Pese a que, según ADEX, en el primer semestre del 2022, la exportación de pisco peruano creció 81% con respecto al mismo periodo del 2021, el panorama para la cadena productiva que siembra el insumo de este aguardiente, no es favorable.
“La paradoja es que podemos vender más pisco, pero no tenemos las condiciones para seguir produciendo más destilado. Hemos alcanzado un tope en la producción de uva pisquera; por ello, no se podrá pasar esa valla de aproximadamente 10 millones de litros de pisco al año”, señala el presidente del Comité Vitivinícola de la Cámara de Comercio, Industria y Turismo de Ica, Alan Watkin.
De acuerdo al empresario, los campos de la región Ica generan al año un estimado de 42 millones de kilogramos de uvas pisqueras, teniendo en cuenta que por cada litro de este destilado se requiere de siete kilogramos de la fruta. De este modo, el departamento costero cubre la producción del 60% del pisco total que se fabrica en el Perú, mientras que el otro 40% es elaborado en las regiones de Lima, Arequipa, Tacna y Moquegua.
LEA TAMBIÉN: Los nuevos canales de venta que impulsan los productores de vino y pisco
No obstante, Watkin sostiene que es muy probable que esta uva haya alcanzado su tope y que, en adelante, la tendencia sea mantener la producción de la fruta en cifras similares o, en el peor de los casos, se contraiga. Y es que el problema radica en que, en los últimos años, la inversión en nuevas hectáreas de cultivo de uvas pisqueras ha decaído.
“El 80% de productores de uva son pequeños agricultores que no tienen la capacidad para crecer, en condiciones de mano de obra escasa y cara; además, de problemas de financiamiento”, detalla el empresario.
En ese sentido, el problema de los productores no está circunscrito a Ica; por el contrario, agricultores de este insumo en zonas aledañas también coinciden con Watkin en que el panorama a largo plazo no es positivo.
Otros productos como alternativa
La vicepresidenta de la Asociación de Productores de Pisco y Vino de la Región Lima, Rossmery Vicente, refiere que son varios los productores que están optando por migrar a cultivos como el pecano, mangos y, anteriormente, las paltas cuando tenían un mejor precio en el mercado. En su caso, ella tiene dos hectáreas de cultivo de uva en el valle de Lunahuaná, cuya producción es exclusivamente para la elaboración del aguardiente que comercializa.
Explica que, por hectárea, el rendimiento de uva puede ser de 18 mil kilogramos en su condición de pequeña productora; sin embargo, tampoco está exenta del alza de precios, aun cuando en el proceso utiliza abonos naturales.
“Nosotros apuntamos a lo ecológico y natural; entonces elaboramos nuestro propio compost, el abono es de guano de cuy. Pero esto también se ha elevado porque antes comprábamos el costal de 50 kilos a S/ 5, ahora hemos comprado la misma cantidad por S/ 12″, manifiesta.
Vicente remarca que, si bien, dentro de la asociación que representa y que está integrada por 19 asociados, todavía no hay agricultores que hayan vendido sus terrenos, en otros grupos vitícolas sí está sucediendo.
“El impacto de la menor cosecha de uva se notará en la producción de pisco del 2024 porque no todos los productores tienen hoy la misma cantidad de viñedos que tenían hace unos años. Yo he mantenido mis viñas y sigo produciendo la misma cantidad de litros de pisco, pero no es el caso de todos”, precisa.
El financiamiento y la mano de obra
El valor de la uva pisquera tiene precios entre S/1.10 y S/ 1.30 el kilogramo cuando en la etapa más difícil de la pandemia llegó incluso a S/ 0.50 céntimos, destaca Watkin. Pese a ello, reconoce que el sinceramiento del precio no favorece de manera importante a los pequeños productores.
“Por un lado se puede sincerar el precio de la uva, pero si los niveles de producción del fruto son cada vez menores, de poco sirve”, explica.
Según el representante del Comité Vitivinícola, los pequeños productores tampoco encuentran las condiciones para financiar nuevos viñedos y continuar creciendo. Los préstamos que otorgan los bancos están en un aproximado de S/ 8 mil por hectárea, lo que termina siendo insuficiente para costos de producción que rodean los S/ 15 mil por esta cantidad de terreno.
“Acceder al crédito es difícil para los agricultores; también tienen el inconveniente del aval que les solicitan y del pago de cuotas en menos de un año”, enfatiza.
Además, destaca que, como parte de los costos de producción, la mano de obra también se ha encarecido. “Si antes se pagaba S/ 50 por un jornal de ocho horas, hoy esto ha subido entre S/ 60 y S/ 70″, afirma.
A razón de esta situación y para reducir costos, muchos son los productores de uva que también han involucrado a su familia en el cultivo, limpieza y cosecha del campo.
En la experiencia de Vicente, por ejemplo, en la última campaña, su esposo e hijos fueron parte del proceso de cosecha de uva. La productora incide en que, además, del encarecimiento de un jornal, también es escasa la mano de obra para labores que requieren de más cuidado.
“Quien viene a trabajar en el campo ahora tiene una tarifa diferenciada; S/ 50 si es una labor manual y S/ 60 si es con lampa o herramienta”, sostuvo.
Por su lado, Watkin reiteró que, en este contexto, es difícil que los pequeños productores sigan apostando por un cultivo, cuya inversión por hectárea es de aproximadamente S/ 30 mil y con una primera cosecha en 18 meses.
Datos
El Comité Vitivinícola de la Cámara de Comercio de Ica organiza este 31 de octubre y 1 de noviembre el III Concurso Nacional del Vino Peruano, en el Radisson Resort Paracas. El año pasado se contó con la presencia de 49 bodegas y 134 marcas distintas de vino seco. Las inscripciones están abiertas.
El pisco no se puede elaborar con cualquier uva, sino con ocho especies previstas, como son: Moscatel, Albilla, Torontel, Italia, entre las aromáticas; y Quebranta, Negra Criolla, Mollar y Uvina, entre las no aromáticas.