
Kumon, el método de estudio individualizado y extracurricular que complementa la educación tradicional en programas de matemáticas, lengua e inglés, llegó oficialmente al mercado peruano en 1985, impulsado por la comunidad nikkei. La compañía, que opera bajo un modelo de microfranquicias, se convirtió entonces en el segundo país de Sudamérica en adoptar el método, después de Brasil. Durante muchos años, la operación en la región funcionó con apenas tres unidades; sin embargo, desde 2017 la compañía inició un proceso de crecimiento estructurado que le ha permitido trazar una ambiciosa meta: alcanzar los 100 centros en el largo plazo.
Según explicó Piero Muraro, director de Kumon Sudamérica, en lo que va del año la operación peruana ha crecido más del 20% respecto al año anterior. “Perú es el país donde Kumon más crece en Sudamérica. Actualmente contamos con entre 1,600 y 1,700 alumnos, y esta cifra sigue aumentando. Vemos que las familias están invirtiendo más en educación”, destacó el ejecutivo.
A la fecha, Kumon se encuentra presente en siete países de la región. En Colombia suma 150 centros franquiciados, en Chile 65 y en Perú 20, lo que representa un amplio margen para continuar expandiéndose. “Siempre trabajamos con metas de crecimiento de dos dígitos. En educación, especialmente en países emergentes, creemos que el crecimiento debe multiplicar por cinco o seis el ritmo del PBI. Así que nuestras metas se mantienen dentro de ese rango, entre 20% y 25%, especialmente considerando la expansión que tendremos en provincias”, añadió Muraro.

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Rumbo hacia las 100 microfranquicias
Actualmente, Kumon cuenta con 20 centros franquiciados en Lima y se prepara para expandirse hacia el interior del país. “Nuestra expectativa para el próximo año es abrir entre seis y ocho nuevos centros de estudio, con un mayor foco en Trujillo y Arequipa. Sin embargo, también podríamos continuar creciendo en Lima u otras regiones si identificamos a los socios adecuados”, señaló Piero Muraro, director de Kumon Sudamérica.
La inversión inicial para abrir una franquicia oscila entre S/50,000 y S/70,000, monto que permite poner en marcha el negocio y comenzar a recibir alumnos. En esa cifra se incluyen la tasa de franquicia, el mobiliario, las adecuaciones del local y los permisos municipales. “Cada vez que abrimos una franquicia realizamos un estudio específico para definir los costos dentro de ese rango. La diferencia depende, por ejemplo, de si el centro se abre en Jesús María o en San Isidro; por eso los valores pueden variar”, explicó Muraro.
A largo plazo, la compañía proyecta alcanzar alrededor de 100 centros Kumon en el Perú, impulsada por el potencial de mercado que observa en distintas regiones. “Hay mucho espacio por desarrollar en ciudades como Cusco, Piura, Chiclayo e incluso en zonas de Lima como Los Olivos. Nuestro ritmo de expansión hacia esa meta será de entre seis y ocho aperturas por año”, detalló el ejecutivo.
Para definir las zonas de crecimiento, Kumon utiliza un sistema de geomarketing que permite identificar las áreas con mayor potencial, analizando variables como la densidad de población infantil (menores de 14 años) y características sociodemográficas.
“La oferta educativa está dirigida principalmente a los segmentos socioeconómicos medios y medio-altos —equivalentes a las clases A, B y parte de C—, donde muchas veces los padres no pueden costear un colegio privado, pero sí pueden matricular a sus hijos en Kumon, donde estudian con el mismo material que utilizan niños en Nueva York, Tokio o Londres”, puntualizó Muraro.

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Perfil de inversiones y rentabilidad
Actualmente, cerca del 80% de los franquiciados de Kumon son mujeres, principalmente entre los 25 y 50 años. “Aunque hay excepciones, este perfil se repite con frecuencia: mujeres que desean emprender, tener su propio negocio, pasar más tiempo con sus hijos y trabajar en un sector con propósito, como la educación”, comentó Muraro
Otras provienen del ámbito educativo o pedagógico, y ven en Kumon una alternativa más accesible a la inversión que demanda un colegio. También hay profesionales que llegan desde el sector financiero —por ejemplo, exempleados de bancos— o personas que, tras dejar temporalmente el mercado laboral.
La inversión inicial se recupera en un periodo de entre uno y dos años, dependiendo del ritmo de crecimiento que logre cada unidad en sus primeros meses de operación. Dado que la red está creciendo alrededor del 20% anual, muchas franquicias alcanzan el punto de equilibrio más cerca del primer año que del segundo.
“Las franquicias actuales alcanzan una rentabilidad neta cercana al 25% a partir del tercer año de operación. Es un modelo muy estable, sin una estacionalidad marcada ni riesgos de pérdida de stock como en otros negocios. Se trata de una operación segura, con un flujo constante y predecible”, destacó Muraro.

Licenciado en Comunicación de la Universidad de Lima, con especialidad de periodismo y comunicación corporativa. Actualmente redacto en la sección negocios del Diario Gestión.