Juan Fernando Correa asegura que el Grupo Falabella quiere invertir en el Perú aun en un contexto en el que prevén crecer en ingresos a un solo dígito este año y que es de alta incertidumbre. “No es que haya una visión negativa en el sentido de decir “en el Perú no voy a invertir, se acabó”. No. Al revés, queremos invertir”, dice.
En el marco de CADE Ejecutivos, no obstante, el ejecutivo dejó los planes de la compañía atrás y se concentró justamente en este complicado contexto, que viene de años atrás y en el que la empresa privada puede contribuir y mucho. En entrevista con Gestión, tras su participación en el evento, Correa detalló su visión sobre el papel de las empresas en el escenario local.
En CADE Ejecutivos participaste en el panel “¿Está el Perú en emergencia?” ¿Lo estamos?
Sí. Es verdad: tenemos un grado de incertidumbre, estamos en una crisis política, económica, en una situación social compleja, con rezagos de la pandemia que ha causado muchísimo daño. Estamos en una situación muy crítica, pero lo que resalto y trato de visualizar es que la situación en la que estamos no comenzó ahora, sino que viene de tiempo (atrás). Viene de una situación social en donde la vida de las personas ha estado en un proceso de deterioro. El índice de pobreza económica bajó al principio de 2000, pero no la pobreza multidimensional. Eso hace que las personas sientan un enorme malestar.
Has mencionado que eso ha generado que se derive en cierto rechazo o descontento con la empresa privada.
Sí. La mayoría de peruanos siente un nivel muy alto de abandono, en donde ellos solos manejan su crisis de manera individual. En este contexto de abandono, el Estado es percibido como indolente, que no le importan las personas, abusivo, que pone condiciones que no se pueden cumplir, corrupto claramente, ineficaz y con una gran cantidad de proyectos abandonados. Y la empresa privada es percibida como necesaria pero abusiva, que no le interesan las personas, que no paga impuestos, que se colude con el Estado para obtener beneficios y que solo le interesan sus utilidades, cosa que no es verdad. No es así. La emergencia que tenemos realmente son las personas, su situación, y debemos focalizarnos en ellas.
Has hecho un llamado a las empresas a justamente solucionar los problemas de las personas. ¿Crees que no se puede esperar que lo haga hoy el Gobierno?
Te pongo un ejemplo: el plan nacional de la anemia que fue firmado en 2017 lo lees y dices “en el Perú no debería haber anemia”, pero tenemos 40% de anemia. ¿Por qué? Porque no ejecuta. Hay mil problemas internos. No digo que todos los funcionarios del Estado sean inadecuados o corruptos, pero la estructura no funciona. La empresa privada puede cubrir algunos de esos vacíos y muchos serán con la mano del Estado. Pero es casi como que nos adelantamos y luego viene el Estado que se agarra de nuestra mano y caminamos juntos.
Ignacio Briones, exministro de Hacienda de Chile, mencionaba a Gestión que el crecimiento económico de su país no necesariamente se tradujo en una buena gestión del Estado, lo que ha creado una desafección de las personas con las empresas, el Estado y con la política.
Exactamente. Porque es la sensación de abandono. Fue “acá están los ricos y los poderosos, y acá los políticos que resguardan sus intereses, y ¿dónde estoy yo?”. Eso tenemos que resolverlo. Más allá de las discusiones políticas, ideológicas o de poder que puedan existir, las empresas debemos actuar pensando en la sociedad, y no se trata de hacer tres acciones de responsabilidad sueltas por ahí para la foto. No. Olvidémonos de esa vaina y juntemos todo el esfuerzo posible para hacer impactos grandes, significativos.
¿Con obras por impuestos (OxI)?
Por ejemplo. Ahí hay un espacio enorme. En CADE conté que en Arequipa tenemos cuatro proyectos de seguridad ciudadana en cuatro distritos y hay dos funcionando, que están resolviendo problemas. Entonces, lo que yo digo es ¿y no puede haber otro grupo que haga la otra mitad? Juntemos 50 o 100 empresas para hacer proyectos de seguridad ciudadana en las 10 ciudades más grandes del país. Esa es una forma de actuar proactivamente. Y así hay un montón de cosas.
