Las fiestas de 28 de julio y Año Nuevo son clave para los productores de pisco y vino por la mayor demanda de estos macerados de uva. Sin embargo, ante los hechos de violencia que afronta el país, las ventas se empiezan a contraer y los insumos a faltar.
El presidente de la Asociación de Productores de Pisco y Vino de la Región Lima, Raúl Saldías, reveló que varios empresarios de este rubro, instalados en el norte y sur de Lima, vienen recibiendo la cancelación de pedidos por parte de sus clientes, que son distribuidores en la capital.
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En el caso de la mencionada asociación, los productores integrantes se encuentran en las zonas de Lunahuaná, Imperial, Huaura, Huaral y Huacho, por lo que cualquier bloqueo de la vía que ocurra en los tramos que conectan a estos sitios con la capital termina impactando en la cadena de suministro.
“En diálogo con algunos productores, me han comentado que tienen cancelaciones de pedidos y, en muchos casos, una reducción de la demanda a la mitad. En esta situación, más de uno decidirá liquidar su stock y evitar seguir invirtiendo si tiene vías cerradas”, anotó el representante.
En estas fechas, vísperas de Año Nuevo, la presentación de 750 ml del pisco supera los S/ 30. El vino tiene un valor que varía entre los S/ 10 y S/ 18.
Saldías indicó que Lima representa aproximadamente el 20% de las ventas para los productores de la asociación, mientras que el resto de las transacciones se efectúa en las zonas de producción, que también se ven perjudicadas en esta coyuntura por el menor desplazamiento de visitantes.
Sin embargo, el panorama no es sombrío para todos los empresarios. En el caso de los más de 50 agremiados a la Asociación de Productores de Pisco y Vino de Pacarán y Zuñiga, en Cañete, la distribución que, en su mayoría, se realiza en Lima, está garantizada.
“Generalmente, la producción está en Lima desde noviembre. Entonces, a estas alturas del mes ya se distribuyó o, de lo contrario, está almacenada en las casas que los productores tienen en Lima”, sostuvo René Bernal, directivo del grupo de productores.
En torno a la demanda, el vocero detalló que se encuentran fortalecidos por una oferta diversificada para diferentes momentos del año. Además del pisco y el vino, también se incluye el desarrollo de macerados, cremas e incursión en la elaboración del vino seco.
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Envasado
No obstante, Saldías reiteró que los perjuicios no solo se reducen al cumplimiento o cancelación de pedidos. También se encuentra en riesgo la adquisición de insumos para el proceso de envasado del añejado.
Los productores se proveen de botellas de vidrio, tapas de corcho o similares en tiendas de Lima, lo que también está dificultándose por la coyuntura; ello, en un entorno en el que las empresas no cuentan con stocks de estos suministros.
“Son mypes que no tienen un respaldo económico importante, por lo que la compra de botellas, por ejemplo, es de acuerdo al requerimiento de bebida que tienen. Lo complejo es cuando estos cierres de carreteras empiezan a hacer escaso el abastecimiento”, anotó el representante. Agregó que estos insumos tienen un alza de alrededor del 50% desde la pandemia.
Este problema se torna aún más complejo, toda vez que el vino y el pisco son bebidas que solo se comercializan embotelladas. “En el caso del vino, ante mucho oxígeno, el líquido se oxida y se avinagra; en el pisco, la norma técnica dice que la única forma de vender es en botella de 2 litros o en mamajuana de 4 litros”, finalizó.
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