Países de mercados emergentes con problemas de liquidez exploran la opción del alivio de la deuda a cambio de promesas de preservación de la naturaleza. No obstante, investigadores de Barclays Plc dicen que algunas de las etiquetas “huelen” a lavado verde.
“A primera vista, es una solución en la que todos ganan: los países muy endeudados pueden reducir la carga de la deuda y los intereses, mientras que los recursos pueden dirigirse a proyectos de conservación que respalden objetivos generales relacionados con la naturaleza”, dijeron Charlotte Edwards y Maggie O’Neal, analistas de Barclays, en una nota a clientes el lunes. “Sin embargo, abordar al tiempo la carga de la deuda y los objetivos climáticos no siempre es lo ideal”.
Hay evidencia de que la cantidad de dinero que se destina al objetivo de conservación de la naturaleza adjunto a tales acuerdos es solo una pequeña fracción del tamaño de la transacción, lo que significa que los productos son “engañosos” en su empaquetamiento, dijeron Edwards y O’Neal.
El mercado de canjes de deuda por naturaleza podría superar potencialmente los US$ 800,000 millones en acuerdos públicos y privados globales, por lo que analistas de Barclays dicen que es hora de aplicar un mayor escrutinio a tales acuerdos.
Después de permanecer inactivo durante más de dos décadas, el mercado de canjes de deuda por naturaleza ha gozado de un resurgimiento a medida que la industria financiera explora todas las formas de estrategias ambientales, sociales y de gobernanza corporativa (ASG) para impulsar las métricas. Dichos programas también ofrecen alivio de la deuda a países que son pobres y están desproporcionadamente expuestos a los estragos del cambio climático.
Belice recientemente llegó a un acuerdo para reestructurar US$ 553 millones de deuda a cambio de promesas de conservación marina. Tal acuerdo, liderado por inversionistas privados sin la participación del grupo de acreedores gubernamentales conocido como el Club de París, probablemente se volverá más común dada la “gran carga de la deuda y el interés global compartido en la sustentabilidad”, dijeron Edwards y O’Neal.
Sin embargo, “las asignaciones a proyectos ambientales pueden quedar muy por debajo de los montos ahorrados en el pago de la deuda”, dijeron. “También existe un riesgo real de lavado verde, especialmente si los fondos para recomprar deuda son proporcionados por un tercero que se financia a través de bonos con etiqueta ASG”.
Bonos azules
“Nos preocupa el uso del término ‘bonos azules’ en aspectos de transacciones de deuda por naturaleza”, dijo Edwards en una entrevista. “Los bonos azules son un tipo de bono verde, y el objetivo de un bono verde es que el 100% de los ingresos que se recauden se gasten en proyectos ambientales”.
En el caso de Belice, solo US$ 84 millones del acuerdo de US$ 553 millones en realidad se destinaron a la conservación marina, estima Barclays. Otros US$ 86 millones se asignan a intermediarios y proveedores de servicios como reaseguradoras, asesores y proveedores de crédito, informó Bloomberg News. Eso se suma a los US$ 10 millones originalmente revelados por Belice, para ayudar a cubrir el costo de cierre de la transacción.
Esto genera dudas sobre el impacto de dichos acuerdos, “particularmente cuando cada parte adicional que ingresa a la transacción recibe una parte de los ingresos”, dijeron Edwards y O’Neal en la nota a clientes.
“Esto se relaciona con una preocupación que tenemos sobre transacciones que involucran a entidades de terceros que emiten bonos etiquetados como azules, donde los ingresos se utilizan como un préstamo a un Gobierno deudor para recomprar deuda”, dijeron.
Se supone que los emisores de bonos verdes, de los cuales los llamados bonos azules son un subconjunto, dirigen todas las ganancias a proyectos ambientales. “Sin embargo, en los ejemplos que hemos visto, los ingresos de estos bonos azules están financiando la compra de bonos, de los cuales solo un subconjunto relativamente pequeño se destinará a proyectos ligados con la naturaleza”.
El resultado es que la etiqueta es “engañosa y posiblemente exacerba las preocupaciones sobre la calidad del mercado etiquetado como ASG”, dijeron Edwards y O’Neal.