Las empresas creen que los problemas en las cadenas de suministro globales, derivados de la pandemia y exacerbados por la guerra en Ucrania, serán la principal amenaza para el comercio mundial en 2023.
Así lo reflejan una encuesta publicada hoy y realizada por Eurochambres entre sus miembros -cámaras de comercio europeas- y organizaciones de promoción del comercio de Estados Unidos, China, Reino Unido, Corea, Singapur, Australia, Asia-Pacífico y el Golfo, regiones que -señalan- representan un 70 % del PBI mundial.
“Innumerables factores ponen en peligro el necesario flujo de bienes y servicios a través de las fronteras internacionales (...). Una vez más, las dificultades de las cadenas de suministro figuran como la mayor amenaza para el comercio global”, señala el informe.
La pandemia perturbó el suministro de materias primas y productos acabados y magnificó vulnerabilidades ya existentes, como las restricciones a la exportación o la concentración de la producción en solo unos países, y la guerra ha empeorado la situación, explican.
Para solucionar estos problemas, las empresas apuestan sobre todo por hacer uso del sistema comercial internacional, pero piden también a los Gobiernos incentivos en forma de subsidios o bonificaciones fiscales para que las cadenas se instalen en el propio país o más cerca del mismo, así como para diversificarlas.
La mayoría considera necesario algún tipo de política pública para garantizar la seguridad de los suministros y, en particular las cámaras de comercio europeas apuestan por que los Estados inviertan en sectores estratégicos y proporcionen financiación para ayudar a las empresas a vigilar y reforzar sus cadenas de suministros.
Por otro lado, los encuestados mencionan también como amenazas el uso del comercio como arma política, la incapacidad para encontrar soluciones multilaterales y el aumento del proteccionismo -principal preocupación en Estados Unidos y China-.
En cuanto a la situación económica global, “la comunidad empresarial predice una vez más un año difícil” por la guerra en Ucrania, los problemas en el mercado energético y las repercusiones de la pandemia.
La mayoría esperan una caída de la confianza empresarial en su región e identifican las tensiones geopolíticas y la inflación como los principales retos en 2023, seguidos del endurecimiento de las condiciones de financiación, los problemas de suministro y la seguridad energética.
En el capítulo energético, que preocupa especialmente a las firmas europeas, el impacto del aumento de precio de la energía ha sido diferente en función de la región, pero la mayoría de empresas temen una reducción “significativa” de sus inversiones por la incierta situación económica.
Les preocupa, aunque en menor medida, que algunas industrias tengan que reducir o cerrar la producción por los altos precios o que acaben trasladándose a ubicaciones dónde la energía sea más barata.
“Para las empresas europeas el entorno sigue siendo extremadamente difícil”, dijo a Efe el presidente de Eurochambres, Luc Frieden, quien lo atribuye a los precios energéticos, los problemas de suministro y la incertidumbre para invertir.
Cree que las medidas adoptadas por la UE y los países para amortiguar los precios de los combustibles “van en la buena dirección, pero todavía no son suficiente”, y aboga por las compras conjuntas de energía entre los 27 socios y la firma de acuerdos con terceros países para obtener energía a un “precio aceptable”.
“El próximo invierno todavía será complicado, así que debe continuar la diversificación, la inversión en energías renovables y la aceleración de los permisos para las instalaciones de producción de renovables”, afirma.
Fuente: EFE