El mercado de empaques se ha visto influenciado en los últimos años por factores como la ley de plástico, que entró en vigencia a inicios del año pasado, la mayor demanda generada por industria del delivery o la creciente preferencia de los consumidores por productos amigables con el medio ambiente.
Ricardo Echegaray, gerente general de Pamolsa, cuenta a Gestión cómo en este escenario la empresa soporta su estrategia comercial desde un enfoque sostenible, apostando por innovar en nuevos productos y procesos para reducir la huella de carbono.
¿Cuál fue el balance Pamolsa en el 2022?
Fue un año completamente diferente a todos los anteriores debido a que estuvo marcado por la entrada en vigencia de la Ley N.° 30884, que regula el plástico de un solo uso y los recipientes descartables, dentro de ellos el tecnopor. A pesar de ello, crecimos casi un 10% y nuestra rentabilidad no se vio afectada como se había pensado, superando el margen EBITDA general del mercado, que se sitúa entre 10% y 12%.
¿Qué otros factores marcaron el año pasado?
Podemos asegurar que dicha ley no se está cumpliendo en el Perú. El mercado de envases sufrió la fuerte presencia del contrabando proveniente de Bolivia y Ecuador, que permitieron que el tecnopor siga presente en casi todas las ciudades del país. Además, hemos identificado productos de este material sin ninguna marca, que creemos que son fabricadas a nivel local.
Con respecto al dinamismo del sector, percibimos una mayor oferta de soluciones, así como la penetración de nuevos competidores internacionales de países vecinos y de China. Además, existió un reacomodo en el mercado de alimentos luego de la pandemia, donde la demanda de envases para delivery disminuyó y los empaques de comida en sitio incrementaron.
¿Cómo les fue a sus líneas de negocio?
Estimamos que en los productos para el mercado tradicional (cadenas de restaurantes y foodservice en general) tenemos un 65% de participación. Con respecto al mercado industrial (envases para productos como yogures o envases de helados) tenemos un 40% y en el mercado agroindustrial, tenemos cerca del 50%.
Los envases de fibras vienen crecimiento a un ritmo mayor que los envases tradicionales en el canal moderno y tradicional. El año pasamos vendimos tres veces más que el 2021 y para este año apuntamos a vender el triple nuevamente. Sin embargo, nuestros productos de polipropileno representan la mayor parte de nuestros ingresos, seguido de PET y finalmente de fibra.
¿Y a sus exportaciones?
En general, las ventas al exterior representan el 14% de nuestra facturación. Dentro de estas, el 70% van a Chile, Bolivia y Ecuador, pero estamos desarrollando mercado en Centroamérica, y hemos concretado importantes acuerdos con agroexportadoras en México, aerolíneas en Panamá, Canadá y pronto tendremos noticias con empresas estadounidenses.
¿Qué planes tienen para el 2023?
Nuestro objetivo es crecer un 10% y para ello, estamos apostando por la innovación e inversión en la reconversión de nuestra plataforma productiva. En los últimos años, hemos invertido entre US$ 15 millones y US$ 20 millones cada año y para el 2023, tenemos presupuestada una inversión de US$ 10 millones. Esta disminución se debe a que ya tenemos la infraestructura preparada, con nuestra planta al 80% de capacidad.
¿Qué porcentaje de su producción es ecoamigable?
En la actualidad, el 40% de nuestra producción es ecoamigable, pero ya tenemos la capacidad para que el 75% de nuestros productos sean sostenibles hacia el 2025. En general, tenemos 17 líneas de producción de tecnopor y solo nos hemos quedado con 3, para exportaciones a Chile, Bolivia, Ecuador y Centroamérica. Parte de esa plataforma productiva restante ha sido adaptada para producir envases de PET y polipropileno.
¿Qué innovaciones preparan para este año?
Desde hace unas semanas producimos vasos elaborados en base a fibras de bagazo de caña de azúcar para algunas aerolíneas. También tenemos programados lanzamientos de envases en el corto plazo, con funcionalidades similares a las que tienen los productos de tecnopor, pero con protección antimicrobiana. Asimismo, seguimos desarrollando mercado en la categoría de PET, en la que estamos cerrando nuevos contratos con agroindustrias internacionales.
Cualquier producto que introduzcamos al mercado debe ser muy bien sustentado, porque las inversiones son altas. Por ejemplo, un molde cuesta alrededor de US$ 300 mil y una termoformadora US$ 1 millón.
Finalmente, ¿qué falta para que las alternativas sostenibles ganen terreno?
Consideramos que hay tres pilares para promover su desarrollo. Primero, nosotros, como jugadores del mercado, seguir basando nuestra estrategia comercial desde un enfoque sostenible. Tenemos un compromiso con el desarrollo de la economía circular en el país.
En segundo lugar, el estado debe cumplir el papel de promotor y fiscalizador de contrabandistas que traen empaques prohibidos. Por último, el consumidor debe tomar consciencia sobre la responsabilidad de usar productos reutilizables o reciclables.