La empresa Norwegian Cruise Line extendió hasta el 30 de noviembre la suspensión de los viajes de sus tres marcas de cruceros -Norwegian Cruise Line, Oceania Cruises y Regent Seven Seas Cruises-, en línea con lo decidido por otras compañías del sector.
Norwegian Cruise Line “continuará trabajando conjuntamente con los Gobiernos y las autoridades de salud pública locales, y con el equipo de expertos internacionales del Healthy Sail Panel (Panel de Navegación saludable) a fin de tomar las medidas necesarias para proteger a sus pasajeros, tripulación y las comunidades visitadas”, señaló la empresa en un comunicado.
Norwegian Cruise Line tiene una flota de 17 barcos y más de 300 destinos, incluidos el Caribe y Europa.
Los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos anunciaron la semana pasada una extensión de la prohibición de navegar a los cruceros con base en puertos de este país, vigente desde marzo pasado, hasta el próximo 31 de octubre.
Tras el anuncio de los CDC, la naviera Carnival canceló todos sus cruceros desde puertos de Estados Unidos para este año, con excepción de Miami y Cañaveral, en Florida, que serán los primeros que iniciarán operaciones a partir de noviembre.
Según los CDC, desde el 1 de marzo y hasta el 10 de julio del 2020 se produjeron 2,973 casos confirmados de COVID-19 y 34 muertes a bordo de cruceros.
En ese periodo hubo 99 brotes en 123 barcos con base en Estados Unidos.
Según la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA), la actividad de cruceros en Estados Unidos es responsable de casi medio millón (421,000) puestos de trabajo en Estados Unidos y genera US$ 53,000 millones anuales en actividad económica en todo el país.
Cada día de suspensión de operaciones de los cruceros produce una pérdida de US$ 110 millones en actividad económica y de 800 empleos directos e indirectos en Estados Unidos, sobre todo en Florida, Texas, Alaska, Washington, Nueva York y California.
Solo en Florida, cuyo motor económico es el turismo, los daños por los seis meses de parálisis de la industria de los cruceros se cifran en US$ 22,000 millones y la pérdida de 169,000 puestos de trabajo.
En setiembre, CLIA anunció un paquete de medidas sanitarias obligatorias, entre las que se incluye hacer pruebas de COVID-19 a todos los pasajeros y tripulantes antes de embarcar, para cuando los CDC autoricen la reanudación de operaciones de cruceros.
En un comunicado CLIA indicó que una vez reanudadas las operaciones en Europa, el siguiente “paso crítico” será la reanudación “en el mayor mercado” del mundo para los cruceros: el Caribe, México y Centroamérica.
El objetivo es volver a operar de una manera “altamente controlada” antes de que acabe el 2020 con la aprobación de las autoridades reguladoras y de los países de destino.