Aunque el verano oficialmente ya terminó, todo indica que sus temperaturas características persistirán por algunas semanas más, lo cual va a impactar fuertemente en las ventas minoristas de prendas de vestir. Esto plantea al sector el reto de adaptarse con la rapidez necesaria para aprovechar las oportunidades que aparecen en el nuevo escenario, coinciden analistas y actores del sector.
Cambio en la demanda de prendas de vestir
Inevitablemente, la campaña de otoño-invierno llegará con retraso y va a ser más corta de lo usual, en especial si se confirma la llegada del Niño Costero 2023. Pero las fast fashion y tiendas por departamento, como suelen hacerlo, ya compraron con seis meses de anticipación las casacas, chompas, sacos, abrigos y demás prendas de la temporada.
Además, estas piezas tienen un valor promedio mayor que el de la ropa de verano, por lo cual una campaña de invierno-otoño corta sí o sí tendrá efectos negativos en la facturación del sector, dijo a Gestión Juan Manuel Muñoz, gerente general de A&M Gestión y Desarrollo, empresa que realiza estudios de mercado para diversas marcas.
Sin embargo, señala que los negocios de retail podrían reducir este impacto si logran aprovechar la prolongada demanda de prendas de vestir de verano y media estación, como polos de algodón, shorts, vestidos, etc. Incluso hay “muchas probabilidades de que se presenten quiebres de stocks” de estas líneas, añade el analista.
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En el mismo sentido, Susana Saldaña, presidenta de la Asociación empresarial Gamarra Perú, sostiene que los comerciantes del emporio están aprovechando las anomalías del clima para ampliar su campaña de liquidación.
“Pensamos extender la campaña de liquidación de verano. Vendemos estas prendas con descuentos de hasta 70%, para tratar de liquidar esta campaña, debido a que no pudimos vender adecuadamente en diciembre y enero”, indicó a Gestión.
Antonio Castillo, gerente del Instituto de Estudios Económicos y Sociales de la Sociedad Nacional de Industrias (SNI), coincide en que este cambio imprevisto en la demanda ayudará a reducir las pérdidas de la campaña de verano para el sector textil y confecciones. Indicó que en enero la producción de vestimenta cayó entre 10% y 12% en el mercado interno, debido a las fuertes protestas que vivió el país.
Adaptar la oferta del retail
Según A&M Gestión y Desarrollo, las fast fashion y tiendas por departamento deberán adaptar rápidamente su oferta para aprovechar las oportunidades que plantea la nueva situación. Estos negocios podrían ofrecer productos de verano durante un periodo más prolongado o incluir prendas de media estación, lo cual ayudaría a compensar la caída en ventas de ropa de invierno.
“Esto dependerá también de qué tanta flexibilidad se pueda tener con los proveedores extranjeros para modificar pedidos. Mientras más frecuencias de embarque se tenga, mejor”, comentó Muñoz.
Además, estas tiendas podrían optar por incrementar sus compras a la industria nacional, que suele confeccionar estas prendas y entregarlas con gran rapidez. Traer productos de China tarda, en promedio, seis meses, mientras en el mercado local se pueden obtener en alrededor de dos meses.
Cabe señalar que en general las tiendas de fast fashion importan la totalidad o casi la totalidad de sus piezas, mientras que las tiendas por departamento traen del exterior alrededor del 60% de sus prendas femeninas y el 80% de las masculinas.
“Las fast fashion, que generalmente ofrecen un gran surtido, pero de poca profundidad, y actualizan su inventario con alta frecuencia, podrían ser más rápidas en adaptarse a la extensión del verano y cambiar su oferta de prendas de vestir. En cambio, las tiendas por departamento, que tienden a tener una oferta más estable de productos, podrían tener algo más de lentitud para adaptarse a los cambios, aunque podrían ser más ágiles para apoyarse en la industria nacional”, explicó Muñoz.
¿Qué pasará con las prendas de vestir de invierno?
Es muy probable que las tiendas por departamento y las fast fashion decidan disminuir sus precios para incentivar la compra, lo cual afectaría su rentabilidad, señala el gerente de A&M Gestión y Desarrollo. Estos negocios “deberán fomentar la venta rápida desde el arranque de la temporada, reduciendo el período del ‘full price’ y anticipar rápidamente los períodos de liquidación y remate”, comentó. Además, ante una gran acumulación del inventario, los retailers podrían establecer más puntos de venta temporales, como carpas o ferias de liquidación.
Otra alternativa para estos negocios, según señala Muñoz, es guardar parte de la mercadería de invierno para el próximo año. Aunque esto representaría un incremento en costos de almacenamiento, podría ser menor al costo de realizar agresivas liquidaciones este año.
A diferencia de las fast fashion y las tiendas por departamento, en Gamarra la ropa de invierno por lo general empieza a producirse en marzo. En vista de los pronósticos del clima, los fabricantes están evaluando cuidadosamente en qué momento empezar y cuánto deben producir, a fin de no arriesgar tanto capital, dice Susana Saldaña. Asimismo, optarían por dirigir su oferta a las regiones del país donde el frío será intenso.