelo contaminadas, adheridas a objetos como herramientas de campo, prendas o vehículos. La irrigación juega un papel decisivo; en suma, las tormentas también pueden llevar el hongo a nuevas plantaciones.
“En el último periodo Yaku se diseminó más este hongo, producto de las intensas lluvias”, recordó.
Si bien el Fusarium puede permanecer latente en el suelo o en varias plantas huéspedes durante décadas, es posible que la tierra se vuelva a trabajar.
“El suelo no se pierde, pero todos estamos haciendo el esfuerzo de mejorar la fertilidad del suelo; es decir, de darle más alimento con humus, estiércol y biochar (material rico en carbono), que también está dando muy buenos resultados. Las áreas afectadas se llevan a cuarentena cinco o seis meses, mientras se incorporan todas estas riquezas al suelo”, concluyó.

Redactora de Economía en diario Gestión. Periodista piurana con seis años de experiencia profesional en el rubro.