Las grandes compañías tecnológicas del mundo han prometido acatar las leyes de cada país y al mismo tiempo respetar los principios de la democracia y los derechos humanos. Sin embargo, cuando Apple y Google aceptaron los pedidos rusos de sacar una app de la oposición, surgieron denuncias de que las compañías se están olvidando de esas promesas a favor de ganancias económicas.
La app, llamada Smart Voting, se convirtió en una herramienta para organizar a la oposición previo a las elecciones rusas del fin de semana pasada. Pero las empresas tecnológicas la sacaron, lo que provocó denuncias por parte de activistas por la democracia y la libertad de expresión.
“Esta es una mala noticia para la democracia y para los disidentes de todo el mundo”, expresó Natalia Krapiva, asesora jurídica de Access Now, una agrupación que aboga por la libertad de expresión en internet. “Lo más probable es que otras dictaduras ahora sigan el ejemplo de Rusia”, añadió.
Las grandes firmas tecnológicas -- proveedoras de servicios como apps, búsquedas o redes sociales -- desde hace tiempo han tenido que caminar por una cuerda floja legal en los países menos democráticos del mundo. A medida que Amazon, Microsoft y Facebook han aumentado su poder en años recientes, han aumentado también los gobiernos que desean aprovechar ese poder para sus propios fines.
“Este es el ejemplo más emblemático de represión política”, estimó Sascha Meinrath, profesor de la Penn State University experto en temas de censura en internet. Google y Apple “ahora han aumentado la posibilidad de que esto ocurra de nuevo”.
Ni Apple ni Google respondieron a pedidos de la AP de comentar al respecto, ni la semana pasada cuando tomaron la decisión ni esta semana.
Google además bloqueó el acceso a dos documentos subidos a Google Docs con listas de los candidatos preferidos por Smart Voting, y YouTube bloqueó contenidos similares.
Según una persona familiarizada con el tema, Google recibió presiones legales de los reguladores rusos y amenazas de procesos penales contra sus empleados si no obedecía las órdenes de Rusia. Añadió que policías rusos fueron a la oficina de Google en Moscú para verificar que la app estaba siendo bloqueada. La fuente pidió no ser identificada debido a lo sensible del tema.
Los mismos empleados de Google han criticado a la compañía por haber sido servil ante el gobierno de Vladimir Putin, colocando mensajes e imágenes en las redes internas denunciando la remoción de la app.
Ese tiempo de reacción interna se ha vuelto cada vez más común, pues hay empleados que consideran que Google en años recientes ha estado violando su lema fundacional de “No hagamos maldad” formulado por los fundadores Larry Page y Sergey Brin 23 años atrás. Ni Page ni Brin — cuya familia huyó de la Unión Soviética hacia Estados Unidos cuando él era pequeño — están involucrados hoy en día en las decisiones de Google, y el lema hace tiempo ha quedado olvidado.
Apple, entretanto, dice en su website que “El compromiso con los derechos humanos” es uno de sus valores, pero una lectura minuciosa de las normas en el portal indica que cuando las obligaciones legales y los derechos humanos se contraponen, la compañía obedecerá al gobierno local.
“Donde discrepen las leyes nacionales y los estándares de derechos humanos, seguiremos los más altos estándares ... Cuando estén en conflicto, respetaremos las leyes nacionales al tiempo que trataremos de respetar los principios de los derechos humanos internacionalmente reconocidos”, dice el website.
Un reporte reciente de Freedom House, agrupación basada en Washington defensora de derechos humanos, halló que la libertad de expresión en la red lleva cinco años en declive y se encuentro bajo “presiones sin precedente” al tiempo que más naciones han estado arrestando a usuarios de internet por “expresiones políticas, sociales o religiosas no violentas”.
En 20 países las autoridades bloquearon el acceso a la internet y en 21 bloquearon el acceso a las redes sociales, halló la investigación.
Por séptimo año consecutivo, China ocupó el primer lugar entre los regímenes más represivos de internet. Pero las amenazas surgen de varias maneras: Turquía, por ejemplo, exige que las plataformas que cuenten con más de un millón de usuarios saquen contenidos “ofensivos” en las 48 horas siguientes de haber recibido el reporte, de lo contrario sufrir penas que van desde multas, bloqueos de publicidad y límites a su acceso a la banda ancha.
Rusia, por su parte, “añadió más normas al esquema laberíntico que ya tenía y que las compañías tecnológicas se han visto obligadas a navegar”, destacó Freedom House.
Incluso las libertades de internet en Estados Unidos han disminuido en los últimos cinco años, según Freedom House, citando como ejemplos las teorías conspirativas y la desinformación relacionada con las elecciones del 2020, y los arrestos y acosos a quienes protestan contra la injusticia racial.
Las grandes compañías tecnológicas desde hace tiempo han accedido a obedecer las leyes locales en cuanto a quitar contenidos y otros temas, a fin de operar en esos países. Por ejemplo, en Alemania deben bloquear contenidos que nieguen el Holocauto y en Europa en general, tienen prohibido bloquear a los partidos opositores, como de hecho hicieron en Rusia.
El bloqueo de la app en Rusia suscitó denuncias por parte de los políticos opositores. Leonid Volkov, asesor del encarcelado líder opositor Alexei Navalny, escribió en Facebook que las compañías “cedieron ante el chantaje del Kremlin”.
Un aliado de Navalny, Ivan Zhdanov, expresó vía Twitter que el equipo de Navalny está considerando la posibilidad de demandar a ambas empresas. Además, se mofó de la decisión, expresando: “Lo que esperábamos: Que el gobierno apague la internet. Lo que sucedió: La internet, presa del pánico, se apagó a sí misma”.
Es posible que las críticas lleven a las empresas a reconsiderar su presencia en Rusia. Google tomó una decisión similar en el 2010 cuando se salió de China luego que el gobierno allí empezó a censurar búsquedas y videos de YouTube.
Rusia no es mercado importante para Apple, cuyos ingresos anuales este año se calculan en US$ 370,000 millones, ni para Alphabet, la empresa matriz de Google, cuyos ingresos se proyectan en 250,000 millones este año. Pero al fin de cuentas, ganancias son ganancias.
“Si quieres asumir una postura correcta en cuanto a la defensa de los derechos humanos y la libertad de expresión, vas a tener que tomar decisiones difíciles en cuanto a si deseas permanecer en ese mercado”, estimó Kurt Opsahl, asesor jurídico de la Electronic Frontier Foundation, una agrupación que defiende los derechos en internet.