San Antonio, la pastelería fundada en 1959 y que cuenta con ocho tiendas en Lima, cerró un 2022 con crecimiento en facturación. Este año, sin embargo, lo comienzan con cautela debido a la actual situación del país, aunque con algunos planes de inversión, como sostiene Rubén Sánchez, gerente general de la marca.
“Si lo comparamos con el 2019, el 2022 crecimos un 33% en facturación. Nos ha permitido recuperar las pérdidas que tuvimos en el 2021 y 2020″, comenta Sánchez.
Dos factores impulsaron el crecimiento, según el ejecutivo. El primero fue el ajuste de precios como consecuencia de la inflación y el segundo, la mejoría que tuvo la reputación de la marca durante la pandemia. “Eso nos ha permitido tener una mayor elasticidad entre el precio y la demanda”, detalla.
Sánchez sostiene que en paralelo hubo factores que afectaron este crecimiento e impidieron que sea mayor. Entre ellos está el encierro que hubo en los primeros meses del año y el golpe de estado del expresidente Pedro Castillo, que impactó en la campaña navideña. “La segunda quincena de diciembre el consumo se incrementó y eso ayudó en cierta medida a tener una campaña casi normal”, acota.
Asimismo, dice que la incertidumbre política que vive en país aún no ha golpeado totalmente el consumo de enero. “Si lo comparamos con enero del 2022, todavía tenemos crecimiento. Este mes vamos a crecer aproximadamente en un 25%”. Sin embargo, el ejecutivo indica que recién se verá una contracción del crecimiento en marzo. “A partir de ese mes vamos a crecer constantemente solo un 5% en relación a los mismos meses del 2022″, calcula.
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Inversiones
En términos de planes de inversión, Sánchez cuenta que este año el objetivo es abrir entre dos y tres tiendas en la capital. “No van a ser tantas como habíamos previsto. Los precios de los alquileres y las propiedades se han normalizado y no encontramos tantas oportunidades como las hubo durante pandemia”, explica el gerente, que tiene la mira puesta en Lima Norte y Lima Moderna para la expansión.
Cuenta además que no se insistirá en el formato de cocinas ocultas o dark kitchen, que pudieron probar durante la pandemia. “Es un formato que no atrae a los clientes de San Antonio, que buscan en nosotros un lugar donde sentarse. Dentro de nuestro mix de servicios, la mesa es una fuente importante de ingresos”, señala.
Otro tipo de inversiones que planea San Antonio tiene que ver con las que generen eficiencias operativas, según Sánchez. En ese sentido, este año la empresa busca sumar más tecnología a sus procesos productivos, sobre todo en la parte de maquinaria y en términos energéticos. “Queremos depender menos de matrices eléctricas (tradicionales) e incorporar más fuentes sostenibles como la energía solar”.
Asimismo, dice que el ticket promedio se ha incrementado en un 20% con respecto al 2019. Ahora este está en los S/58.
Con respecto a la internacionalización de la marca, siguen mirando a Estados Unidos y España como posibles mercados donde aterrizar. No obstante, aún no hay nada concreto en el corto o mediano plazo.