El destrabe de proyectos mineros y la inversión tecnología les permitirá a las empresas relacionadas al sector construcción no caer en sus niveles de producción, los cuales han experimentado una contracción por la coyuntura climatológica y la convulsión social.
En febrero, la actividad constructora se contrajo 10.2%, según el último reporte del INEI, lo cual representa la segunda caída consecutiva de la producción del sector, luego de la caída del 11.7% registrada en enero.
Dicha caída se explicó por las lluvias intensas y la coyuntura climatológica desfavorable en los primeros meses de este año, principalmente en las regiones del norte del país. A su vez, las protestas y la convulsión social en algunas ciudades del país afectaron la autoconstrucción, aunque esta situación se ha aminorado las últimas semanas.
A fines del primer trimestre del año, el Banco Central de Reserva (BCR) redujo la proyección para el sector construcción de 1.3% a 1% para el 2023, según lo indicó Guido Valdivia, director ejecutivo de la Cámara Peruana de la Construcción (Capeco).
Afectaciones sectoriales
El Producto Bruto Interno (PBI) del sector construcción habría caído 12.1% en marzo, según estimaciones de Capeco. Esto a causa del menor consumo de cemento de 17%, material que suma siete meses consecutivos a la baja: los primeros tres meses del año tuvieron caídas mayores al 15%. Por el contrario, la obra pública muestra un avance por encima del 15%.
Es así que otras empresas relacionadas al sector construcción muestran afectaciones a consecuencia de dicha menor actividad. Por ejemplo, las empresas ladrilleras tendrían una caída del 25% de la producción frente al último trimestre del año pasado, según lo explica Enrique Pajuelo, presidente ejecutivo de Ladrillos Fortes.
“Tenemos fábricas en Lima, Trujillo, Chiclayo y Piura que sintieron la pegada, porque la gente estaba concentrada en proteger sus viviendas y no en construir. Tuvimos que parar la producción de nuestras fábricas por quince días en Piura, porque la materia prima no podía acceder”, agrega Pajuelo.
Dicha menor productividad también fue afectada por los reajustes al alza en las expectativas de los índices inflacionarios, que perjudica los costos de las materias prima para la construcción.
“Para la producción de cemento o concreto se necesita clinker, y muchas de las empresas locales requieren importar ese material. Entonces, cuando el precio de estos commodities es alto, la producción del bien final termina siendo menor. La inflación ha ido reduciendo estos precios”, explica César Romero, jefe de investigación de Renta4 SAB.
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¿Qué hacen las empresas para mitigar el daño?
Ante tal escenario, algunas empresas recurrirán a la inversión en tecnología, con el objetivo de no decaer en sus índices de productividad. Por ejemplo, para aumentar su producción, Ladrillos Fortes estima una inversión de más de S/20 millones en la automatización de sus fábricas y en el lanzamiento de nuevos productos para este año, según lo indica Pajuelo.
Algunas empresas ponen el ojo en los resultados y proyecciones previstas para el sector vivienda, el cual goza de una demanda que supera la oferta, a pesar de la caída 36% en las colocaciones de créditos hipotecarios efectuadas por instituciones financieras. Las colocaciones financiadas por el Fondo Mivivienda no presentaron variaciones en el último bimestre.
“Ahora hay una demanda insatisfecha que toca atenderla. Vemos una oportunidad en la vivienda social, para Mivivienda y Techo Propio”, acota Pajuelo.
Así también, la reactivación de algunos proyectos mineros podría ayudar a dinamizar el sector construcción; sin embargo, se espera que algunas de ellas se den para fines del presente año o el próximo, según Romero, de Renta4.
Después de Quellaveco, lo que queda en el pipeline de proyectos mineros es San Gabriel, para el cual Buenaventura estima una inversión de más de US$450 millones; y Romina, de Volcan, que presupuesta US$555 millones de inversión.
“El proyecto más factible de reactivarse es el de Buenaventura, el de Volcan se ve más para el 2024. Estos podrían ayudar, pero dependerá de la coyuntura política y que no se retomen los conflictos que provoquen el cierre de algunas operaciones mineras”, concluye Romero.
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