Para contar la historia de La Ibérica se necesita retroceder hasta 1909 y evocar a Juan Pablo Vidaurrázaga Menchac, quien fundó el orgullo del chocolate en Arequipa. El primer producto con el que experimentó el creador de la marca fue con el chocolate de taza, que vendía en la puerta de su domicilio. ¿Cómo pasó a convertirse en una cadena con 54 tiendas propias en el país y con presencia internacional?
El libro “Empresas que trascienden”, editado por Jorge Merzthal Toranzo, director del MBA de ESAN, cuenta que en el hogar de Vidaurrázaga el molido del cacao “pasaba por la piedra del batán y su propio esfuerzo”. Solo cuatro años después, en 1912, logró el registro de La Ibérica, empresa que durante sus primeros años estuvo dedicada solo a la fabricación de chocolate de taza.
La empresa nació en el local de la Calle San José, esquina con Jerusalén, en pleno centro de la ciudad de Arequipa. Décadas después, al cierre de octubre del 2023, La Ibérica ya registra 54 tiendas en Perú, exporta a Miami, Canadá, México, Estados Unidos y tiene presencia en Chile.
Como dato, La Ibérica era una fábrica que usaba electricidad para sus procesos industriales, inusual en la época. Desde siempre Arequipa ha sido el centro de operaciones de la compañía, una decisión que se ha mantenido pese a que en Lima se concentra el mayor flujo comercial.
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Un negocio familiar
La supervivencia de una empresa familiar por más de un centenio, explica Merzthal, es resultado de valores sólidos, con una mirada de la asociación a largo plazo y una definición estratégica de quiénes serán los que continuarán con los siguientes pasos.
Tras el fallecimiento del fundador, su esposa Sofía Zimmermann marcaría el devenir de La Ibérica, quien convocó a su hermano José Zimmermann, contador de profesión, para que dirigiera la empresa. Una de sus primeras decisiones fue priorizar el negocio de chocolates antes que la ferretería que también tenía como negocio Juan Vidaurrázaga.
La empresa familiar se enfrentó a la Segunda Guerra Mundial, que afectó a su cadena de suministros con problemas en la importación de almendra, coco rallado, papel de aluminio. Luego, se vieron impactados por el control de precios durante la dictadura militar de Juan Velazco Alvarado y pasaron por el primer gobierno de Alan García, marcado por la hiperinflación.
“En cuanto a la gestión de las empresas familiares, es muy importante que estén bien estructuradas, con capacidad de hacer sus procesos productivos óptimos, reducir costos sin afectar la calidad”, explicó Merzthal sobre los casos de éxito de compañías que perduran después de los 100 años.
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En el año 2015 los gerentes que formaron parte de la segunda generación de la empresa familiar, enlazada al fundador, anunciaron su retiro y tomaron la decisión de convocar a perfiles con larga trayectoria profesional de Perú y el extranjero. Así, la gerencia recayó en Bradley Silva y luego tomó la posta Bernardo Suárez, actual gerente general de La Ibérica. En los últimos años el Directorio añadió a tres miembros de la tercera generación.
Los datos
- La historia de La Ibérica fue contada como parte del libro “Empresas que Trascienden” y para lo cual se entrevistó a Javier Vidaurrázaga Zimmermann, hijo del fundador, y Bernardo Suárez, gerente general de la empresa.
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Licenciada en periodismo y comunicación por la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), con mención en periodismo televisivo. Actualmente redacto en la sección de Negocios del diario Gestión. Anteriormente, me desempeñé como productora de contenidos audiovisuales de este medio, así como redactora de Estilos.
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