Cuando en el 2017, Talos Energy, una perforadora de Houston, realizó el descubrimiento petrolero privado más grande en la historia de México, encabezó con entusiasmo una inversión de US$ 350 millones en el campo Zama recién descubierto. México había abierto las puertas a los negocios internacionales en energía, y Talos ayudaría a liderar el camino.
Lo que Talos no sabía, y no podía saber, era que dicho campo colindaba con uno perteneciente a la emproblemada petrolera estatal Pemex, y que al año siguiente la presidencia de México la ganaría un izquierdista que intentaría apuntalar dicha empresa. Andrés Manuel López Obrador o AMLO, como se conoce al presidente, hizo que su secretaria de Energía le informara a Talos que Pemex sería propietario mayoritario y operaría Zama, un megayacimiento con potencial de hasta 800 millones de barriles, según un estudio independiente.
La decisión fue un golpe no solo para Talos sino también para sus socios, Wintershall DEA y Harbour Energy Plc. La medida ha enfriado la confianza de los inversionistas y ha despertado preocupación entre otros miembros de la industria de que el Gobierno mexicano pueda reclamar los descubrimientos de otras empresas privadas.
Por su parte, Talos ha pasado los últimos años sin quitar el dedo del renglón. En su sede de Houston, su director ejecutivo, Timothy Duncan, no ocultó su molestia.
“Nuestra situación es un indicador de todo lo que uno no quiere que suceda, que es invertir bajo un determinado conjunto de condiciones, desarrollar un activo que tenía una cantidad específica de valor, y luego no tener claro exactamente lo que se tiene, debido a la acción del Gobierno”, dijo Duncan.
Cerca de allí, una gran broca de metal para perforar petróleo enmarcada con una placa que señala la fecha en que la petrolera texana descubrió el campo en el Golfo de México, luce en exhibición no sin un dejo de tristeza.
Duncan trató de corregir las afirmaciones de López Obrador de que Talos todavía busca obtener el control del proyecto. No es el caso, dijo el director ejecutivo. Como él mismo señaló, “Talos está dispuesto a seguir adelante y no seguir peleando por el puesto de operador mientras tenga un papel de liderazgo”.
AMLO y Pemex han justificado la toma de control con base en un estudio de Ryder Scott del año pasado que reveló que el 50.4% de las reservas potenciales de petróleo estaban en territorio de Pemex. Esto contradecía un estudio anterior encargado por Talos a Netherland, Sewell & Associates Inc. que otorgaba a Talos y sus socios el 59.6%. Duncan rechazó la importancia que México le ha dado a los porcentajes, argumentando que estos evolucionarán a medida que avance el proyecto.
“Esta disputa no es sobre el porcentaje de petróleo bajo cada contrato. Se trata del proceso”, dijo el director ejecutivo. “En las unificaciones, los intereses evolucionan con el tiempo”.
Duncan espera llegar a un acuerdo con Pemex en marzo, cuando vence el plan de desarrollo del campo, lo que marca el último paso antes de que las empresas involucradas en el proyecto finalicen sus inversiones.
En caso de que las partes no logren ponerse de acuerdo, dice que es probable que Talos busque una compensación en virtud del tratado de libre comercio entre Estados Unidos, México y Canadá, conocido como T-MEC. Hace un año, la empresa presentó una notificación de intención de acudir a un arbitraje internacional.
“Estamos en un momento crítico”, dijo Duncan. “Esto ha llegado a un punto en el que es una prioridad para los Gobiernos de México y Estados Unidos”.
Ni Pemex ni la Secretaría de Energía respondieron a una solicitud de comentarios.
Cuando Talos descubrió este yacimiento en julio del 2017, México lo aclamó como el mayor logro de sus históricas reformas energéticas de 2013 y 2014, que abrieron el sector petrolero a la inversión privada después de pasar ocho décadas bajo el monopolio de Pemex.
Posteriormente, López Obrador revirtió la política y prometió devolver a Pemex a su antigua gloria. Puso fin a las subastas petroleras que permitían a las empresas privadas descubrir importantes yacimientos petrolíferos y asociarse con Pemex en acuerdos de concesión de derechos de explotación.
La fusión de Zama con un campo de Pemex, conocida como unificación, se planeó antes de que AMLO asumiera el cargo en diciembre de 2018. Pero fue AMLO quien se movió para convertir a Pemex en el operador del megayacimiento.
Queja por discriminación
La disputa es uno de varios casos similares que han provocado un conflicto entre México y su mayor socio comercial. El mes pasado, EE.UU. presentó junto con Canadá una queja, argumentando que las medidas para priorizar a Pemex y la Comisión Federal de Electricidad discriminan a las empresas estadounidenses y canadienses.
Las políticas de López Obrador no solo podrían disuadir la inversión extranjera, sino que corren el riesgo de costar miles de millones de dólares en demandas internacionales. El canciller Marcelo Ebrard y la secretaria de Economía Tatiana Clouthier encabezan el equipo que trabaja para resolver la disputa.
Lo que Talos quiere es que representantes del grupo del consorcio y Pemex formen un equipo para desarrollar el campo e informar al comité operativo de la unidad, controlado por Pemex. Talos comparte la participación en Zama con Wintershall DEA y Harbour Energy.
La petrolera también busca garantizar que recibirá el valor comercial completo de su producción estipulado en el contrato, incluidos los precios de mercado, la transparencia y las mejores prácticas internacionales para asuntos ambientales, sociales y de gobernanza (ASG).
Como socio minoritario, no puede detener el proyecto y Duncan dijo en la entrevista que no haría nada para retrasarlo. Si finalmente Talos dejara de invertir en Zama, su interés podría subdividirse entre los demás socios.
Dinero en efectivo
Una de las principales preocupaciones es que se espera que desarrollar el campo requiera entre US$ 4,000 millones y US$ 5,000 millones durante los próximos 30 años. Pemex aún tiene que invertir en Zama, y será un desafío para la petrolera estatal encontrar los recursos para hacerlo. El año pasado, Bloomberg informó que Pemex no contaba con los US$ 2,000 millones necesarios para financiar su participación.
Pemex es de hecho la compañía petrolera más endeudada del mundo, con una deuda financiera de US$ 108,100 millones. Mientras tanto, agencias de calificación crediticia como Moody’s y Fitch Ratings han rebajado sus bonos hasta convertirlos en basura. No obstante, Pemex, por órdenes del presidente, prioriza el desarrollo de una nueva refinería y otra recientemente comprada, lo que desvía recursos clave para la perforación.
Según Duncan, si no fuera por los retrasos causados por las disputas, Zama ya estaría produciendo este año, lo que le permitiría a México aprovechar los precios récord del petróleo y ayudar a frenar la caída en su producción de petróleo. Se espera que el campo produzca 180,000 barriles de crudo equivalente por día.
“Una vez que esté completamente desarrollado, Zama probablemente será el 10% de la producción del país”, dijo. “Por supuesto, estará entre los campos de mayor producción en México. Así que he ahí una razón por la que este activo es tan importante”.