En el peor momento del covid-19, la empresa R&G, fabricante de indumentaria de seguridad e higiene para el sector alimentario y hospitalario, llegó a producir 1 millón de mascarillas diarias para el mercado nacional. Hoy, con la pandemia controlada, la producción de la empresa se ha triplicado, en contraparte a la demanda interna, que cayó a cerca de la cuarta parte de ese millón por día del 2020.
“Aproximadamente el 80% de lo que producimos se dirige a países como Bolivia, Chile, Ecuador, entre otros lugares. Solo un 20% destinamos a compradores nacionales que son distribuidores, la industria de alimentos, clínicas y otras empresas del sector privado”, explicó Pola Guanilo, gerente general de R&G.
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De acuerdo a la empresaria, la caída de la compra nacional está relacionada más que al control de la pandemia al sobrestock de mascarillas provenientes de China con precios que, en el caso de un fabricante nacional, ni siquiera cubren el costo de sus materias primas. Dijo, por ejemplo, que una caja de 50 mascarillas de tres pliegues de procedencia china está hasta S/ 2 en el centro de Lima, mientras que la fabricada por productores nacionales oscila entre S/ 3.90 y S/ 4.50.
“En el Perú, las mascarillas pueden ingresar como sea, porque la norma técnica no se cumple; en tanto, que la calidad de este producto importado no tiene comparación con el nacional”, agregó Guanilo.
Cuatro de 10
La reducción de la compra local impactó fuertemente en el sector, pero sobre todo en las empresas que incursionaron en este rubro, a raíz de la epidemia. De este modo, la líder de R&G expresó que de 10 empresas nacionales que fabricaban mascarillas y respiradores médicos, hoy solamente sobreviven cuatro.
“En el 2021 se mantuvieron, pero este año ya han salido del mercado. Cuando se retiró la obligatoriedad de mascarillas para niños en las escuelas, la venta cayó mucho más y terminó determinando el cierre de líneas de negocios, en el caso de las empresas que se dedican, además, a otro tipo de producciones”, anotó la ejecutiva.
Muy cerca de esta situación se encuentra, por ejemplo, Biosafe Industries, fabricante de prendas descartables quirúrgicas y productos de bioseguridad. Su CEO Karen Montjoy no descartó eliminar esta línea de negocio que durante el covid-19 alcanzó una producción de incluso 6 millones de mascarillas y ahora se mantiene entre 200 mil y 250 mil.
“En pandemia, el Gobierno nos obligaba a las empresas a priorizar nuestra venta de mascarillas al mercado local; sin embargo, hoy en las compras públicas no otorgan ningún tipo de incentivo a la industria nacional. En otros países, los productos hechos localmente tienen un puntaje adicional solo por este hecho; acá no existe eso”, criticó la empresaria.
Asimismo, resaltó que, si bien la pandemia momentáneamente fue superada, las mascarillas son un artículo muy importante para sectores como el médico o el alimentario, que necesitan de este tipo de protección. “Estamos pensando eliminar la producción de mascarillas (…) Cuando haya otra pandemia, (el Estado) no nos pueden exigir, pues ellos mismos están destruyendo su consumo”, añadió.
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Por su parte, el gerente general de Urotex Service, Andrea Bozzato, afirmó que ya vendió una de las cuatro máquinas que adquirió para la fabricación de estos tapabocas; en tanto, los turnos de trabajo en la compañía se redujeron de dos a uno.
“Hemos tenido que rebajar más los precios para poder ir eliminando el stock de materia prima. Estamos sacrificando ganancias, a fin de recuperar, aunque sea la inversión. En el caso de las máquinas, por ejemplo, la primera la traje por avión y fue un gasto tremendo; entre las cuatro es un aproximado de US$ 250 mil”, señaló Bozzato, quien dijo que las ventas cayeron en un 90%.
Estrategia de sobrevivencia
Ante este escenario local desfavorable, Guanilo indicó que la estrategia de los fabricantes nacionales, si desean mantener esta línea de producción, se orienta hacia la exportación a países en los que la calidad del cubreboca peruano es más valorado.
Para el caso del tamaño de R&G, con 13 años en el mercado y con exportaciones anteriores al coronavirus, la tarea puede ser más accesible, pero este no es el caso de las empresas más pequeñas. Además, la ejecutiva advirtió que el decreto supremo 013-2020 que dictó medidas para asegurar el suministro de productos necesarios para la salud, fue una norma temporal que priorizaba el abastecimiento al mercado peruano, pero ahora es una limitante para los fabricantes que buscan exportar mascarillas.
“Esta norma dada en pandemia debe derogarse, pues fue expedida en un contexto en que la prioridad era el suministro local. La situación ha cambiado y es innecesario tener que esperar cinco días o una semana el permiso del Ministerio de Salud para realizar el envío. Nos impide atender rápidamente, pues pese a que el traslado desde Lima a La Paz (Bolivia) se tarda dos días, por ejemplo, la autorización demora cinco días”, cuestionó.
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