1.6 millones de limeños tienen un empleo precario o mal remunerado (subempleo por ingresos), lo que representa alrededor de 531 mil más del registro prenpandemia, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).
Cabe indicar que la población subempleada por ingresos (subempleo invisible) es aquella que tiene un empleo (asalariado o independiente), en el que normalmente trabaja 35 horas o más a la semana, pero cuyos ingresos son menores al ingreso mínimo referencial (que se ubicó en S/ 1,183 en noviembre del 2022, según estima el INEI).
En particular, con data del último trimestre del 2022, si bien se este segmento se redujo en 1.2% respecto al mismo periodo del 2021, contra el 2019 su nivel es 49% mayor. Por su parte, la variación anual presentada por INEI es de 42% respecto al periodo prepandemia.
Según Yohnny Campana, economista asociado de Macroconsult, la dinámica laboral en el 2022 no ha favorecido al empleo de calidad y mayores salarios.
Destacó que se ha tenido como marco una inversión privada (factor clave en la generación de empleo formal) con un crecimiento acotado, al igual que otros componentes de la demanda interna.
Asimismo, mencionó que, por lo anterior, las personas que recién se integraron al mercado laboral posiblemente fueron las que se incorporaron principalmente al segmento de subempleo. Es decir, no hubo suficientes vacantes de empleo adecuado para absorber esa masa laboral.
Eso ha sido más acentuado en el último trimestre del año, en el que el dato de inversión incluso habría sido negativo. Asimismo, respecto al último mes, el mercado laboral podría haber estado perturbado por el clima de convulsión social.
“La recuperación del empleo ha sido sobre todo en volumen y gran parte informal, y no hay mucha disposición a pagar más o lo que corresponde. El sector informal, que es mayor al 2019, ha sido el espacio en el que los trabajadores se han cobijado para agenciarse de algo de ingresos y, como consecuencia, ha habido una pérdida importante de productividad laboral. La actividad económica se ha moderando hacia el último trimestre del año, tanto por inversión como consumo, y cerró muy mal por las protestas”, anotó.
Inflación también pesó
Al respecto, Fernando Gonzáles, economista del Instituto Peruano de Economía (IPE), indicó que, si bien la recuperación del empleo después del periodo de restricciones más estrictas fue rápida, esta pasó a costa de un mayor empleo informal y subempleo. En especial en las zonas urbanas.
Señaló que, por un lado, esto se explica por el deterioro que se ha visto en la confianza empresarial, que impacta en la inversión privada y la creación de empleo formal.
“Se ha visto un incremento del empleo formal durante el año pasado, pero centrado en el sector agropecuario. Cuando se ve los datos de Lima no se refleja, pues este sector emplea principalmente fuera de esta zona. Las zonas urbanas más bien tienen a sectores como servicios y comercio que recién han tomado algo de impulso el año pasado. Aunque, el efecto que ha jalado hacia abajo las cifras (de empleo formal) ha sido la incertidumbre política”, apuntó.
Gonzáles mencionó también que la inflación y su impacto en la pérdida de poder adquisitivo ha contribuido al incremento en la cifra de subempleo invisible.
“La tasa de subempleo por ingreso se ha venido incrementando desde octubre. El aumento de la inflación hace que el ingreso mínimo referencial suba, pues la canasta mínima de consumo es más cara. Hay un efecto estadístico, pero el impacto es real, pues el mismo trabajador, con su mismo ingreso, ahora no puede cubrir su canasta de consumo por una mayor inflación”, anotó.
Agregó que, en cuanto a empleo adecuado (aquel que recibe una remuneración por encima del mínimo referencial) está lejos de su potencial, debido a la interrupción de tendencia que supuso la pandemia. “Aproximadamente nos faltan 400 mil empleos adecuados en Lima Metropolitana para alcanzar el nivel que hubiéramos tenido de no haber pasado la pandemia”, indicó.
Perspectiva
Campana mencionó que no hay certeza aún sobre la dinámica que espera a la inversión privada y, en consecuencia, al empleo, debido al clima de convulsión social.
“En el corto plazo, si los conflictos no se gestionan de manera adecuada, no hay muchas razones para creer en un mercado laboral más fuerte. Si pasa lo contrario entonces sí hay espacio para un crecimiento de la inversión privada, demanda interna, más empleo formal y, por lo tanto, que se reduzca el empleo mal remunerado. Por ahora ambos escenarios son probables”, apuntó.
El economista del IPE indicó que el panorama no se presenta auspicioso para la crisis de gobernabilidad. “A partir de la nueva administración se tiene como positiva esta suerte de señales sobre no seguir la agenda 19, lo que podría mejorar las expectativas de contratación formal. Por otro lado, incertidumbre es lo que más golpea expectativas”, anotó.
Ingresos menores al 2019
Según el INEI, el ingreso promedio anual no se ha recuperado respecto al 2019 (en el último trimestre móvil sí), pues es 1.2% menor.
Si se observa por ramas de actividad, los sectores de construcción y comercio se encuentran por debajo de su nivel prepandemia, en 3.7% y 3.3%, respectivamente (en el cuarto trimestre también se encuentran por debajo).
“En comercio hay una mayor proporción de trabajadores que están en empresas más pequeñas, de 1 a 10 trabajadores, en contraste a lo que pasó en empresas de 50 a más trabajadores. Entonces, estas empresas más pequeñas, como bodegas o comercio ambulatorio, sirven para explicar los ingresos más bajos”, dijo Gonzáles.
Dato
- La población ocupada con empleo adecuado en Lima Metropolitana alcanzó los 2.8 millones. Si bien comparado con el 2021 aumentó 21.9%, respecto al 2019, aún hay 300,600 limeños menos con empleo adecuado, según INEI.
- Según INEI, la tasa de subempleo por ingresos pasó de 21% en el 2019 a 28.9% en el 2022. En el 2021 fue de 30.2%.