Aunque Lima reporta el clima más caluroso del invierno, han sido meses fríos para el mercado de M&A en el ecosistema de startups en Perú. Aun así, están en curso algunas negociaciones -el interés va por el sector de Ed tech y fintech- y por lo menos una se cerraría en los próximos meses del 2023.
Ya al cierre del 2022, según datos la Asociación de Capital Semilla y Emprendedor (PECAP), se reportaron tres exits en el ecosistema peruano con la adquisición de Samishop por Krealo, Quantico por Fluvip y Fluyez por Bit2me. Las startups peruanas también salieron de compras. Crehana, por ejemplo, adquirió Ascenso y Wormhole. Chazki hizo lo propio, pero en el 2020 con TodoVale.
Este 2023 nuevamente el fondo de Credicorp salió a ‘cazar’ y fue por la plataforma de entradas Joinnus -aunque los especialistas ya no la consideran startup como lo fue en sus inicios- una adquisición que habría superado los US$ 10 millones.
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El estudio Miguel Mur & Abogados que durante los últimos dos años asesoró entre seis y siete negociaciones de compra de startups por año, de las cuales se concretaron cuatro al cierre del 2022, este año tiene en curso solo cuatro negociaciones de este tipo, y de ellas, una con respuesta positiva de ambos lados.
“Aunque eso podría tomar un mes o mes y medio. El equipo está haciendo una operación con Brasil”, mencionó Erik Valderrama, socio del estudio en diálogo con Gestión.
Ricardo de la Piedra, socio senior del área corporativo del estudio Muñiz también señala que, en general, el mercado de adquisiciones a nivel de negociaciones “está lento” aunque hay varias transacciones en curso. Pero, en el segmento de startups -dice- hay más oportunidad de levantamiento de capital que de compra -sector farma y Fintech, por ejemplo-. sobre todo por parte de empresas que tienen liquidez pese al momento complicado de la economía.
¿Pero solo es por la débil economía de la región o hay otros factores que complican la compra de una startup que se pone en venta?
Al respecto, los expertos consultados responden que hay varias contingencias con las que se han encontrado al momento de iniciar las negociaciones y que afectan la valorización real de la transacción. Ello, sin contar que muchas veces la valorización que le da el dueño de la startup está más relacionado a lo emocional. “Después de todo es producto de un trabajo arduo de, a veces, de una o dos personas. Es todo el tiempo invertido”, señala de la Piedra.
El momento de la negociación
¿Qué factores condicionan la valorización? De la Piedra señala que, a diferencia de una empresa tradicional, el inversionista considera el flujo de caja descontando en base a lo activos existentes, la tasa de crecimiento y el marketshare. Un factor clave es el momento en que se encuentra la empresa tecnológica: que ya pasaron la fase de testeo o que ya van por su segundo levantamiento de capital.
Luego, también, depende de si la operación de compra es parcial o total. Ambos entrevistados coinciden en que las compañías más grandes, en su mayoría extranjeras -”dispuestas a asumir riesgos”-, están interesadas en adquirir la compañía completa con el objetivo de sumar una nueva vertical a su negocio principal y evitar problemas de índole cultural.
Sin embargo, durante la negociación, la mayoría de startups peruanas -lideradas principalmente por jóvenes- proponen diferentes ‘contraofertas’: la venta parcial de las acciones de solo uno de los dueños que quiere retirarse del negocio; o que el gerente general mantenga su posición durante toda la fase de transición.
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“Solemos ver en estas operaciones que el gerente general es a la vez el desarrollador y tiene otros puestos más. Esto se da porque la mayoría de startups empieza sin capital de trabajo y los pocos recursos no lo destinan a capacitarse en temas laborales o tributarios lo que, en el corto plazo, genera contingencias que reduce el valor de la compañía”, detalla Valderrama.
Y agrega: “Cuando revisamos los contratos nos topamos con que no tienen asegurada la titularidad o la propiedad de su proyecto. Muchas veces tampoco cuentan con cláusulas de exclusividad si contrataron a un externo y del extranjero para terminar de desarrollar su propuesta de valor. Claro, una solución es encontrar a ese colaborador y hacerle firmar la cláusula, pero el solo hecho de contactarlo puede despertar un interés económico mayor en esa persona”, advierte.
Todo ello le resta valor a una startup en venta, resumen los entrevistados. “A veces la expectativa de quien vende es llegar a 100 y termina en 60 por las contingencias, pero la empresa que quiere comprar solo ofrece 40. Ahí empiezan las decepciones”, ejemplifica el socio de Miguel Mur & Abogados.
“Lo que termina preguntándose el comprador es si está dispuesto a asumir todos los riesgos incluyendo la posibilidad de que un extrabajador replique el producto, o si se registró o no la propiedad”.
En ese sentido, recomendaron que -además de un contrato laboral con una cláusula de exclusividad -, las empresas no se olviden desde el inicio patentar o aclarar con sus desarrolladores quién tendrá la titularidad del proyecto.
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