Dos años duros y retadores. Así resume Mary Del Águila, directora del Centro de Altos Estudios de la Moda (CEAM) lo que han sido el 2020 y el 2021, después que la pandemia se instalara entre nosotros e impactara en la industria de la moda.
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“Ha sido bastante demoledor. El efecto de la pandemia ha sido bastante grande para la industria de la moda en general, que ya estaba un poco golpeada por la falta de valor agregado, por el dumping chino y porque no se podía competir por precio. Ya veníamos golpeados y la pandemia lo que ha hecho es exacerbar la situación”, afirma.
Y, debido a que la compra de ropa o de los productos ligados “al verse bien” pasó a un segundo plano por las restricciones que buscaban impedir la proliferación de la pandemia, ocasionando que “muchas empresas quebraran”, Del Águila considera que “toda esa cadena de eventos hizo que la industria de la moda sea más golpeada aún”.
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Reactivación y retos
Si bien, la realización de algunos desfiles y la reactivación del comercio son una muestra de que la industria empezó a resurgir, para Del Águila todavía “falta apretar el acelerador” para que la recuperación del sector sea más dinámica, sobre todo porque a pesar de la apuesta que han hecho muchos comercios por el canal digital, “la penetración del e-commerce todavía está en pañales”.
En ese sentido, uno de los principales retos pospandemia para los empresarios y “para los futuros egresados” de las carreras ligadas a la industria de la moda, debe ser la profesionalización del sector. “Es lo más importante que nos toca como sector, el reto es profesionalizar y Gamarra es buen ejemplo de ello. Pero no basta con innovar en diseño, tenemos que reinventar las marcas y tener valor agregado porque las fast fashion, por ejemplo, ya compiten por precio, por eso toca reinventarse”, señala.
Frente a esa realidad considera que darle la vuelta a los problemas que se arrastran desde hace años atrás, además de hacerle frente a los efectos negativos de la pandemia, tomará “como mínimo cinco años”.
Pero, para ello, considera que se tienen que impulsar ciertos factores -además de insistir en la innovación y calidad- que colaboren en la consecución de dicho objetivo, sobre todo desde el lado del Gobierno, que podría “hacer muchísimo” para colaborar con la reactivación del sector.
“Hay mucho pan por rebanar y faltan más iniciativas. Una opción son las ferias, pero dos no bastan. También se pueden promover concursos, subsidios y exoneraciones de impuestos. Esto último como un incentivo frente a la informalidad y para ampliar la base tributaria para tener más empresas formales. Pero también se puede optar por préstamos a bajo interés, como Reactiva Perú, pero enfocado solo en el sector y con un mejor filtro”, detalla.
Más alumnos y facturación
En el caso específico de su entidad educativa, Del Águila estima que a pesar de que los dos últimos años fueron complicados, tras reinventarse y adaptarse a la nueva normalidad, finalmente llegaron a inaugurar la segunda sede de CEAM en San Borja. Un local de dos pisos y cinco aulas que demandó una inversión de US$ 1 millón.
Y después que en el 2021 lograron una recuperación cercana al 90% de sus niveles prepandemia, para este año “con el retorno a la presencialidad” apuntan a crecer entre 10% y 15% tanto en facturación como en alumnado en comparación los resultados que obtuvieron en el 2019.
“En los dos últimos años no se ha podido crecer a nivel alumnos y, por eso, hablamos más bien de una recuperación a los niveles prepandemia, pero este año sí vamos a poder tener algo de crecimiento”, indica tras recordar que en el 2019 contaban con alrededor de 650 alumnos.