(Foto: REUTERS)
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Durante años, Wall Street mantuvo la fe en la poderosa máquina publicitaria de Facebook. Los inversionistas le dieron a Mark Zuckerberg el beneficio de la duda cuando apostó el futuro de la empresa en el metaverso y perdonaron en gran medida las crueles prácticas comerciales reveladas por una denunciante. En su momento, lo que importaba era el crecimiento constante de usuarios que mantenía a la máquina imprimiendo dinero, una máquina que representa un notable 98% de los ingresos totales.