El Caribe tardará años en recuperarse de la pandemia global que arrasó el turismo, su principal motor económico. Ahora, una nueva tormenta amenaza su sector financiero offshore.
Mientras algunas de las economías más grandes del mundo consideran planes para adoptar un impuesto corporativo mínimo global, pocos lugares se verían tan perjudicados como los paraísos fiscales del Caribe.
Con escasos recursos naturales o grandes industrias, gran parte de la economía de la región depende de atraer negocios internacionales con tasas muy bajas. Anguila, las Islas Caimán, las Bahamas, las Bermudas, las Islas Vírgenes Británicas y las Islas Turcas y Caicos no cobran impuesto de renta corporativo. Lugares como Puerto Rico y Barbados ofrecen tarifas lo suficientemente bajas para ser atractivos.
Las empresas son muy cuidadosas a la hora de declarar beneficios, especialmente de patentes, marcas y otros activos intangibles, y pueden reducir los impuestos a pagar al trasladar ingresos a subsidiarias en paraísos fiscales. El Grupo de los 20, o G20, quiere tomar medidas más estrictas contra esta práctica.
Los detalles están en discusión, pero se considera exigir que las corporaciones paguen un impuesto del 15% independientemente de dónde estén ubicadas. Por lo tanto, una empresa alemana que pague el 0% en las Bermudas igual debería un 15% adicional en su país de origen.
Eso desincentivaría que empresas globales se establezcan en las islas propensas a tormentas del Caribe, dijo Bruce Zagaris, abogado fiscal internacional en Washington y miembro del Caribbean Policy Consortium.
El impacto económico en la región “será muy sustancial”, dijo, “especialmente cuando están saliendo de la pandemia y su principal sector, el turismo, ha sido golpeado”.
El Fondo Monetario Internacional dice que la economía del Caribe no volverá a los niveles preCOVID antes del 2025 —más tarde que la mayoría de las regiones— debido a una recuperación “mucho más lenta de lo previsto” de los viajes y el turismo.
Microsoft y Shell
Muchos de los vacíos legales que permitían que el Caribe rimara con refugio fiscal se han cerrado en los últimos años. Aun así, el gigante petrolero Royal Dutch Shell Plc. registró US$ 21,500 millones en ingresos a través de las Bahamas en el 2019, y US$ 848 millones en ganancia, sobre los cuales no pagó impuestos, según el informe anual de la empresa. En mayo, el Irish Times informó que una filial de Microsoft Corp. en Dublín utilizó su “domicilio fiscal” de Bermuda para registrar US$ 314,000 millones en ganancia libre de impuestos.
Microsoft respondió a preguntas escritas que su estructura organizacional y fiscal “refleja nuestro complejo negocio global” y que “cumple plenamente con todas las leyes y regulaciones locales en los países donde operamos”.
Aún falta que el plan fiscal global sea aprobado por el G20 y los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, otro foro internacional de países. Y es posible que algunas jurisdicciones salgan relativamente ilesas.
Islas Caimán
Las Islas Caimán son hogar de unas 100,000 empresas y el sector financiero que las respalda representa aproximadamente la mitad de su economía.
Pero la mayor parte de esas corporaciones son consideradas como servicios financieros regulados, incluidos bancos, vehículos de inversión y fondos de cobertura, que podrían estar exentos en virtud del acuerdo fiscal global, aunque los detalles de las exenciones aún se están negociando.
Un impuesto mínimo global “no afectará significativamente la posición de liderazgo de las Islas Caimán”, dijo Jude Scott, director ejecutivo de Cayman Finance, la asociación de proveedores de servicios financieros.
Incluso si los planes del G20 no afectaran a las Islas Caimán, Zagaris dice que estas islas y otras jurisdicciones libres de impuestos siguen bajo intenso escrutinio por parte de formuladores de política globales “que están tratando de destruir todos estos negocios”.
Puerto Rico
Puerto Rico, un territorio estadounidense de 3.3 millones de habitantes, tiene una red eléctrica muy débil y ha sido golpeado por huracanes y terremotos. Sin embargo, gracias a sus bajos impuestos corporativos, es favorecido por las empresas farmacéuticas y aeroespaciales. La fabricación representa aproximadamente el 50% de la economía de la isla y el 35% de los ingresos del Gobierno local.
El secretario del Departamento de Desarrollo Económico y Comercio de Puerto Rico, Manuel Cidre, dijo que un impuesto mínimo global “obviamente sería perjudicial para Puerto Rico y otras jurisdicciones”, pero no eliminaría la competencia de inversión.
Cidre dijo que la isla probablemente aumentaría sus tasas para igualar el mínimo global y luego usaría los ingresos adicionales para brindar a las corporaciones otros tipos de beneficios.
“No me sorprendería que Puerto Rico y otras jurisdicciones crearan incentivos dirigidos a la mano de obra, la energía u otras áreas que puedan compensar lo perdido”, dijo.
Algunos perciben el plan fiscal como una amenaza a la soberanía nacional. El secretario general de la Comunidad del Caribe, Irwin LaRocque, dijo por televisión local que las naciones ricas no deberían imponer su política fiscal al Caribe.
Los bajos impuestos, dijo, son una de las pocas formas en que el Caribe puede atraer inversión extranjera, algo crucial después de que la región se llenó de deudas para enfrentar la pandemia. Trece países caribeños tienen ahora ratios deuda-PBI de más del 60%, y Barbados, Belice, Dominica y Surinam tienen ratios de deuda que superan el 100%, según el Banco de Desarrollo del Caribe.
“No podemos salir de la deuda en la que estamos”, dijo LaRocque. “Es necesaria la inversión extranjera. Sin esto no lo lograremos”.