Por Shuli Ren
En Estados Unidos, a los directores ejecutivos les gusta ser graciosos y hacer bromas en el escenario para llamar la atención de la audiencia y mostrar su carisma. Pero algunos chistes pueden ir demasiado lejos, especialmente cuando involucran a China, donde los políticos tienen un sentido del humor diferente y, a veces, simplemente carecen de él.
“El Partido Comunista está celebrando su centésimo aniversario, al igual que JPMorgan”, dijo el martes el director ejecutivo del banco, Jamie Dimon, en un panel de discusión en el Boston College Chief Executives Club. “Apostaría a que duraremos más”, informó Bloomberg News.
He aquí por qué la broma fue arriesgada. La longevidad del partido es un tema enormemente delicado para el presidente, Xi Jinping. A medida que el crecimiento económico se desacelera y la desigualdad de ingresos se amplía, muchos en China sienten que el país va por el camino equivocado. Este verano, mientras Xi se preparaba para su tercer mandato, fomentó fuertemente la “prosperidad común”, un impulso socialista para ampliar la clase media de China y reforzar la popularidad del régimen.
Una gran pregunta es por qué Dimon se sintió lo suficientemente seguro como para hacer el comentario. Ciertamente disfruta de mucha buena voluntad dentro de China. A principios de este año, el banco obtuvo la aprobación de los reguladores chinos para poseer la propiedad total de su empresa de valores en China. La semana pasada, logró entrar a Hong Kong sin someterse a una cuarentena de tres semanas, normalmente obligatoria para los visitantes de Estados Unidos.
Es posible que Dimon, que tiene una larga historia de hacer comentarios temerarios, se sintió lo suficientemente cómodo con la posición de JPMorgan Chase en China como para darse el lujo de ser un poco provocador, mientras, quizás, le indicaba al resto del mundo que no estaba cautivo por el restrictivo régimen.
Cualquiera sea la intención, Dimon y otros líderes corporativos nunca podrían ser demasiado cautos cuando se trata de lidiar con China. De hecho, el día después de su broma, Dimon emitió un comunicado en el que afirmaba su arrepentimiento: “Lo lamento y no debería haber hecho ese comentario. Estaba tratando de enfatizar la fortaleza y longevidad de nuestra empresa”.
Incluso la relación más cálida puede evaporarse rápidamente. La experiencia reciente del grupo de capital privado estadounidense Blackstone Inc. es reveladora. El cofundador de Blackstone, Stephen Schwarzman, ha pasado años cortejando a la élite política de China, e incluso prometió US$ 100 millones para construir un prestigioso programa de educación internacional en la Universidad de Tsinghua, el alma mater del presidente Xi, para desarrollar a docenas de estudiantes al año.
Aun así, los reguladores chinos bloquearon la compra planeada por Schwarzman de US$ 3,000 millones del promotor Soho China Ltd. en medio de un creciente sentimiento anticapitalista.
Si Blackstone simplemente estaba tratando de ampliar su cartera de bienes raíces en China, las transacciones comerciales de JPMorgan podrían ser mucho más delicadas desde el punto de vista político. La compañía está impulsando la banca privada allí, con un ejército de gerentes de relaciones que buscan persuadir a los nuevos ricos de China para que abran cuentas de administración de patrimonio. Tal iniciativa podría fácilmente describirse como divisiva en un país cada vez más sensible a la brecha de riqueza.
En China, los tratos comerciales a menudo se reducen a la narrativa. Un día, un banco extranjero es bienvenido y se considera que su presencia ayuda a China a mejorar su industria financiera. Al día siguiente, la misma empresa podría ser catalogada de buitre depredador. Las palabras importan y la intención o el humor inofensivos pueden malinterpretarse en la traducción. Jamie Dimon tiene todo el derecho a contar un chiste, pero siempre ayuda conocer a tu audiencia.