¿Cómo ha sido la gestión del Grupo Falabella con el mecanismo de OxI?
Ha sido con las municipalidades y ha funcionado adecuadamente. Arequipa tienen canon y entonces las municipalidades tenían acceso a determinados montos de este y con eso han financiado o se ha hecho todo el proyecto de obras por impuestos.
A veces las empresas comentan que sus proyectos de inversión en OxI no casan con los proyectos que tienen las municipalidades o los gobiernos regionales, que buscan que tengan cierta envergadura y generen más rédito político.
Es verdad, pero en este caso creo que uno de los factores centrales para poder impactar también en la sociedad es que los proyectos sean de interés de las autoridades municipales y regionales. Estos cuatro distritos de Arequipa tenían interés en el tema de la seguridad ciudadana porque es un tema candente en la ciudad. Poner esto fue natural. Esto es proactivo de la municipalidad, pero también puede haber un diálogo conjunto en donde le decimos a un alcalde “mira lo que hemos hecho allá con el alcalde de ese otro distrito, ¿no te interesa?”.
Comentabas que la inversión en capex de las empresas va a caer. El Grupo Fabella invertirá entre US$ 700 millones y US$ 800 millones. ¿Ha influido el contexto en esta inversión para bien o para mal?
Para bien no. Pero en nuestro caso esa inversión es un monto regional. Ha habido una asignación de capex por país también y estamos en algunos proyectos importantes, sobre todo logísticos para llegar mejor a todos nuestros clientes. Pero la inversión requiere oportunidades -y el Perú está lleno-, pero también de predictibilidad de las reglas. Cuando un gobierno anuncia que va a cambiar las reglas eso te puede hacer dudar. Y no es un tema ni político ni emocional. Es simplemente una decisión racional, un análisis de riesgo en el que dices “me espero”.
En vuestro caso, ¿se podría invertir ahora más en el Perú si la coyuntura fuera más favorable?
Sí. Pero no significa que no estamos invirtiendo. Estamos priorizando toda la digitalización y la parte logística para operar mejor. Ahora, cuando hablaba del capex no solamente hablaba del nuestro, sino de un contexto en el que las empresas van a invertir menos. Hay un tema adicional: si no vamos a invertir como empresariado en todos los proyectos que teníamos y vamos a retrasarlos un poco entonces vamos a tener gerentes, organizaciones, instituciones, áreas concretas que van a estar con poco trabajo. Vamos a tener un capital humano ocioso o con menos uso. Usemos esos flujos positivos para cambiar al país.
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Como empresa regional tenéis una visión de afuera del Perú. ¿Qué percepción se tiene desde afuera de la coyuntura local? Siempre se ha dicho que la fotografía se ve peor desde dentro, pero quizás ya no es tan así.
La sensación de incertidumbre es general y, efectivamente, existe esa sensación de expectativa de que las cosas cambien. Algo sumamente importante es que la visión desde afuera es que el Perú puede tener un crecimiento fantástico. Entonces, es como cortarme las sogas que me tienen atado para salir a conquistar este espacio, a ganar un crecimiento, a lograr una mejora para el país. Eso es lo que sucede. No es que hay una visión negativa en el sentido de decir “en el Perú no voy a invertir, se acabó”. No. Al revés, queremos invertir en el Perú.
Se ha hablado mucho del Grupo Falabella por el anuncio de cierre del 10% de las tiendas, pero tu aseguraste a Gestión que no necesariamente involucra al Perú.
En realidad, efectivamente, fue una cosa que se dijo en una presentación en Nueva York como grupo en general, en un mundo que se está caminando cada vez más hacia la digitalización y la experiencia digital. Podrían darse situaciones en las que en los próximos años haya cierta reducción de tiendas. Y es una visión de cinco a diez años. Pero en el Perú estamos más atrasados en ese sentido porque la digitalización está más atrasada que en otros países y porque la experiencia física sigue siendo muy valorada por las personas.