
El Rinconada Country Club, fundado el 25 de septiembre de 1967, se ha consolidado como una de las instituciones sociales más exclusivas de Lima. En 2012 incorporó una sede de playa y ahora inicia una nueva etapa bajo la presidencia de Patricia Carreño, con planes orientados a modernizar su infraestructura y elevar el estándar tecnológico en todas sus instalaciones.
Carreño señaló a este medio que el club mantiene una posición financiera estable y opera con un nivel de membresía acorde con su capacidad instalada. Actualmente, Rinconada Country Club cuenta con aproximadamente 3,200 socios titulares, sin incluir a sus familias.
“Por estatuto, el número máximo permitido es de 3,500 asociados, una medida que busca evitar la saturación del club y garantizar la calidad del servicio. Hoy estamos en un buen nivel y aún existe un margen para admitir nuevos socios. Sin embargo, no contamos con un equipo comercial que venda el club hacia afuera; quienes llegan lo hacen por recomendación o por participar en actividades sociales y deportivas”, indicó la directiva.
Hacia el próximo, Carreño ha delimitado los próximos pasos que busca concretar para mejorar la propuesta de valor del club, enfocado en ejecutar diversas inversiones en sus dos sedes. “Los clubes sociales están en una etapa de transformación. Hoy deben ser más abiertos y sostenibles. El reto es mantener la esencia familiar y los valores que les dieron origen”, anotó.

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Foco en tecnología y otras inversiones en infraestructura
Bajo la nueva administración, Rinconada Country Club enfocará sus esfuerzos en modernizar su infraestructura y elevar su capacidad tecnológica. En los próximos días, la administración presentará en asamblea su propuesta de inversión para 2026, cuya aprobación definirá el inicio de obras. El presupuesto anual que Carreño propondrá asciende a aproximadamente US$ 750,000, monto que se distribuirá entre la sede de playa y la de La Molina.
En detalle, Carreño comentó que para 2026 el club priorizará la implementación de sistemas de control de acceso, soluciones de seguridad inteligente y la digitalización de servicios en la sede de La Molina. La inversión estimada para este programa asciende a US$ 200,000.
“Buscamos ganar eficiencia sin perder la esencia humana del club, cuidando siempre la estabilidad financiera y la sostenibilidad de nuestras operaciones. También tenemos contemplado nuevas obras de infraestructura y la construcción de una cancha de pádel”, señaló la presidenta.
Otro eje de trabajo será potenciar la sede de playa. Aunque actualmente cuenta con zona de búngalos, piscina y restaurantes, Carreño considera que aún existe un amplio margen de desarrollo. Entre los proyectos en evaluación figura la construcción de un nuevo espacio social de aproximadamente 850 metros cuadrados. También planean implementar veredas que conecten los búngalos con la playa y la piscina, además de mejorar las áreas verdes para replicar el estándar de la sede principal.
Por ahora, el club no evalúa adquirir nuevas sedes; su objetivo es fortalecer y desarrollar las dos actuales.

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El perfil del socio
Carreño explicó que el club mantiene un perfil tradicional, con familias que han permanecido por generaciones. “A esta base histórica se ha sumado, en los últimos años, un grupo importante de familias jóvenes, principalmente entre los 35 y 40 años, que buscan espacios recreativos seguros y actividades para sus hijos. Actualmente contamos con un mix equilibrado entre socios históricos y nuevas familias”, señaló.
La cuota mensual asciende a S/ 350, mientras que el derecho de ingreso se sitúa en US$ 35,000. Estas tarifas no han registrado variaciones en varios años, salvo el ajuste reciente de la cuota de mantenimiento, actualizado a inicios de este año después de un largo periodo sin cambios.
La presidenta destacó que la tasa de salida de socios es mínima: usualmente solo uno o dos miembros deciden retirarse cada año, por razones asociadas a viajes o mudanzas al extranjero. “No enfrentamos un problema de deserción”, afirmó.

En cuanto a otras fuentes de ingresos, señaló que el club cuenta con concesiones en los restaurantes y alquila sus jardines para almuerzos o matrimonios, debido al atractivo de sus áreas verdes. Estas actividades, enfatizó, se gestionan con restricciones para no interferir con la vida cotidiana del club. “No realizamos más de un evento por día ni utilizamos jardines simultáneos, a fin de evitar molestias a los socios o vecinos. Fuera de ello, nuestros fondos provienen principalmente de los ingresos propios del club”, indicó.

Licenciado en Comunicación de la Universidad de Lima, con especialidad de periodismo y comunicación corporativa. Actualmente redacto en la sección negocios del Diario Gestión.








