Los usos y utilidades de la madera son muy variados y, por ende, no solo se circunscriben a la fabricación de muebles, embalajes o productos para la construcción de viviendas, también al de proyectos industriales.
A este último es al que Maderera Andina, empresa peruana importadora y comercializadora de madera, busca poner mayor foco y darle mayor impulso con la proveeduría de madera, especialmente en proyectos mineros y energéticos, revela su gerente de la División de Proyectos, Juan Carlos Quino.
“Hemos sido proveedores del proyecto Mina Justa de Marcobre, donde nos solicitaron cerca de 100 contenedores de madera. Eso nos abrió los ojos para darle un uso distinto a la madera, que es un elemento estructural por naturaleza. También hemos entrado a proveer postes de madera para electrificación. Este es un mercado de un valor unitario muy interesante, al hacer productos a medida lo hace más atractivo”, asegura.
Comenta que están a la espera que se reactiven algunas licitaciones y proyectos que se han quedado, por ahora, en ‘stand by’ ante la coyuntura de incertidumbre política que vive el país.
Asimismo, adelanta que están analizando incursionar en la fabricación de molduras y listonería, tal como lo han hecho con vigas laminadas para construcción.
En tanto, seguirán fortaleciendo su participación con su línea de embalaje en el sector agroexportador; retail (con madera dimensionada) y en el canal mayorista en general, los cuales concentran el 38%, 19% y 43%, respectivamente, de sus ventas.
Quino sostiene que el ser parte de la cadena de suministro de la industria agroexportadora, con la fabricación de parihuelas, les ha permitido seguir creciendo pese al embate de la pandemia y cerrar el 2020 en positivo, con un incremento de 6%.
La compañía cuenta con una planta de fabricación de parihuelas y embalajes en Lurín con capacidad de 90,000 palets mensuales y un almacén con espacio para unos 16,000 metros cúbicos de madera, equivalentes a 460 contenedores de madera, aproximadamente.
Impacto de la pandemia
De otro lado, la crisis sanitaria le ha significado sobrecostos a la firma en materia de fletes y en los precios de la materia en sí, ante la mayor demanda y los menores niveles de producción en los aserraderos.
Quino detalla que el precio de la madera estadounidense, por ejemplo, llegó hasta triplicarse; no obstante, desde hace algunas semanas se aprecia una curva descendente.
“Normalmente importábamos en promedio entre 150 y 200 contenedores mensuales de madera y hoy estamos entre 90 y 100 contenedores al mes ante la falta de disponibilidad, la recuperación se está dando poco a poco”, enfatiza.
También espera que en los próximos dos meses puedan nivelar sus stocks, que antes eran de tres meses y hoy están en dos.
Aunque en sus inicios Maderera Andina trabajaba con madera local, desde hace 25 años optó por migrar hacia la importación desde países como Chile, Alemania, Brasil y Estados Unidos, donde la procedencia de la madera está legalizada.
“Conseguir madera en el país siempre ha sido complicado porque la legalidad de la misma es difícil de certificar o comprobar y por los altos costos logísticos que supone su traslado. Es tres veces más barato traer un contenedor de madera importada que de la selva”, afirma.
Indica que también hay mucha burocracia en materia documentaria, entre gruías, certificados de origen y otros papeles que llegan a ser como más de diez documentos a presentar; mientras que en el caso de la madera importada solo se suele manejar el certificado de origen y el fitosanitario, que hace el proceso de compra menos engorroso.