Aunque es uno de los cultivos exóticos del que menos se habla en el Perú, esta super food se ha ido ganando un espacio en el sector alimentos. En los últimos cinco años se importó más de US$ 7 millones, pero con una reciente tendencia a la baja por la mayor oferta nacional. Se trata del coco.
Justamente, la mayor oferta proviene de la región San Martín, específicamente Tarapoto, donde este 2023 solo la empresa Agroindustrias Las Tres Rosas -que opera desde el 2006- se alista a iniciar la plantación de 400 hectáreas para elevar su producción en sus dos líneas de negocio dentro de tres años.
Todo comenzó con los padres de Rosa Cóndor, pero ella hoy lo dirige. “Aún estamos los tres empujando la empresa”, dice a gestión.pe. Empezaron como acopiadores para una empresa de snacks en Chimbote (Áncash), sin embargo, al ver que mucha de la fruta se quedaba por no cumplir con la estética, empezaron a convertirla en hojuelas. Hoy tienen dos líneas de producción: “de un coco podemos sacar hasta 10 productos”.
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En su línea de bionegocios la estrella es el coco rallado, también las hojuelas y el coco deshidratado. Cada mes, exportan entre 10 y 20 toneladas de los tres productos al mercado de Quito (Ecuador) y Medellín (Colombia). La meta próxima es Brasil y Estados Unidos, con este último recién comenzarán a tramitar los permisos y certificaciones. “Para lograrlo estamos recibiendo apoyo del programa de la Unión Europea”, menciona.
Sobre su línea de econegocios -su diferenciador frente a otras empresas-, ha incluido la producción de esencia de coco, alimento balanceado para ganadería, y próximos a producir sustrato de residuo de coco que venderán a Camposol para el cultivo de arándanos. “También estamos elaborando aceite extra virgen para línea de belleza, aceite industrial, carbón activado para el filtro del agua, y queremos lanzar nuestro sazonador gourmet de coco, porque en Colombia todo lo comen con coco”, adelantó.
“Este año la proyección es positiva, esperamos elevar de 20 a 30 toneladas los envíos mensuales de nuestra línea de bionegocios. Además, para este mes, tenemos prevista una reunión con programas de financiamiento para la siembra de las 400 hectáreas mediante un modelo rotativo”, contó. La transformación de la futura producción se realizaría en sus dos plantas en Tarapoto que ampliarían en el mediano plazo.
El aguaje, más allá de helados
“Soñar no cuesta”, es la frase que resalta Carolina Guadalupe, la gerente de Helados y Chupetes Super Frio’s S.R.L.(1993), empresa que transforma 20 frutas regionales de Ucayali -como el camu camu, umari, cacao, café, mango, entre otros, sobre todo, aguaje- y que este año proyecta elevar su producción entre 10 y 15% “porque la meta es entrar a Lima”.
El ‘sueño’ también es competir con Yamboli, la marca de helados cuya presencia es más fuerte en la zona oriente del país. “Hoy nuestra producción todavía es pequeña con 25,000 paletas al día, el 75% es de aguaje y el 25%, del resto de frutas”.
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La estrategia de crecimiento se basa -tras su reestructuración en el 2019- en ofrecer tres calidades de producto de acuerdo con su público. Super Frio´s tiene al menos una congeladora en el 80% de los colegios de Ucayali, ahí sus paletas están hechas con un 50% de pulpa. Para tiendas y mercados, sube a 60%; y su línea premium (90% de pulpa) se vende en hoteles, incluyendo Casa Andina, además de dos puntos de venta, uno en el aeropuerto y otro en Tottus.
Asimismo, como parte de su plan, han incluido presentaciones de cinco litros y los ‘vasitos’. Junto a las paletas, los empaques son biodegradables comprados en Lima, resalta Guadalupe. Mientras los ‘palitos’ lo hacen empresas en Pucallpa.
Este es un año de recuperación -dice la gerente- tras dos años de pandemia en el que incluso Guadalupe recomendó a sus hijos a no comer helado. “También las clases escolares ahora son presenciales lo que nos llevó a realizar una fuerte inversión para arreglar o reemplazar algunos congeladores en los colegios. Tenemos muchos planes, pero el primero que queremos lograr, en el corto plazo, es nuestra cámara frigorífica para entrar a Lima. Hemos hecho envíos de lotes pequeños por avión, pero es caro. A lo máximo llegamos a Tingo María”, contó.
El reto al que se enfrentan empresas como el de Guadalupe es que el aguaje es una fruta estacional y casi en extinción. “En el 2016 comenzamos a reforestar y ya tenemos nueve hectáreas. Almacenamos la fruta hasta usarla cuando no es temporada porque antes teníamos que comprar en Tarapoto, luego a Iquitos, incluso Pucallpa, y solo el saco de 30 kilos llegaba a costar S/ 200 sin contar el flete″, dijo.
La rentabilidad de la empresa también está ligada a que aumentó una línea de producción: la harina de yuca -produce hasta 40 kilos de almidón día-, también yogures y pitahaya y piña deshidratada. ¿El siguiente paso? Próximamente tendrán los resultados de un estudio realizado por la Universidad Nacional Agraria La Molina (UNALM) para elaborar carbón activado con la pepa del aguaje.
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Castañas en hojuelas, la cáscara en velas
La empresa empezó con los primeros S/ 6,000 que Yudith Chinchay retiró de su AFP en plena pandemia. “Hicimos snacks de castaña para probar, empezamos a participar en ferias y siempre regresábamos sin nada de producto. Eso nos motivó”, cuenta a gestion.pe la gerente de Agroforestal Jacum, instalada en la región Madre de Dios de donde la castaña es producto ‘bandera’.
Al ser una fruta que no se cultiva, sino que se recolecta, “debemos aprovecharla al 100%”, menciona. Así, de la pulpa se elabora las hojuelas que Chinchay saboriza con orégano, ajíes incluso canela, o para acompañarla con postres. Mientras que el ‘coco’ o la cáscara se emplea para elaborar velas aromáticas que se venden sobre todo al mercado local “y algunos se enviaron a Brasil” tras participar en ediciones de Expo Amazónica.
“La campaña de castaña termina en abril y, de ahí, los recolectores se quedan sin ingresos, nosotros los estamos empleando para recoger los cocos de castaña que se abandonan en el bosque y reutilizarlos para hacer maceteros, monederos o velas”, señala.
Con los nuevos productos que ha incluido en su catálogo, Agroforestal Jacum ha logrado una rentabilidad del 10% al año, afirma. Aunque depende del precio de la castaña. Atrás quedó -en el 2017- las buenas épocas en el que la barrica de castaña se cotizó hasta en S/ 1,200 debido a la menor oferta porque el “bosque dejó de producir”, ahora se vende incluso en S/ 180, por la caída de la demanda internacional.
Por ahora, la empresa tiene la meta de seguir expandiéndose a nivel nacional. “Hemos logrado envíos sostenidos a Chiclayo, Arequipa y también Pucallpa. Estamos cerrando algunos acuerdos con tiendas para llegar a Lima. También tenemos un cliente en Suiza con el que estamos haciendo las coordinaciones. Y para Estados Unidos, queremos llegar a ese mercado a través de un broker”, adelantó. Cabe indicar que la empresa cuenta con una planta con una producción mensual de 20 barricas de hojuelas de castaña (cada barrica representa 70 kilos).
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