Parecía que el grupo Huawei había hecho lo más difícil en Europa para preservar su presencia en las futuras redes 5G, pero la crisis de COVID-19 y la creciente preocupación sobre la soberanía tecnológica están zarandeando las ambiciones del gigante chino.
El lunes, en Francia, el director de la Agencia Nacional de Seguridad de los Sistemas Informáticos (Anssi), Guillaume Poupard, anunció que Huawei no será objeto de una “prohibición total” pero los operadores que lo utilizan recibirán, en el mejor de los casos, permisos de explotación limitados a ocho años como máximo. Mucho menos de los diez a quince años que suelen otorgarse en el sector.
Al jugar "con la duración de la amortización de los equipos que instalan los operadores", dice Sylvain Chevallier, especialista de telecomunicaciones en la firma BearingPoint, "se ponen las bases de una transición más o menos lenta" hacia una salida de Huawei de las redes móviles francesas.
Para los expertos del sector, el objetivo de París es quizá empujar a Huawei hacia la salida, dando tiempo a los operadores que lo utilizan a preparar su transición.
"Con las primeras autorizaciones que deberían empezar a anunciarse a final de semana, sabremos cuál será la dirección. Si hay muchas, significará que los operadores pueden esperar en general seguir con Huawei, o por el contrario, el mensaje será entonces bastante claro", dice Jean-Luc Lemmens, director de medios y telecomunicaciones de Idate.
Francia no es el único país que tiene dudas. Después de haber contemplado limitar la parte de mercado de Huawei en sus redes, Reino Unido ha endurecido el tono.
Tras empezar a negociar con varias compañías, como el surcoreano Samsung o el japonés NEC, el gobierno británico habla ahora abiertamente de "reducir la parte de los suministradores de alto riesgo", como Huawei, declaró recientemente el ministro de la Digitalización, Oliver Dowden.
Según la prensa británica, este mes se podría anunciar un plan para echar a Huawei para el 2029.
Este miércoles, el vicepresidente de Huawei, Victor Zhang, pidió al gobierno británico que se tome más tiempo y no cometa el error de alejar a la compañía china del desarrollo de la red 5G porque será una decisión que tendrá “un impacto a largo plazo”.
En enero, Londres había dado luz verde a la participación de Huawei en infraestructuras no estratégicas de su red 5G, limitando su participación al 35%.
En Alemania, el gobierno nunca ha tomado una decisión al respecto. Los socialdemócratas exigen criterios de seguridad que supondrían la eliminación de Huawei, mientras que los conservadores, con Angela Merkel al frente, temen las consecuencias de una decisión de este tipo en los intercambios comerciales con China.
Lo que más teme el grupo chino es un efecto dominó que lo excluya del mercado tanto en Europa como en Estados Unidos.
China vigilante
Europa es un mercado esencial para Huawei, en la medida en que es de un tamaño casi equivalente a su parte en el mercado chino.
Hasta ahora, el grupo había logrado evitar que los países europeos se plegaran a las presiones de Estados Unidos para excluirlo de la red móvil 5G.
La Casa Blanca acusa a Huawei de permitir que los servicios de inteligencia chinos intervengan sus equipos, lo que la compañía niega rotundamente.
Representantes de la administración estadounidense han viajado a menudo a Europa en los últimos meses para convencer a los gobiernos europeos, en principio, sin mucho éxito.
Hasta que golpeó la pandemia, lo que ha vuelto a suscitar la preocupación de los países europeos de la necesidad de soberanía económica y tecnológica.
En el caso de Francia, "se percibe cierta inflexión en la posición del gobierno que hasta ahora era muy neutral. Ya no se trata de una cuestión de peligro potencial sino de una cuestión política, lo que es nuevo", dice Sylvain Chevallier.
Una tendencia que teme el gobierno chino. Pekín ha pedido un "entorno abierto, justo y no discriminatorio" para las empresas de todos los países, incluidas las empresas chinas.
Sobre todo, porque “algunos operadores europeos han vuelto a otras compañías, como Nokia y Ericsson, anticipando la aspiración de mayor soberanía de sus gobiernos. Es una verdadera tendencia de fondo”, concluye Chevallier.